ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Fuentes Bibliográficas
Homenaje a Vicuña Mackenna Tomo 2º.
Capítulo XLII.

Cuando el vapor New York con sus chimeneas encendidas abandonaba las aguas que bañan la gran metrópoli del Norte, Vicuña Mackenna, fatigado de la titánica lucha sostenida en tan opuestos frentes (171), pudo decirse esta frase-que semanas más tarde apuntaría en sus Diez Meses de Misión-. «Hacía por esos mismos días 15 años a que en una noche oscura (4 de Julio de 1851) había roto por entre dobles filas de centinelas y con el disfraz de mujer una prisión política en que guardaban afanosos carceleros mi juventud, mis esperanzas, mi amor por la gloria y por la fama, y confieso que al respirar la mañana siguiente el aura de los campos de Peñuelas cubiertos entonces de una alfombra de verdura y galopando sobre su tapiz con la embriaguez de la libertad, confieso decía, que no sentí ni la mitad del gozo que ahora se albergaba en mi corazón al dejar aquella inmensa cárcel de oro y de lodo en que había vivido durante siete meses en la espléndida ciudad de Nueva York».

Llegado a Lima el 12 de julio, Vicuña se trasladó inmediatamente al palacio Pizarro, celebrando detenida entrevista con Prado. El dictador lo recibió con especial deferencia y en amable camaradería tejieron planes de unión y fraternidad para sus respectivos pueblos, en esa misma sala de los presidentes peruanos en donde andando el tiempo un sucesor suyo firmaría el tratado secreto de alianza con Bolivia, cuyas agresivas cláusulas él mismo llevaría a la práctica bajo las sugestiones corruptoras del salitre y del guano: Entre tanto aquél día Prado hubo de escuchar con respeto y acaso con sincera -admiración las directivas americanas de Vicuña Mackenna.

No perdió su tiempo en Lima el Agente de Chile. Visitas a diversos políticos, conferencias, reuniones. Y a petición del propio Prado escribió tres artículos que con el título de La Alianza del Perú y Chile vieron la luz en El Comercio los días 14, 16, y 18 de Julio respectivamente. El primero versó sobre el pasado, sobre el presente el segundo y el último tendía sus alas hacia el porvenir.

«La naturaleza, la geografía, la diversidad de climas, el cambio de producciones, la sociabilidad, la historia, la vida misma de las Repúblicas hermanas del Perú y de Chile,-escribía Vicuña-todo lo que es su ser y su porvenir ha contribuido a formar de estos dos países un solo pueblo, de una y otra República una sola potencia».

«Chile no fue nunca libre, agregaba, sino cuando el Perú fue libre también. El Perú, a su vez, no alcanzó la plenitud de su 'poder como nación sino cuando la independencia de Chile estuvo asegurada. Sus peligros, sus dolores, su gloria, todo les ha sido común».

«Desde Socobaya a Yungay,-añadía aún Vicuña Mackenna-Chile y el Perú formaron una sola familia».

En el tercer artículo -EL porvenir -se revela contra criminales pesimismos. «Existe en Chile, en el Perú, en todas las secciones de la América que antes fue española- dice cierta escuela de hombres pesimistas que donde quiera que miren no ven sino sombras, donde quiera que marchen no encuentran sino abismos. Para ellos el pasado es todo. El presente es un caos. El porvenir una quimera o un dolor. Como los réprobos del Dante, están condenados siempre a no mirar sino para atrás. El desencanto que se anida en sus propias almas lo comunican a todo lo que ven, y a fuerza de sentir estrangulada su fé, de no descansar sino sobre su propia impotencia, concluyen por forjarse la melancólica creencia de que viven en un mundo de miserias, de decepciones, y sobre todo de impotencia». «Esas gentes que se complacen en augurar desastres y un desenlace funesto a la noble, a la santa alianza celebrada entre Chile y el Perú, y que ya han ratificado con elevado patriotismo las Repúblicas de Bolivia y Ecuador verán incumplidos sus pronósticos. América avanza hacia la unión.

«El verdadero teatro de la alianza americana-expresaba en otra parte-no está en las orillas del Rimac ni del Mapocho. Está en el ancho océano; en el Pacífico desde Guayaquil a Manila; en el Atlántico.

América marcha. Chile y el Perú levantan los hilos telegráficos que acercarán a los gobiernos, destruyendo «por medio de una corriente mágica e invisible esas fronteras de arena o de granito que las pasiones mezquinas de los hombres, más que la avaricia de la naturaleza ha levantado entre los pueblos».

La alianza americana reportará beneficios «representados en una variedad infinita de reformas, de trabajos, de empresas comunes, que estriban todas en la cooperación recíproca de los pueblos... » Y se modificará «la condición civil de los ciudadanos que tienda a hacer sus derechos iguales con relación a su mérito y a su profesión y no al acaso de la pila bautismal».

Esos artículos trazaron surco. El eco de sus ideas agitó la opinión, hubo entusiasmo, esperanza mesiánica, contenido americano. Pero la noble onda fuese diluyendo en el mar de los intereses lugareños y de las pequeñas vanidades provinciales. Era grande aún el sopor en que dormían los hombres del sur y los ideales de unión no tardaron en buscar refugio en la misma nave que conducía a Vicuña Mackenna, rumbo de Chile.

 

 

 

__________

Nota

171

Su misión quedaba concluida, siendo magníficos los frutos. Un diario chileno, en medio de la general ingratitud lo reconoció con antelación. El Independiente en su edición del 24 de Enero de 1866 dijo esta frase justa: «Cuando el historiador trate de escribir la relación de la guerra que sostenemos contra el poder de España, sin duda que dedicará una sentida página a los chilenos que velan por Chile en tierras extrañas. En esa página estamos ciertos que el nombre de Benjamín Vicuña Mackenna, ocupará un lugar distinguido o acaso el primero de todos».
La justicia que suele dispensar la opinión pública-casi siempre póstuma en Chile, porque a menudo sólo reconocemos méritos cuando hay cuatro tablas de por medio diría mucho más.