Leyendo una obrita sobre policía, encontré un método bastante sencillo y seguro para conservar largo tiempo los granos y harinas sin lesión de polilla ni otro insecto, lo que me pareció digno de comunicar al público por lo que puede contribuir a la riqueza de nuestro país. El método es el siguiente de M. de Parmentier:
1º.- Los almacenes o graneros deberán construirse en parajes secos, libres de toda humedad en todo tiempo.
2º.- La madera que se emplea en estos edificios debe ser cortada a tiempo, curada y que no sea ni verde ni vieja.
3º.- Debe cuidarse mucho de guardar las reglas siguientes en la construcción de estos edificios: sus paredes serán bien revocadas para impedir la cría de insectos en las rendijas o escabrosidades; el techo deberá ser raso por la misma razón; en sus vecindades no debe haber caballerizas, corrales ni materias que corrompidas atraen los insectos, como los vegetales podridos y animales muertos.
4º.- Se abrirán dos ventanas grandes en estos almacenes, que estando una frente a otra mirando a los vientos reinantes, y que ofrezcan una renovación pronta al aire, queden colocadas más bien al frente y fondo que a los costados de los edificios. Estas ventanas tendrán su puerta de madera y su bastidor de teliz para dejar asegurado el fruto cuando convenga, y poder dejar la ventilación corriente cuando sea necesario.
5º.- Se deberá entarimar el suelo de los edificios; después se construirá una armazón firme de madera de buena calidad, como en la forma de un tablero, dejando unos cuadros que puedan sostener cada uno un saco de granos; y esta armazón se hará guardando una proporción tal, que los sacos colocados en sus cuadros queden separados entre sí, para que el aire pueda bañarlos por todas partes.
6º.- Que se dejen entre los primeros sacos de las filas y las paredes del edificio como dos tercias de vara para que pueda pasar un hombre por allí, y no se impidan las operaciones de almacenar y sacar del almacén.
Mediten los agricultores sobre esto, y sacando sus cuentas del gasto y provecho, tomen su partido sin echarme a mí la culpa del daño que les puede venir por algún disparate que hagan, o por mala inteligencia, o por poca meditación. Queda de V., Señor Editor. Su affmo. servidor, Q.S.M.B.
Antonio José de Irisarri.