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La Aurora de Chile
Número 44. Jueves 10 de Diciembre de 1812. Tomo I.
Encíclica del muy Reverendo Padre Vicario General del orden de Santo Domingo a los religiosos de todos los conventos de su jurisdicción. Carta de Fray Domingo de Velasco en que apoya el sistema de gobierno establecido.

Nos, Fray Domingo de Velasco, Lector pretº, Calificador del Santo Oficio, y Vicario General de esta provincia de San Lorenzo Mártir de Chile, Orden de Predicadores, etc.

Carísimos hermanos: El pueblo de Chile, ese pueblo religioso a quien la tribu del Señor mereció siempre los más sinceros y respetuosos homenajes, oprimido de los peligros, ha establecido su seguridad en su sistema de gobierno que nada puede sindicarle la moral más austera. Respecto a la religión, fidelidad a Fernando libre, indemnidad, y prosperidad para patria, son las bases que constituyen este precioso edificio, formado por la expresión libre de sus habitantes. Estoy seguro que no existe un verdadero ciudadano, ni un hombre, que haciendo uso de su razón, desapruebe tales medidas. Sin embargo, hay ignorancia y hay mala fe, que sabe disfrazar los objetos más puros, con el color de sus pasiones. Si oyeseis alguna vez prostituir las palabras del Señor con malignas interpretaciones, aplicar doctrinas y decisiones truncadas, o dichas en distintos casos y derechos; si el hombre tímido os consulta sobre sus opiniones, no dilatéis un momento el manifestarle la probidad de los principios consagrados al bien público. No dudo que todos estáis penetrados de la justicia de nuestro gobierno, y de la obligación que tenéis de sostenerlo; pero si alguno vacila, absténgase de producir sus opiniones, comprenda los buen objetos del actual sistema, y averguénsese de haber pensado contra ellos. Vuestro ministerio, que os da tanto influjo sobre la moralidad de los pueblos cristianos, os haría responsables de todas las calamidades de la patria, perjudicando las conciencias con tales preocupaciones. No os llaméis desgraciados, si no queréis sentir los golpes de una razón despreocupada que os alumbre la verdad. Por lo que toca a nuestra autoridad y jurisdicción, desde luego ordenamos y declaramos que el religioso de nuestra provincia que por ministerio del confesionario, o por consulta, o por conversaciones particulares asiente, o diga que el Estado, el rey, la religión, o la moralidad cristiana se perjudican con los actuales principios del gobierno, será suspenso perpetuamente del ministerio sacerdotal, privado de todos sus honores, castigado severamente, y excomulgado; así por la substancia del hecho, como la infracción del precepto formal de obediencia que les imponemos, para que se abstengan de sostener semejantes perversas opiniones que atraerían con la anarquía los mayores males. Mandamos que de estas nuestras letras se pasen testimonios a todos los Conventos y Casas de la Provincia; que cada Superior de ellas lo publique y remita uno igual a los religiosos que se hallan ausentes. Y les exhortamos a que en el púlpito, y demás funciones de su ministerio manifiesten la justicia de los principios del gobierno.

Fray Domingo de Velasco,
Prior y Vicario General.

Convento Grande de Predicadores de Santiago, Septiembre 20 de 1811.