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La Aurora de Chile
Número 1. Jueves, 7 de Enero de 1813. Tomo II.
Sin título ["Si es bello y majestuoso el aspecto..."]. Editorial relativo a la superstición, la tiranía y la diversidad de opiniones.

Si es bello y majestuoso el aspecto de la naturaleza, es bien triste y aflictivo cuando se considera con relación a la especie humana. Esos campos risueños han sido empapados en sangre: la ambición y la injusticia, la conquista, o digamos mejor el robo, la violencia y el asesinato, cubrieron de víctimas infelices esos terrenos vestidos ahora de verdura y de flores. ¡La naturaleza sigue su curso sea cual fuere la suerte de los pueblos! Esos montes, que dan majestad a la tierra, y que parece que conservando su equilibrio ayudan a la permanencia de su paralelismo, son antiguos monumentos de horrendos estragos, de revoluciones terribles causadas en el mundo ya por el fuego, ya por las aguas. Las aguas cubrieron la tierra; los fuegos producen los temblores. ¡Cuántas ciudades, cuántas generaciones han desaparecido, o a lo menos han sufrido grandes atrasos, por este azote de la naturaleza! Ella trabaja sin interrupción en sus laboratorios inmensos y subterráneos, y acumula los materiales cuya inflamación y explosión han de arruinar nuestros edificios, y todas las obras de los hombres. En todos los puntos de la superficie de globo encontramos las huellas abominables, ya sangrientas, ya melancólicas, del fanatismo, de la superstición, de la tiranía. La mano de la superstición sostuvo siempre el trono de los tiranos. Aquel monstruo, escondiendo su frente en las nubes, derramó en los espíritus las tinieblas, y en los corazones el furor. ¿De qué ha servido a los pueblos tener derechos sacratísimos e inalienables, salir de las manos de la naturaleza igualmente libres e independientes, y con la preciosa facultad de elegir el gobierno que más convenga a su prosperidad e intereses? La tiranía elevó su cetro de bronce sobre todos los derechos, y el fanatismo y la superstición aplaudieron sus atentados. En todas partes, los que proclamaron estos derechos fueron amenazados con la muerte y con la infamia, y a las veces arrastrados al patíbulo.

Rara vez encontró la verdad en la muchedumbre disposiciones favorables para ser admitida. El error había ganado mucho terreno; una serie de siglos había trabajado en fortificarlo y en extenderlo artificiosamente. Los absurdos parecen inmortales, y se heredan de unos pueblos a otros. Las verdades más sencillas se ocultan a los entendimientos comunes. El vulgo es casi siempre insensato. Por todo esto, a las grandes reformas y trastornos políticos suele preceder una revolución en las opiniones. Comúnmente se prefiere un interés personal y momentáneo al bien durable, glorioso y nacional; y ha sido preciso a las veces, para interesar a los pueblos en la defensa de una gran causa, invocar al error y al artificio. En vista de todo lo expuesto no debemos extrañar si tan raras veces regala los ojos mortales el semblante amable y divino de la libertad. Ella tiene que vencer muchos obstáculos, y que atravesar muy densas tinieblas; pero las tinieblas se disipan con las luces; y los obstáculos se superan con la fuerza y la prudencia, 1a actividad y la constancia.