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La Aurora de Chile
Número 43. Jueves 3 de Diciembre de 1812. Tomo I.
El Redactor. Artículo de Camilo Henríquez contestando un anónimo en favor de la tolerancia civil.

He recibido un anónimo en favor de la tolerancia civil, escrito con elegancia, gusto y filosofía. ¡Lástima que tan liberales principios no puedan adaptarse por un estado naciente, y que dos años de tolerancia y aún insensibilidad política hayan demostrado su ineficacia para reunir las opiniones, y la hayan manifestado funesta a la seguridad pública! Cuando son de una misma opinión millares de hombres, poco importa que dos o tres tengan ideas particulares; hay asuntos en que no es peligrosa la divergencia de opiniones, pero cuando su difusión y promulgación forman indiferentes a los intereses más graves de la patria y dan nacimiento o fortifican una facción sanguinaria, que anhela por un momento favorable a sus miras atroces, y dispuesta a unirse con los enemigos exteriores..., entonces debe caer sobre los disidentes la espada de 1a autoridad. El anónimo no se hace cargo de la naturaleza de las opiniones, ni de su importancia e influencia sobre la tranquilidad y seguridad general. Sus aserciones son vagas, sus pretensiones intempestivas. Hay que distinguir entre las opiniones que se conservan ocultas en el ánimo, y entre las que se comunican con la palabra. Entre éstas hay que distinguir aún las que no turban ni perjudican al orden social, siguiendo lo que enseña la experiencia en los países cultos y libres, y las que lo turban, invierten y destruyen. El anónimo no ha contado con estas diferencias. El gobierno no puede proceder con mayor humanidad para con los que promulgan doctrinas políticas contrarias a las que ha proclamado y jurado.

El decreto acerca de esto, inserto en la presente Aurora, es conforme a la práctica de los países más liberales y cultos, y a los consejos de los escritores más celosos por la libertad de la opinión. ¿Qué cosa hay más justa que publicar solemnemente que los que no estén contentos con el sistema político del país, salgan de su territorio? Esto estaba prevenido implícitamente. Nada hay más equitativo que amonestar por la primera vez, y en caso de reincidencia expeler del país a los que simulando adoptar su sistema gubernativo, lo combaten e intentan destruir cautelosamente, aumentan el número de sus enemigos interiores, introducen en los ánimos la indiferencia y otros sentimientos perjudiciales. El suceso del 12 del corriente, de que se ha hablado tanto, no fue ocasionado porque las honorables personas que se arrestaron fuesen o no fuesen de la opinión del gobierno, sino porque hubieron [hubo] no se si recelos, o indicios de una gran conjuración; felizmente estos indicios se desvanecieron; la comisión de justicia lo publicó para su satisfacción; y mientras procura descubrir al falsario malvado, y delator infame entre las sombras con que se envuelve el crimen, los hombres de bien, celosos de la justicia, de la seguridad y gloria de la patria, deben ayudarla con sus avisos. El gobierno deja a los tiranos el cuidado de ejercer inquisiciones, espionajes y otros medios execrables e indignos. Él camina al descubierto, no se introduce, ni ninguno se introducirá en el país por su aprobación en el secreto de los ánimos y corazones; solamente procura que los enemigos interiores no dañen con la palabra, ni conspiren contra nuestra seguridad.