Nuestro ejército tucumanés ha recibido mil doscientos hombres de nuevo refuerzo remitidos de Buenos Aires, y todo él se halla con un ardor patriótico que hace desde lejos temblar la tierra del enemigo. Con razón Tristán ha puesto en la Torre de San Francisco de Salta cañones, y se resguarda con fosos. Nada puede valerles porque ya va a derribarse ese trono de fierro que nos devoraba. El grande Belgrano, oyendo la quejas de los hacendados de Salta que le pedían auxilio para conservar sus haberes, les remitió 600 Patricios veteranos que compiten con Marte, y les dijo al despacharlos: "Obrad vosotros con estos lo que obraron los tucumanos con sólo 300 veteranos". Efectivamente, ellos han avanzado ahora a la otra parte de Salta, y hacen ya un cuerpo considerable con la gente de campaña. Ellos impiden que el enemigo transporte ganados y cuando en masa los quiera acometer, él se halla entre dos fuegos, y no escapará ni el General, por que ya se acerca Belgrano. Este les quiere dar más tiempo para que ellos mismos se destruyan con la terciana, y también con el hambre impidiendo nuestra caballería los abastos. Así se espera la victoria con todas las glorias de un completo triunfo.