Santiago, 17 de Febrero de 1813.
Cuando se trata de consolidar con energía un gobierno naciente, nada contribuye más a su formación que la unanimidad constante en la opinión pública. Esta es la base fundamental que sostiene en pie la gran máquina del sistema adoptado, y pone a cubierto la seguridad y felicidad del reino del contraste ominoso que abriga en sus entrañas la intriga, la ignorancia, y el detestable egoísmo. Sin el auxilio de aquella fuerza moral se debilita el entusiasmo público, se enfría el amor patriótico, se adormece y extingue la general conflagración de amigos que prendió la chispa de la libertad, y todo, todo se aventura en las crueles garras de la desgracia y de una ruina inevitable. El gobierno pues, imbuido en la verdad de esta máxima política, no dispensa medio capaz de cortar de raíz los funestos ataques de un resultado imprevisto; y no cesa de promover y fomentar felizmente la obra grande de la común adhesión a la sagrada causa que ha confiado en sus manos el pueblo chileno, excitando a este propósito al ciudadano virtuoso, y conminando seriamente al ingrato, al indolente, al diseminador de la inquietud y la discordia. En consecuencia, ha acordado esta Junta que a ningún individuo del reino que no sea adicto al sistema de la patria, y lo manifiesta sin equivocación, se confiera empleo alguno civil, o militar, con declaración que debe ser despojado del que actualmente sirva el antipatriota, o de ideas contrarias; y si éstas influyen contra la tranquilidad y seguridad pública, justificado que sea el crimen en la forma ordinaria, sufrirá el condigno castigo que corresponda. Imprímase.
Carrera.- Portales.- Prado.
Aguirre, Secretario