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Fuentes Bibliográficas
Homenaje a Vicuña Mackenna Tomo 2º.
Capítulo LXVIII.

Volvamos a las actividades públicas de Vicuña. Mackenna.

Próximas las elecciones presidenciales para el período que había de iniciarse en Septiembre de 1881, sus amigos y partidarios comenzaron a enarbolar su nombre, pero Vicuña, comprendiendo que el gobierno de Pinto intervendría en favor de don Domingo Santa María, consagrado ya secretamente como candidato oficial, resolvió declinar todo ofrecimiento eleccionario. Era un sacrificio más que. debía hacer en aras de su país, sacudido por el vendabal de la guerra.

Su decisión se manifestó inquebrantable. Invitado a cierta reunión de parlamentarios en que se estudiarían las bases de una Convención de Notables, publicó en «El Nuevo Ferrocarril» extensa carta rechazando la invitación por considerar que tales asambleas no daban en Chile garantía de independencia y seriedad. Solicitado por los liberales de Valparaíso, que pensaban celebrar cierta asamblea de tendencia más democrática, se excusó en otra carta, no sin indicar qué bases debían consultarse en reuniones políticas de tan seria índole (355).

A comienzo de 1881 surgió en algunos círculos de oposición la candidatura del general Baquedano y a ella no tardó en adherir Vicuña, recomendándola en extenso manifiesto que vió la luz en «El Nuevo Ferrocarril» (356). Decía en él que la estimaba, como una candidatura esencialmente nacional, que el pueblo enarbolaría «contra los últimos ardides públicos o vergonzantes de la intervención de los gobiernos».

A poco fué proclamada la de Santa María (357) y desde las columnas de «La Nación», diario recién fundado en Valparaíso, Vicuña atacó la intervención oficialista y el descaro de los agentes de la autoridad central. El 11 de Marzo escribía al obrero Manuel Muñoz una carta en que decía: «Pretendo hacerme ante mis compatriotas la encarnación viva. y constante, ardiente y generosa del luchador de la libertad electoral, que es la fuente de todas las libertades públicas».

Poco después se retiró de la lucha partidista, para no descuidar un instante su labor nacional en el Senado. En carta que-publicó «La Nación» el 11 de Mayo, decía: «Me he alejado con propósito deliberado de las contiendas ardientes de la polémica política y del contacto agitado de las asambleas, a fin de mantener intacta mi serenidad de espíritu y entero mi caudal de patriotismo para llenar ante la nación el cargo que. invisto en el Senado, haciendo caso omiso de todos los intereses y de todos los contagios de partido».

Sin embargo, ante los reiterados abusos electorales del gobierno abrió debate y presentó un voto de censura al ministerio, interviniendo los más destacados senadores. En sesión de 8 de Junio insistió Vicuña en sus acusaciones y desmenuzó los contra ataques que venían de la Moneda. Y aún cuando Baquedano había renunciado su candidatura el 10 dé Junio, en sesión de 18 de ese mes vapuleó en forma severa a los ministros de Interior y Hacienda.

Los clientes del gobierno acusaban al Senador de Coquimbo de padecer pinto-manía» y de actuar con ligereza.

A este propósito, ya en Noviembre del año anterior había escrito acerca de «la supina necedad con que por estas tierras acostumbran algunos comenzar sus refutaciones: don Benjamín tal y cual «con su acostumbrada ligereza», o con «su habitual ligereza»?. Mas, «después de eso, han quedado las cosas como antes, sin que hasta hoy haya una sola negación probada contra cincuenta o sesenta volúmenes históricos, todos documentados y la mayor parte escritos entre contemporáneos. Pero, después de todo, de creer es que los que tal dicen en Chile, tienen razón de sobra. Porque ¿cuál mayor ligereza que haber pasado treinta años metido en los archivos de América y Europa y haber vivido cerca de medio siglo acumulando tirita, y telarañas, en vez de acumular oro y empleos, casas y haciendas, alfalfa y gravedad? ¡Y qué! ¿Por ventura los bueyes gordos no son graves?»

Su actitud opositora contra la elección de Santa Maria, su amigo de siempre, su compañero de tantas nobles jornadas de juventud, debió costarle no poco esfuerzo. Al nuevo mandatario le ligaban lazos de afecto indestructible, pero, con todo, pudo más la severa línea de conducta política que se había trazado en los comienzos de la vida,, y permaneció como un inexorable guardián de la libertad.

Participó, el año 81, en el debate promovido por la reclamación de don Carlos Walker Martínez contra los electores de presidente, y en interpelaciones de carácter administrativo. Terminado el período ordinario y ya inaugurado el gobierno de Santa María, concurrió con asiduidad a las sesiones extraordinarias del Senado.

Su actividad no desmaya. Interviene en favor del presupuesto de educación pública, pide recompensas para los caídos en la guerra, solicita aumento de sueldos en favor de los maestros primarios cuya labor encomia, defiende los intereses de los obreros que se enganchan en las obras de Panamá. No descuida, en suma, ningún asunto que pueda interesar a la nación.

En 1882 trabajó como miembro de la Comisión de Educación y Beneficencia en la labor de difusión de la vacuna, proponiendo un proyecto por el cual se hacía obligatoria. Aprobado en general, su carrera fue lenta, como todo en Chile.

Más Vicuña proseguía impertérrito su faena. ¿En qué discusión no tomó parte? ¿A qué materia no allegó sus luces? Presupuestos, reorganización de las oficinas de hacienda, recompensas a los obreros victimados por la guerra, fomento vigoroso de la instrucción (358), política de vinculación ferroviaria con Bolivia y Argentina, solidaridad y acercamiento continental.

En las sesiones ordinarias de 1883 desarrolló memorable interpelación sobre la política externa del gobierna y especialmente sobre la ocupación chilena en el Perú, que condenó abiertamente, prolongándose el debate desde el 25 de Junio al 11 de julio. Exigía Vicuña Mackenna que las tropas ocupantes se replegasen a la línea fronteriza definitiva. En este último debate fué secundado por don José Francisco Vergara.

En sesión de 29 de Agosto propuso que se declarasen reformables o se suprimiesen lisa y llanamente los diversos artículos constitucionales referentes a la Iglesia, con lo cual se llegaba de hecho a una pacífica separación de poderes.

Posteriormente intervino en los proyectos de registro y matrimonio civil y en las diversas reformas doctrinarias que patrocinaba el progresista gobierno de Santa María, con el cual en aspectos varios hubo, no obstante, de estar en desacuerdo.

Tal es, a grandes rasgos, la actuación legislativa de Vicuña Mackenna en los años 82, 83 y 84, últimos de su grande jornada política.

En 1884 volvió al foro, reanudando actividades judiciales, en defensa, esta vez, de amigos de juventud envueltos en litigio que pronto alcanzó las proporciones de un bullado escándalo social. Fue aquel pleito el que instaurara don José Regis Cortés para obtener la interdicción de su padre don Felipe Eugenio, a fin dé anular, ciertos contratos suscritos por éste con los hermanos Francisco Javier y Ruperto Ovalle.

Vicuña redactó, en contestación a un libelo de Cortés (359), una extensa publicación firmada por Ruperto Ovalle: Para castigo de la difamación. Las imposturas de clon José Regis Cortés a propósito del juicio de interdicción por demencia que sigue contra m señor padre D. Felipe Eugenio Cortés.

Habiendo publicado Cortés otros dos groseros libelos contra los hermanos Ovalle, uno de estos, don Ruperto, firmó el siguiente: Mi respuesta al último soez libelo de don José Regis Cortés en apoyo del juicio de interdicción por demencia que sigue contra su señor padre D. Felipe Eugenio Cortés. A propósito, escribe Donoso: «Desde la primera a la última línea de este folleto se adivina la punzante pluma del autor de la Historia de Santiago».

Instaurado el pleito en Quillota, se dió lugar a la demanda en lo concerniente a aceptar la interdicción provisoria del señor Cortés. Apelada la sentencia, Vicuña Mackenna alegó -por vez primera y última después de varios lustros- indicando que lo hacía en obsequio a una amistad tan antigua como su vida y especialmente en razón de ventilarse altas y trascendentes cuestiones de derecho público «que afectaban los preceptos claros de la Constitución y la ley internacional de todas las naciones. La apelación fué ganada por el impugnador, pero el pleito duró largos años, según inveterada tradición de los tribunales chilenos.

Vicuña siguió asistiendo al Senado en las sesiones ordinarias de 1884. Fué nombrado miembro de la Comisión de Reforma Constitucional, e intervino, como de costumbre, en todos los debates de interés público. Presentó por esos días un proyecto destinado a aumentar las rentas municipales de Santiago y Valparaíso y en sesión de 8 de Agosto formuló un proyecto de ley autorizando al Presidente de la República para proceder a la colonización de tierras en Magallanes, con arriendos cuyo máximum sería de 99 años. En sesión de 11 de Agosto pronunció largo discurso en defensa de su tesis, aprobada en general dos días más tarde, con la oposición del gobierno. A comienzo de Septiembre se discutió un informe sobre los senadores que habían aceptado puestos fiscales y tras de largo debate en que participó Vicuña Mackenna, las conclusiones de éste fueron aprobadas «por una abrumadora mayoría».

El 22 de Septiembre terció en el debate sobre reforma constitucional. Su discurso, saturado de intensa ironía ante los escollos de carácter teologal, que levantaban inútiles y torpes tempestades, parecía indicar como había problemas más hondos en la política y en la realidad chilena que no tardarían mucho en hacerse presentes de dramática manera. «Espléndida impresión causó su discurso en sus colegas refiere Donoso y nutridos aplausos y felicitaciones cosechó después de él».

El proyecto de reforma constitucional en materias que afectaban a las relaciones de la Iglesia y el Estado se votó el 20 de Octubre y al fundar el suyo Vicuña dijo estas palabras: «Mi voto, voto de verdadero, antiguo y probado liberal, será favorable al primer artículo, porque él consagra todos los principios que han regido mi vida pública durante más de treinta años. Y será contrario a todos los demás (excepto el pedacito de separación que consulta el art. 4.°) porque ellos son la negación absoluta y reaccionaria de todos esos principios, los principios tradicionales del partido liberal, desde Freire e Infante a Campino y Concha, desde Lastarria y Santa María a M. L. Amunátegui y Marcial González, desde Eusebio Lillo a Joaquín Lazo, mis antiguos compañeros de combate, de victorias y derrotas».

Fueron las últimas palabras que el grande hombre pronunciara en el parlamento de Chile (360).

Y poco más tarde, desde las columnas de «El Mercurio y luego en folleto, rindió la cuenta final de su mandato en aquel conocido documento que se titula: Seis años en el Senado de Chile. Carta política de los electores de Coquimbo sobre la representación de esa provincia en el Senado durante el período de 1879 a 1884 (361) .

Esa histórica carta política, dirigida a su amigo don Santos Cavada, concluye con una exhortación a los coquimbanos, en la cual se advierte la revolución que cinco años más tarde-cuando el mismo no fuera ya sino un gran faro de luz encendido para siempre en la memoria de los chilenos-pondría término a un régimen de férreo despotismo oligárquico. «Me refiero en esto -dice Vicuña- a una última súplica que dirijo al pueblo coquimbano para que en todas circunstancias trabaje por enriara la representación nacional los hombres independientes de la República, y de su propio suelo, combatiendo sin tregua y sin cuartel las funestas candidaturas impuestas, que son la negación de todas las libertades públicas, de la dignidad del pueblo, del progreso moral de la nación y cuya fatal subsistencia habrá, de conducirnos a deplorables crisis, cuando la mansedumbre, que hoy se traduce en envilecimiento, se haya convertido en la exigencia altiva de los deberes y de los derechos, que hoy los falsificadores de todos los colores pisotean a mansalva para eterno escarnio de este país en todo lo demás tan grande y tan heroico».

Dice Ricardo Donoso, a propósito de la carta en comento: «Pocos escritos de Vicuña Mackenna más genuinamente suyos y reveladores que éste, en que el hombre aparece, en toda la desnudez de su espíritu. Vibrante, agudo, lleno de sabroso interés, palpitante de generoso y ardiente pariotismo, es la confesión descarnada de su labor altiva e independiente. Apasionada y violenta, ilustrada y constante, su acción parlamentaria será. recordada siempre con gratitud, y señalada con orgullo como paradigma de vehemente patriotismo y eficacia cívica».

 

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Notas

355

Fué publicada en «El Mercurio, de 26 de Febrero del 81 y en «El Ferrocarril-» de 23 del mismo mes y año. Don Eduardo de la Barra le escribió, con tal motivo, una epístola en «El Heraldo», edición de 1.0 de Marzo.
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356

Ediciones de 31 de Marzo y 2 de Abril. Fué reproducido por numerosos diarios y periódicos.
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357

Ello dio origen a un nuevo peródico satírico El «corvo» en que se elogiaba rastreramente al gobierno y se atacaba a Vicuña Mackenna. Probablemente lo redactaron los mismos plumarios de «El Padre Cobos».
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358

¿Hay escuelas en Chile? ¿Se enseña a leer al pueblo de Chile? se pregunta Vicuña Mackenna y su voz estremece las conciencias de gobernantes y gobernados. Mas suelen las conciencias de los pueblos americanos tener memoria frágil.
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359

Para da vindicta pública. El crimen de la rue Gluck, N.° 4, en Pasos.
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360

En sesión de 27 de Octubre se dio cuenta al Senado de la comunicación en que Vicuña Mackenna anunciaba su resolución de no concurrir a las futuras sesiones que celebrase aquel alto cuerpo.
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361

Hay una segunda edición de Seis años en el Senado de Chile (Nascimento, Santiago, 1923).
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