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Aņo 1811
Febrero de 1811

SESIÓN DE 19 DE FEBRERO DE 1811.
Nombramiento de escribano interino del Cabildo a don José Ignacio Zenteno.

En la ciudad de Santiago de Chile, a diez y nueve de febrero de mil ochocientos once, estando en acuerdo los señores de este Ilustre Cabildo, dijeron: que habiendo hecho presente el escribano don Agustín Díaz que por sus muchas ocupaciones en las diversas comisiones que obtiene no podía continuar por más tiempo en el despacho de la escribanía de este Ilustre Cabildo que interinamente servía, y que, así, se sirviese haberlo por desistido del uso y ejercicio de dicha comisión; en esta virtud, acordaron dichos señores que, admitiendo, como admitían, el desistimiento hecho por el escribano Díaz, debían nombrar y nombraban por tal escribano interino de Cabildo al del número don José Ignacio Zenteno, quien, como tal, procederá a ejercer este cargo, entregándosele los papeles respectivos al archivo de esta oficina. Así lo acordaron y firmaron, de que doy fe.- Don Joaquín de Echeverría.- Javier de Errázuriz.- Pedro José Prado de Jaraquemada.- Ignacio José de Aránguiz.- Agustín de Eyzaguirre.

 

SESIÓN DE 23 DE FEBRERO DE 1811.
Sobre la continuación del canal de Maipo.

En la ciudad de Santiago de Chile, a veinte y tres de febrero de mil ochocientos once, los señores  de este Ilustre Cabildo, estando en acuerdo, dijeron que habiendo examinado la vista del señor Procurador General de ciudad sobre la apertura del canal de Maipo, cuyo tenor a la letra es como sigue:

 

Señores del Ilustre Cabildo:

El Procurador General de ciudad en los autos sobre la apertura del canal de Maipo, respondiendo al traslado que se le ha conferido del informe del facultativo don Juan José  Goicolea, dice: que todo el punto de duda en este importante negocio es si la obra del canal deba hacerse por subasta o por administración. Los más que han informado en él opinan que el primer arbitrio es el más adaptable en obras de esta naturaleza, porque, poniéndolas en administración, las más veces se malversan los interventores, y si por fortuna se encomiendan a individuos que procedan con la debida pureza y desinterés, rara vez se advierte en ellos el empeño debido en sus progresos y en la economía  de los gastos. Una prueba evidente de esta verdad es la obra de que se trata. Habiéndose invertido en ella la crecida suma de ciento treinta y tantos mil pesos, apenas se han trabajado poco más de veinte cuadras, siendo lo más sensible que, constando la urgente necesidad de su conclusión, se haya perdido tanto tiempo, sin lograrse otro adelantamiento que la de verla principiada.

Por otra parte se tocan varios inconvenientes si se persiste en la subasta, siendo el mayor que mientras se pone expedita en concurso de varios postores, como los hay, se pasará no poco tiempo sin poner mano en una obra por cuya continuación clama todo el pueblo. Tres años se emplearon en examinar la propuesta de Mena, y después de larga sustanciación, con que se ha formado un voluminoso proceso, salió este no conformándose con las condiciones que se le pusieron, no obstante que fueron las más racionales y precisas para no aventurar esta obra a un resultado perjudicial al público y sin arbitrio para poderlo reparar.

No es de menos momento el inconveniente que exponen los facultativos el señor don Manuel Feliú y don Juan José Goicolea de ser incalculable el costo de esta obra, al menos hasta el alto del cerro de las Cabras, por cuyo motivo no sería fácil acertar en un proporcionado precio, de lo que vendría a resultar gravamen o a la ciudad o al subastador.

Estas consideraciones y muy especialmente la de no deberse perder tiempo un día sin poner en planta la continuación del canal, obliga al exponente a opinar conforme a lo expuesto por dichos facultativos sobre continuar esta obra por administración, para lo que puede contarse con un gasto anual de veinticinco mil pesos, con los que se alcanzan a mantener más de doscientos trabajadores, según acredita el prolijo presupuesto corriente a Fj. 36. En el primer año no será necesario echar mano de otros ramos para el gasto de esta cantidad, sino únicamente de los designados al canal, los que, con motivo de haber estado tres años pendiente esta obra, tienen de fondo diez y ocho mil y tantos pesos, según la cuenta que el Ministro Tesorero ha manifestado al que representa, a que se agrega el producto de la subasta de esos mismos ramos en el año corriente, y que está para vencerse. En los años sucesivos tampoco habrá necesidad de minorar el trabajo, si como está prevenido en la sentencia corriente a Fj. 273, se adjudica para la obra del canal alguna parte de los caudales pertenecientes al ramo de caminos de Valparaíso y al de pontazgo de Aconcagua, entendiéndose [sic] por todo el tiempo que dure la obra del canal, con cargo de reintegro de los fondos de ella, en el supuesto que este suplemento sólo se necesita que sea de ocho a diez mil pesos en cada año.

La dirección de esta obra es muy justo se encomiende al perito don Juan José Goicolea, sin que éste corra con gasto alguno, como lo propone en su último informe. Las circunstancias que para ello concurren en este sujeto son las más recomendables. Es un patricio, cuya aplicación, talentos y buenos conocimientos son bien notorios. Fue también el que dio principio a la dirección de esta obra y no debe privársele de la satisfacción de concluirla, siendo constante, como lo acreditan los autos, que no se ha puesto ningún reparo sustancial a lo trabajado durante su dirección, de la que fue separado sin más motivo que por beneficiar a otros.

También es indispensable nombrar un administrador o ecónomo a cuyo cargo esté el pago semanal de los operarios, compra de víveres y materiales. Dicho administrador deberá recibir mensualmente el dinero que se librare para los gastos del canal, con la obligación de presentar, cumplido el año, cuenta documentada de su administración. Podrá continuársele en ella si la hubiere desempeñado a satisfacción y quisiere voluntariamente permanecer más tiempo, como también se le relevará antes del año si se excusare con cualquier motivo. El exponente tiene hablado para esto al licenciado don Joaquín Gandarillas, quien está llano a encargarse de dicha comisión. Sería también muy conveniente se nombrase por este Ilustre Cabildo un vecino, semanalmente, que en clase de Diputado vaya a asistir la obra, reduciéndose su encargo a la asistencia  diaria  de los trabajadores, a tomar razón de los que trabajasen en cada uno de los días de la semana, y a que no haya el menor desperdicio en los víveres y herramientas, encargándose también del pago de la peonada, si el administrador no pudiere concurrir a verificarlo. Como esta obra sea de un interés general a todo el pueblo, no faltarán cincuenta y dos vecinos quo cooperen a su adelantamiento, haciendo este corto sacrificio, debiendo V. S. ser los primeros que hagan este servicio al público. Siendo el principal objeto precaver cualquier desacierto en esta obra y el que haya una constancia  de su progreso, convendrá se nombre cada dos meses una diputación que pase a reconocerla, compuesta de un regidor, el procurador de ciudad y un facultativo, o al menos un vecino de conocimientos en la materia, y evacuada la diligencia, representarán al Ilustre Cabildo lo que hallaren digno de reparo. Para dar principio a esta obra deben, ante todo, el director y administrador reconocer la herramienta perteneciente al canal que existe en poder de don Manuel Mena y consta del inventario corriente a fojas 250, y determinar su refacción, como también la más que sea necesario hacer para que trabajen doscientos hombres. Asimismo acuerden sobre los demás gastos de nuevos ranchos, acopio de víveres etc., y se libre el dinero que el administrador pidiere con este objeto, que, según ha expuesto el perito don Juan Francisco Goicolea, podrán necesitarse para todo ello de dos a tres mil pesos. Si por estos medios se logra el adelantamiento de esta importante obra, puede no ser necesaria la subasta, ni aún de la parte del canal que corre desde el cerro de las Cabras hasta el Mapocho; de lo contrario, será preciso pedir se practique, para lo que deben quedar los autos en poder del Procurador General para que oportunamente y según lo dictaren las circunstancias, haga las gestiones convenientes a este fin, sin que haya necesidad de suspender el trabajo un solo día. Esto es lo que parece al exponente debe practicarse para la prosecución de esta interesante obra: sobre todo V. S. S. con sus mejores luces informarán a la Excelentísima Junta lo que hallaren por más conveniente. Santiago y febrero 22 de 1811.- José Miguel Infante.

 

Y visto, debían acordar y acordaron se dirigiese oficio a la Excelentísima Junta pidiendo en los mismos términos la continuación de tan interesante obra a la mayor brevedad; y firmaron; doy fe.- Don Joaquín de Echeverría.- Javier de Errázuriz.- Pedro José Prado Jaraquemada.- Ignacio Valdés y Carrera.- Ignacio José de Aránguiz.- Agustín de Eyzaguirre.- José Ignacio Zenteno, Escribano de Cabildo.

 

SESIÓN DE 28 DE FEBRERO DE 1811.
Sobre examinar nuevamente una razón sobre el estado de la Real Hacienda.

En la ciudad de Santiago de Chile a veinte y ocho de febrero de mil ochocientos once, estando en acuerdo los SS. de este Ilustre Cabildo, que abajo firmaron, y habiendo examinado la vista del señor Procurador General de ciudad, cuyo tenor es el siguiente:

 

Señores del Ilustre Cabildo:

El Procurador General de ciudad dice: que habiéndose pasado por US. a la Excelentísima Junta una razón por la que se hace ver los defectos del estado general de la Real Hacienda tirado por la Contaduría  Mayor, ha sabido haberse afirmado por algunos que dicha razón está equivocada, y que es imaginario el sobrante de setenta y tantos mil pesos que en ella se sacan después de cubiertos todos los gastos. No sólo esto: un trabajo a que V. S. S., en obsequio de todo el pueblo y cumplimiento de sus deberes, se contrajeron con la mayor dedicación, empleando más de un mes en continuas sesiones: vuestras señorías mismos han oído en su sala capitular con no poco disgusto, que había sido vergüenza, que el Cabildo hubiese sólo pasado esa razón, que no era otra cosa sino un mero pliego de reparos, y que había  sido de necesidad proponer algunas contribuciones, con que era necesario gravar al pueblo. ¡Bello estímulo para un cuerpo que, por puro patriotismo y desnudo de todo interés particular, no perdona tarea, alguna que pueda redundar en utilidad de la causa pública! Titúlese en hora buena ese papel pliego de reparos, o désele el nombre que se quiera, lo cierto es que en la sustancia  es bueno, pues en él se hace ver demostrativamente que lejos de haber el alcance anual de noventa y siete mil pesos contra la Real Hacienda, resulta un sobrante de ciento y tantos mil pesos; pero como el exponer esto por escrito no ha satisfecho a los que lo sindican, el honor del Cabildo exige entrar en el nuevo empeño de hacerlo ver verbalmente. Para ello pide a vuestras señorías el Procurador General se sirva pasar oficio a la Excelentísima Junta, suplicando que, evacuado el informe pedido a los oficiales reales, se pase éste al Cabildo, junto con el estado y cuadernos que lo explican, para imponerse de los reparos que dichos oficiales reales opusieren a lo obrado por el Cabildo, con la protesta de devolverlo V. S. S. el día siguiente. Asimismo que en el día que se designare para hacer relación de este expediente en la Excelentísima Junta, se avise a V. S. S. para mandar una diputación que concurra a presenciarla y satisfacer a cuanto se expusiere contra la razón y oficio del Cabildo. Esta diligencia decidirá por parte de quien están las equivocaciones que se dicen. Santiago, y febrero veinte y siete de mil ochocientos once.- José Miguel Infante.

 

En  esta virtud, debían acordar y acordaron pasase esta representación con su correspondiente oficio a la Excelentísima Junta, reproduciendo cuanto en ella expone el señor Procurador de ciudad; y firmaron; doy fe. Don Joaquín de Echeverría.- Javier de Errázuriz.- Pedro José Prado Jaraquemada.- Ignacio José de Aránguiz.- Agustín de Eyzaguirre.- José Ignacio Zenteno, Escribano y Secretario de Cabildo.