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Fuentes Bibliográficas
Homenaje a Vicuña Mackenna Tomo 2º.
Capítulo LXXII.

La noticia del fallecimiento de Vicuña Mackenna consternó al país. Fué integralmente un duelo de toda la nación, que repercutió, como propio, en las repúblicas del mundo colombino, conquistadas por su genio y dominadas, en la paz y en la guerra, por su espíritu americanista.

La prensa enlutó sus columnas, Los edificios públicos levantaron la bandera chilena a media asta.. Las gentes exteriorizaban su pesar. No había memoria en Chile de duelo de más honda repercusión (390). El pueblo, con aquel certero instinto que rara vez engaña a las masas proletarias, comprendió que había perdido a su caudillo, al supremo conductor.

En los días que siguieron hubo grandes asambleas y reuniones públicas en las cuales se levantaron actas que dejaban constancia del pesar con que ciudadanos de todas las condiciones sociales-en especial los proletarios-veían su muerte.

Y en muchas ciudades y pueblos se dirigieron cartas a la viuda, signadas por representantes de gremios y agrupaciones obreras, sociales y políticas (391), no siendo raro que en alguna firmase la totalidad de habitantes alfabetos (392).

Todas las agrupaciones 'obreras tomaron acuerdos para honrar la memoria de Vicuña Mackenna. Y muchas pusieron su nombré a la institución respectiva, singularmente en las de tipógrafos. Los términos de los acuerdos en que la clase obrera de Chile expresaba el dolor de la desaparición de su jefe espiritual son tan' elocuentes como conmovedores. En ellos brillaba la más clara comprensión de lo que Vicuña representaba en el desenvolvimiento social chileno, en la marcha hacia la justicia y el progreso colectivos. La Sociedad «Escuela Republicana» decía, -por ejemplo: «Las letras pierden al más fecundo y galano de sus ingenios, las artes su protector mas- decidido; las industrias, el obrero mas infatigable de su progreso y la humanidad uno de esos seres que forman su más preciado adorno». Y la de Cigarreros, en nota a doña Victoria «nadie, después de Ud., señora; como la clase obrera tiene el derecho de cargar riguroso crespón fúnebre». Otra sociedad expresaba «que el pueblo agradecido hará de su pecho un santuario para guardar el recuerdo de quien fué el apóstol de su egeneración social». Los obreros de Valparaíso decían (Febrero 17) que el luto del pueblo chileno cubre a la América entera y Vicuña Mackenna será considerado siempre como el «Apóstol de la Democracia y «El tiempo marcando los siglos irá transmitiendo a las edades futuras el nombre querido del gran chileno». La Sociedad de Artesanos y Socorros Mutuos de Antofagasta, reunida en sesión solemne, declaró que «hay genios que nacen a la vida para coronarse de gloria, haciendo inmensos bienes a la humanidad, tal Vicuña. «Los hijos del pueblo pierden en él al más noble defensor de sus derechos, al más magnánimo de sus tutores». Y los obreros de Cauquenes lo llaman «Genio de la América» y «padre de los pobres». «Padre de los proletarios» y «Padre del Pueblo» se le titula en otras instituciones. Tal es el tono general de los documentos oficiales o privados que tradujeron el pensamiento obrero de toda la nación.

Las municipalidades del país mostraron sentimientos similares. En Santiago y Valparaíso, en las capitales de provincia o departamento y en los pueblos y aldeas se reunen las corporaciones edilicias para honrar la gran memoria. La de Taltal, vg., recuerda que la pérdida de Vicuña Mackenna la «lamenta a estas horas, no sólo el país, sino también la América y el mundo».

El ejército y armada le rinden máximo homenaje y no hay guarnición, regimiento ni grupo de soldados o marinos que no testimonie a la viuda el sentir general, siendo especialmente decidoras las, notas de las sociedades de veteranos y de inválidos.

Y se suman al duelo todas las corporaciones públicas y privadas; los bomberos, los artistas, los ateneos literarios, los clubs de alumnos, los deportistas, los obreros extranjeros.

Dentro y fuera de Chile el homenaje adquiere caracteres unánimes. De Argentina, el ex-presidente Mitre (393) dirige a doña Victoria la más emocionada carta. En Europa la prensa señala la significación americana del grande hombre (394).

Chile entero rivaliza en el deseo nacional de honrar a Vicuña Mackenna. La Municipalidad de Santiago, en sesión de 28 de Enero, acuerda qué se le erija una estatua en el Cerro Santa Lucía. En San Javier se funda, EL Vicuña Mackenna, título que también se da a periódicos de otras localidades. En «El Ferrocarril» un ciudadano (395) propone que se eleve el monumento en la Alameda de las Delicias, que se dé el nombre de Vicuña a la calle del Estado y al Cerro Santa Lucía. Otros piden que se bautice con él algún puerto o ciudad principal. Los pueblos quieren que su efigie renazca en bronce y el de Antofagasta, reunido en asamblea espontánea el 2 de Febrero, acuerda asociarse a la idea de erigirle un monumento en Santiago.

Los poderes públicos participan en el duelo de Chile. El Senado y la Cámara de Diputados rindieron su homenaje, en sesiones de 26 de Enero. Y ese mismo día el gobierno resolvió que se le hicieran funerales nacionales, encomendándose a don José Manuel Balmaceda su representación en ellos.

Chile entero supo expresar -en forma que acaso no será igualada para chileno alguno- lo que Vicuña Mackenna significaba en la historia de la República y en el corazón de sus conciudadanos.

 

 

 

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Notas

390

Dice El Imparcial: «Sin exageración de verdad, sin dejarnos llevar de las emociones y sentimientos que ha causado en todo el país la muerte del señor Vicuña Mackenna, podemos asegurar que de todos los muertos ilustres de nuestro país, desde su nacimiento como nación hasta la fecha, no ha habido uno solo de la talla de Vicuña Mackenna, no ha habido uno solo que pueda ponérsele en parangón, aunque se mire la cuestión bajo el aspecto que se quiera, pues en Vicuña tenemos el más fecundo e ingenioso escritor americano y uno de los primeros del mundo en nuestros tiempos, al inspirado tribuno que con una sola palabra que sus labios pronunciasen bastaba para electrizar al pueblo y subyugarlo de tal suerte que podía disponer de él a su antojo, al político consumado, al defensor de los derechos del pueblo y del desheredado de la fortuna, al eminente estadista».
Dentro de este tono la prensa de todo el país supo traducir, en algún modo el sentimiento nacional.
Este fué tan intenso que un diario de Serena registró, sazonado con curiosos e ingenuos comentarios, el siguiente caso: En la noche del 25 de Enero, un vicuñista connotado, que regresaba a caballo de Coquimbo, vió de repente, en medio de la obscuridad, un letrero luminoso que ocupaba gran parte del cielo y en el cual se leía: «¡Vicuña Mackenna ha muerto!»
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391

A nuestra vista tenemos centenares de documentos de condolencia que fueron enviados autógrafos a la viuda de Vicuña Mackenna. Esas poetas-provenientes de todas las ciudades, pueblos y aldeas del país-honran al pueblo de Chile.
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392

La comunicación de la ciudad de San Carlos dice: «San Carlos, Enero 30 de 1886.-Señora Victoria Subercaseaux viuda de Vicuña Mackenna, Santiago. Respetada señora: El país ha sido súbitamente sorprendido por la inesperada noticia del fallecimiento de su ilustre esposo. El señor Benjamín Vicuña Mackenna no pertenecía sólo a su familia, pertenecía al país entero; he aquí por qué el pueblo de San Carlos, asociándose al duelo general, se apresura a manifestar su condolencia a Ud. y familia, como 'un justo tributo rendido a la más culminante figura de nuestra patria.
«Dignaos, señora, recoger las lágrimas de dolor que un pueblo entero vierte sobre la tumba del primer escritor, del primer ciudadano, del más digno de los esposos: que ellos os sean un lenitivo.
«De Ud. afectísimos S. S.-(Siguen varías páginas de firmas)».
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393

Vamos a reproducir algunos fragmentos de la carta de Mitre, fechada en Buenos Aires el 10 de Febrero de 1886:
«Nadie mejor que yo puede valorar la grande e irreparable pérdida que Ud. ha sufrido, y conociendo los delicados sentimientos de su bella alma, comprendo cuánto debe ser su dolor profundo.
. . . «Mientras tanto, es siempre un consuelo saber que los amigos acompañan nuestro duelo, sobre todo, cuando, como sucede hoy con su bueno y su ilustre compañero perdido, un pueblo entero lo llora como al más querido de sus hijos, y la América entera lo acom
paña con sus simpatías póstumas, glorificando su nombre y honrándolo como lo merecen sus grandes talentos y servicios y sus virtudes cívicas y privadas.
«Si Chile y la América han perdido en su inolvidable esposo Benjamín Vicuña Mackenna, un gran corazón y una gran cabeza, Ud. ha perdido mucho más en el amoroso y dulce compañero de su vida, y yo he perdido más que un amigo, un verdadero hermano a quien amaba, estimaba y admiraba con toda mi alma.
«Un triste presentimiento me hizo tomar la pluma para hablar de él y honrar su nombre en vida públicamente, en el mismo día en que el destino nos lo arrebataba para siempre, y al día siguiente volvía a tomarla, con el alma traspasada de dolor para honrarlo en la inmortalidad»
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394

Puede citarse, en Londres vg., un articulo del Times y otro de The South American Journal.
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395

Don Manuel Jesús Herrera; articulo publicado en la edición de 30 de Enero de 1886.
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