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Aņo 1801
Junio de 1801

SESIÓN DE  6 DE JUNIO DE 1801.
Empleo de fierro y acero existente en nave anclada en Valparaíso.

En la Muy Noble y Leal ciudad de Santiago de Chile en seis días del mes de junio de mil ochocientos un años. Los señores de este Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de esta capital, estando juntos y congregados en su sala de ayuntamiento como lo han de uso y costumbre, en Cabildo Extraordinario, a saber los que abajo [firmaron]:

Dijeron que habiendo llegado a su noticia que en este puerto de Valparaíso se halla anclado un barco nombrado Tallar, procedente de los países unidos anglo-americanos, cuya carga principal consiste en fierro y acero, y atendiendo a la necesidad extrema en que estaba toda esta ciudad y el reino de este efecto, cuya falta no era tolerable como son otras de que padece: acordaron que consistiendo la felicidad y subsistencia de este país en los sembrados y agriculturas y en los minerales, únicos renglones de que se mantiene, y estando ambos parados por falta de fierro y acero, sin el cual ni hay herramientas con qué trabajar los minerales, ni siquiera con qué fabricar las puntas de arados necesarias para romper la tierra, por este motivo están aquéllos de mucho tiempo a esta parte sin trabajarse, y el ramo considerable de gente que se ocupa en la minería anda vago y destinado únicamente al robo y otros males que acarrea la ociosidad. Del propio modo, siendo tantos los que en los campos se sostienen con la agricultura, no pudiendo hacerlo por falta de arados se dedican únicamente al robo, de que las reales justicias se hallan bien instruidas, pues en ningún tiempo encuentran tantos malhechores como en éste, siendo el origen la falta de proporciones para trabajar. Pero no es esto lo más, sino que los artesanos casi no pueden ejercitar sus oficios, los herreros de contado tienen cerradas sus tiendas porque como no hay en toda la ciudad cuatro quintales de fierro y por este pidan un precio excesivo, nadie se atreve a emprender una obra y de aquí la ruina de aquellos míseros artesanos, que no teniendo otro auxilio para socorrer sus familias perecen los que son hombre de bien o se hacen precisamente malos. Lo mismo sucede en las demás artes en que se necesitan herramientas de fierro o acero que son insuplibles, pues aunque con el cobre había querido la industria hacer algunas obras, se ha visto que no es aparente; por esto, y teniendo en el día la bellísima proporción de surtir esta plaza de ambos efectos, esto es, fierro y acero, dispusieron dichos señores que sin pérdida de instantes el señor Procurador General de Ciudad  hiciese presente al Superior Gobierno la necesidad del público, y por ella pidiese se conceda permiso para que el dueño del barco pueda vender todo el que traiga, y que en el caso de resistirse o no quererlo hacer, se le compela a ello por el útil público que resulta, exornando su representación y recomendándola mucho para que surta el fin apetecido y cesen los clamores del público.

Y así lo acordaron y firmaron dichos señores de que doy fe. José Antonio Valdés.- Juan Enrique Rosales.- Pedro José Prado y Jaraquemada.- Doctor José Joaquín Rodríguez Zorrilla.- Francisco Díez de Arteaga.- Ignacio Valdés.- Ante mí, don Andrés Manuel de Villarreal, Escribano Público, de Cabildo, Minería y Real.