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Fuentes Bibliográficas
Segunda parte.
Capítulo XIII. Provincias mineras, Coquimbo y Atacama.

Provincia de Coquimbo
Crearla por la ley de 30 de agosto de 1826

La provincia de Coquimbo está limitada al sur por la de Aconcagua, y separada al norte de la de Atacama por una línea de división muy indeterminada que, partiendo del Chañaral propiamente dicho, se prolonga al este hasta su encuentro con la línea culminante de los Andes, por los 29°46' lat. S. Sus límites laterales son, al este, la misma cadena, y al oeste, el mar Pacífico. Su forma es la de cuadrilátero largo, cuyas proporciones medias, según el mapa general de Chile levantado por el profesor Gay en 1855, serán de 49 leguas de largo, sobre 22: 866 de ancho, lo que daría al territorio de la provincia una extensión de 1.120: 434 leguas cuadradas.

Coquimbo, sin sobresalir por los productos de sus minas, como Atacama, ni por los de la agricultura, como las provincias centrales, es sin embargo muy favorecido por la naturaleza. La abundancia y riqueza de sus minas lo han colocado en el número de las provincias mineras, y sus productos agrícolas no ceden en cantidad más que a las del sur.

Su terreno muy accidentado está profundamente marcado por tres valles transversales formados por los ríos de Coquimbo, Limarí y Illapel del cual hemos ya hecho mención. Además de estos grandes valles hay, al norte del río de Coquimbo, otros dos más pequeños; Choros y Quebrada Honda. Estas son verdaderas quebradas cavadas por dos arroyos del mismo nombre que parten de la cadena central y van a echarse directamente al océano.

El clima de Coquimbo, en las regiones riberanas, es el mismo que el de Aconcagua; pero la temperatura de los distritos desprovistos de corrientes de agua es ardiente y seco, lo que, unido a la escasez de lluvias, da, en verano, a la generalidad de la superficie del suelo un aspecto de aridez que contrasta con el hermoso tapiz de flores y verdor con que se cubre en la primavera.

La provincia tiene dos puertos principales, la Herradura, por los 29°58'40", y Coquimbo, por los 29°55' 10" lat. S. Se cuentan en el número de los primeros puertos de la República. Existen además, a lo largo de la costa muchas ensenadas muy accesibles a las pequeñas embarcaciones; las más frecuentadas son Tongoy, Puerto Manso y Totoralillo.

Entre los paralelos 29° y 30° lat. S, hay cerca de la costa muchos pequeños islotes que llevan el nombre de Choros y de Pájaros; el más considerable llega apenas a una milla de largo.

Las producciones principales son: oro, en pequeñas cantidades; plata, cuya abundancia ha disminuido con la ley del mineral de Arqueros; cobre, del que se exporta en gran cantidad; cobalto que comienza a explotarse ahora y el lapislázuli. Una multitud de otras sustancias minerales, como el mercurio, el plomo argentífico, el hierro, el sulfato de soda; la cal no entra aún en la línea de las producciones importantes.

El lecho de los metales guarda, en Coquimbo, la misma situación geográfica que se observa en las minas del sur y que se caracteriza de más en más a medida que sé aproxima al norte. Así, los principales depósitos de oro y cobre se encuentran en los valles y montañas de la costa, en los distritos de la Higuera y Tamaya; los de plata y plomo argentífero, en la cadena central de los Andes, en los distritos de Arqueros y Rapel. La región de las minas de esta provincia está situada al norte. Al lado de las grandes riquezas que produce, se ven figurar los cereales, la vid, el olivo, todos los frutos de los países templados y algunos de los trópicos, pastos y numerosos ganados, sobre todo de corderos y cabras.

El territorio de Coquimbo se divide en cinco departamentos, de los que, Elqui, en la base de los Andes, y la Serena, en la costa marítima, ocupan el norte. Al sur de estos dos departamentos, situados en una línea paralela a los Andes, se encuentran los de Ovalle, Combarbalá e Illapel, que son otras tantas zonas transversales comprendidas entre estas montañas y el mar Pacífico, hasta los límites australes de la provincia.

El departamento de Elqui comprende la parte oriental del río del mismo nombre. Su población escalonada a lo largo de los torrentes Claro y Elqui, desde su nacimiento hasta la frontera del departamento de la Serena, es puramente agrícola. La propiedad es tan dividida en el valle, que puede decirse no hay más que propietarios en Elqui. Cada familia tiene su lote de terreno, y cada parte está cubierta de árboles frutales, viñas y praderas artificiales atentamente cuidadas. El clima es uno de los más bellos del país y la subsistencia es fácil, bien que no se ve allí ni riqueza ni lujo; así puede leerse en la fisonomía de los elquineses un sentimiento de dicha y alegría que corresponde perfectamente a los atractivos de la encantadora región que habitan. La cabecera del departamento, compuesto de un gran número de villorios, es la pequeña ciudad de Vicuña, situada en la margen septentrional del torrente de Elquia. Su comercio principal consiste en frutas secas del departamento y en bestias que vienen de las provincias argentinas por el paso de la cordillera llamado Laguna. Los artículos europeos vienen por la vía de Coquimbo.

PROVINCIA DE COQUIMBO 1856

Departamentos

Subdelegaciones

Inspectorías

Parroquias

Población

Hombres

Mujeres

Escuelas Gratuitas

Escuelas Particulares

Colegios y liceos

Escuelas Especiales

Hospitales

Illapel

9

52

3

24.736

11.948

12.788

7

-

-

-

-

Combarbalá

6

24

1

11.482

5.281

6.201

3

-

-

-

-

Ovalle

20

120

4

37.290

17.926

19.364

9

-

-

1

-

Elqui

10

40

1

10.742

5.042

5.700

6

11

-

1

-

Serena

18

69

3

26.339

13.800

1.539

13

7

4

-

1

 

63

305

12

110.589

53.997

56.592

38

18

4

2

1


Cabeceras de Departamentos
Su renta $
Aldeas
Illapel
4.682
Choapa, Pto Manso
Combarbalá
2.659
Cogotí
Ovalle
8.454
Sotaqui, Barraza, Guamalata
Elqui, o Vicuña
1.500
Tambo, Diaguitas,
Serena
58.605
Coquimbo (puerto), Andacollo, Herradura
--
75.900
--

Comparación del censo de 1844 1854

Departamentos
1844 población
1854 población
Diferencia
Illapel
17.640
24.736
7.096
Combarbalá
8.681
11.482
2.801
Ovalle
26.379
37.290
10.911
Elqui
9.184
10.742
1.558
Serena
16.690
26.339
9.649
Total
78.574
110.580
32.015

El departamento de Ovalle, al sur de Elqui, es más importante por las transacciones con el exterior a causa de sus grandes minas de cobre y de los trabajos que se emprenden para activar la explotación de ellas. Comprende en su territorio casi todo el valle del río de Guamalata con sus afluentes. En Ovalle es donde se encuentra el distrito de minas de lapislázuli, en las mesetas secundarias de los Andes, entre el torrente del Mostazar y las fuentes de Río Grande por los 30°45' lat. S.

En el mismo departamento está situado Tamaya, el más grande depósito metalífero de cobre de toda la provincia. La población es más diseminada allí que en el departamento precedente, y aunque sea tres veces más grande que la de Elqui, parece menos numerosa. La ciudad cabecera Ovalle está en la margen septentrional del río Limarí, a 3 millas al oeste de la confluencia de los dos torrentes Guamalata y Río Grande. Parece llamada, lo mismo que su puerto Tongoy, a desempeñar un papel importante en la provincia por medio del ferrocarril en vía de ejecución que debe unirlos al pasar por Tamaya.

Los dos departamentos agrícolas que siguen al sur hasta el río Illapel, donde comienza el Aconcagua, es decir, Combarbalá e Illapel, no tienen nada de notable, salvo su pequeña población de ningún modo proporcionada a su extensión y a la calidad generalmente excelente de sus terrenos, que son atravesados de norte a sur por el río de Guatulame y por sus afluentes. La ciudad principal del departamento de Combarbalá lleva el mismo nombre. Está situada cerca de la fuentes del Guatulame o Palqui, en la margen meridional del torrente de Ramadillab.

Illapel ocupa la parte septentrional del río del mismo nombre, desde su nacimiento en los Andes hasta el mar, donde hay dos pequeños puertos, Maitencillo y Puerto Manso que comienzan a ser frecuentados. La ciudad cabecera Illapel, al norte del arroyo Caren, por los 31°34' lat. S, es tan poco digna de nota como las anteriores.

El departamento de la Serena, donde se encuentra la capital de la provincia, es el más importante de todos los otros, por su población, comercio y la situación favorable de sus puertos. Es atravesada del este al oeste por la parte occidental del valle del río de Elqui que toma en este departamento el nombre de río de Coquimbo. Posee los puertos de Coquimbo y de la Herradura, y cuenta entre sus principales minas de cobre y oro las de la Higuera y Andacollo. En cuanto a las minas de plata, basta decir que las de Arqueros están comprendidas en su territorio. Se saca también huano de los islotes situados a lo largo de la costa. La Serena, cabecera del departamento y capital de toda la provincia, está situada en la margen meridional del desembocadero del río de Coquimbo, en la bahía del mismo nombre, a cinco millas de su excelente puerto. Es una de las más bellas ciudades de Chile. Es el asiento de un obispado y de la tercera Corte de Apelaciones de la República y tiene una muy hermosa catedral construida de piedra y muchos establecimientos de beneficencia. La ciudad del puerto de Coquimbo, así como la que se construye con actividad en la Herradura, no es más que un villorio.

La guardia nacional se compone de tres batallones de infantería, con un efectivo de 1.068 hombres y de veinte escuadrones de caballería bastante incompletos con 2.069 hombres.

Nada tenemos que decir sobre el estado particular de esta provincia, a no ser un establecimiento que ha sido fundado por M. Lambert para la laminación del cobre; pero desgraciadamente, hasta aquí, los productos no han sido recibidos con la misma solicitud que los que nos eran enviados de Europa. En Chile, como ya lo hemos visto, la agricultura y las minas absorben casi exclusivamente los capitales y los brazos de los habitantes. La industria agrícola está tan atrasada aquí como en las demás partes; nos reservamos para dar algunos detalles sobre la de las minas al hablar de la provincia de Atacama.

En cuanto a los progresos de la instrucción pública en general, se encuentra, sobre 7,30 individuos uno que sabe leer y escribir, y sobre 6,05 uno que sabe leer solamente.

La división de la propiedad es en la proporción que sigue(85):

Provincias
Departamentos
Propiedades
Entradas $
Diezmo $ percibido en 1852
Coquimbo Serena
180
108.154
2.575
Elqui
447
82.257
3.125
Ovalle
650
144.131
12.015
Combarbalá
72
15.922
2.737
Illapel
172
68.625
7.426
Total
1.521
419.089
27.878

El coquimbano es activo, intrépido y emprendedor; el bello sexo se hace notar por su espiritualidad y su conversación llena de chistes.

Las cifras siguientes dan una idea de la procedencia general de esta provincia y del movimiento de su comercio de exportación desde el año 1844 hasta el de 1855. He comprendido bajo el nombre de productos diversos todos los de la economía rural, tales como harina, trigo, cebada, frutas secas, cueros de vaca y de cabra, el producido de la caza de la chinchilla, las cosechas del liquen llamado flor de piedra, el huano de las islas, los productos de pequeñas manufacturas de utensilios domésticos en cobre y los del gran establecimiento de laminación del mismo metal fundado por Lambert. Bajo el nombre de productos de minas, no se encuentra sino el oro, la plata y el cobre en barras, la amalgama de plata, el cobre de primera fundición y los minerales de plata, cobre y cobalto así como la cal y el lapislázuli.

Exportación marítima por los puertos de Coquimbo y la Herradura.

 

El movimiento marítimo que ha tenido lugar en estos dos puertos, desde el primero de marzo de 1855 hasta el 30 de abril de 1856, es como sigue:

Entrada: 388 buques midiendo 221.301 toneladas.

Salida: 391 buques midiendo 135.098 toneladas.

Sobre el número total de buques, se cuentan 241 nacionales.

Las exportaciones por la vía de las cordilleras por las provincias argentinas comienzan ya a ser importantes. Coquimbo, como el resto de Chile, exporta no sólo sus productos naturales, sino además las mercaderías extranjeras nacionalizadas, y recibe en cambio, vacas, caballos y mulas, jabón, pieles curtidas, sebo, grasa, frutos secos, sal común, y a veces harina de trigo. Todos estos artículos, no obstante su existencia en la provincia, se importan a muy buen precio, a causa de la falta de salida que experimentan los artículos de las comarcas transandinas.

La libertad del comercio entre las dos repúblicas y la mutua abolición de todos los derechos de aduana para todos los productos nacionales acaba de ser declarada. Es de esperar que esta medida será muy útil a las dos naciones.

Provincia de Atacama
Creada por la ley de 31 de octubre de 1843

La provincia de Atacama es la última que tenemos que indicar en la sucesión numérica que nos hemos impuesto. Es la menos importante de Chile bajo el aspecto agrícola; pero ocupa el primer rango entre todas las demás, gracias a sus riquezas minerales. Su límite al norte es la frontera internacional que nos separa de Bolivia. Habiendo suscitado algunas dificultades entre las dos repúblicas la demarcación de esta frontera, cuando el descubrimiento de las islas de huano situadas a lo largo de la costa del desierto de Atacama, se trazó una línea provisoria en todos los puntos del paralelo 23° de latitud austral, partiendo de la costa del mar Pacífico hasta el punto de intersección del mismo paralelo con la línea culminante de los Andes. El límite de la provincia está formado al este hasta el 29° lar. S. por esta cadena que sirve igualmente de frontera. internacional entre el resto del territorio boliviano en contacto con Chile y una parte del de la República Argentina. La provincia de Coquimbo al sur, y la costa del Pacífico con las islas que dependen de ella desde el 23° hasta el 29° latitud S, al oeste, completan la perifería de su territorio.

Atacama tiene un largo N S de 120 leguas, sobre un ancho aproximado según Philippi, de 39, por 23° lat. S, de 47 por 23° 19', de 34 por 23°51', de 34 por 24° 16', de 25 por 25°24', de 28 por el paralelo del puerto Flamenco; y según Gayc, de 25 por 27°, de 31 por 28°, y de 37 por 29° lar. S.

Según estas cifras, el territorio de la provincia tendría un ancho medio 33: 333 leguas y una extensión de 3.999: 96d. La parte del desierto de Atacama que se encuentra comprendida en él no quita menos de 1.700 leguas cuadradas al dominio inmediato de los hombres.

La población de Atacama no está diseminada como en las provincias australes; a veces la falta de agua y de vegetación y más frecuentemente la dificultad de encontrar ocupaciones lucrativas, obligan a los habitantes a agruparse en los valles que riegan los dos pequeños ríos de Huasco y Copiapó, del que ya hemos hecho mención en el resumen hidrográfico y cerca de los grandes centros de la producción mineral.

La provincia se divide en dos grandes secciones: la de Copiapó conteniendo el valle formado por el río del mismo nombre, y la del Huasco, llamado, así como la otra, según el río que la atraviesa del este al oeste. Esta división natural, adoptada por la administración pública algún tiempo después de nuestra emancipación política, acaba de experimentar nuevas modificaciones. Habiendo aumentado la riqueza de las minas, cada una de estas secciones fue subdividida en dos departamentos, el del Huasco en los departamentos de Vallenar y Freirina y el de Copiapó en el de Copiapó propiamente dicho y el de Caldera. Pero como el comercio mantiene aún las antiguas denominaciones y las transacciones mercantiles de la parte sur de la provincia se hacen siempre por el puerto de Huasco, y los del norte por el puerto de Copiapó, conservaremos bajo el nombre de sección del norte y sección del sur, la antigua división por lo que respecta a la industria y al comercio.

Los buenos pastos de los estrechos valles de Copiapó y del Huasco contrastan con la región árida y monótona que lo rodea. Las ciudades principales, los hermosos establecimientos de amalgamación y la mayor parte de los habitantes están agrupados a lo largo de estas dos fuentes de vida sin las cuales la riqueza mineral de Atacama sería tan estéril como el desierto del mismo nombre.

El desierto es una comarca que llama la atención del naturalista y del hombre de Estado, por su formación geognóstica y su riqueza mineral. Su forma es bastante regular desde el paralelo 23 hasta 24°30' lat. S porque se extiende desde la base más próxima a los Andes, hasta las márgenes del Pacífico. Partiendo de esta última latitud, hasta el valle de Copiapó que le sirve de límite meridional, el dominio es estrechado al este por algunos manantiales insignificantes y salobres. Estos manantiales partiendo de la base de los Andes sin ser jamás engrosados por el derretimiento de las nieves, que no existen allí, caen con trabajo sobre un suelo alterado, desaparecen bajo las arenas o permanecen en algún valle bajo donde no tardan en evaporarse por la acción del sol. El efecto de estas pequeñas corrientes de agua, por débiles que sean, da a la zona colocada bajo su influencia, un aspecto tanto más seductor, cuanto es de rechazante el del desierto por su sombría esterilidad. Pero se formaría una falsa idea quien creyese que la vida vegetal se manifiesta sin interrupción a lo largo de la base de los Andes; porque después de una aguada, donde el viajero, agobiado por la sed y el calor encuentra el medio de refrescarse con una agua detestable, descansando su vista sobre cañaverales o sobre algunas plantas ramosas, marchitas y pequeñas, hay todavía algunas horas de camino al través del desierto antes que se presente un nuevo oasis. El último que se encuentra al norte del gran depósito mineral de Tres Puntas y que es conocido bajo el nombre de Finca del Chañaral, aunque muy pequeño, hace sin duda una excepción a todas las demás, porque el agua excelente, las flores, los frutos exquisitos y la verdura que presenta recuerdan los más bellos campos del sur. Pero es preciso abandonarlo luego: el desierto con toda su imponente soledad, reaparece y la brisa del sur, enrarecida por la reverberación de un suelo calcinado y arenoso, es el solo refresco que esta naturaleza pétrea procura hasta el valle de Copiapó. La altura donde se encuentran estas aguadas pasa de 6.442 pies sobre el nivel del océano. En los espacios que los separan se encuentran a veces raíces trepadoras cuya existencia se reconoce por el nudo vital apuntando casi seco en la superficie blanquecina del suelo. Sobre esta zona se eleva la aldea de Tres Puntas, al pie del depósito mineral del mismo nombre por los 26°40' lat. S y 30° long. O del meridiano de Santiago.

La segunda zona, que estrecha el desierto por el lado del mar, es más pronunciada. La vegetación, aunque interrumpida como la otra, es más bella, y aun a veces seductora: pero no se extiende mucho del lado del este. La agua es más notable y el campo se presta, con bastantes dificultades es cierto, al mantenimiento de las bestias de carga que es preciso hacer pastar en estos lugares solitarios para la necesidad de las minas. Se encuentran aun algunos habitantes esparcidos acá y acullá a lo largo de la costa y tres pequeñas aldeas en los puertos de Paposo, Flamenco, y Chañaral de las Animas, cuya población de algunas centenas de habitantes se ocupa de la pesca, de la cría de cabras y de los trabajos de minas.

Entre estas dos zonas habitables está situada la parte meridional del desierto, que, en esas latitudes puede tener un ancho medio de 12 leguas. Ella corresponde muy bien por su situación a la del valle central que recorre el país de norte a sur. Se calcula en 5.000 pies la altura media de su suelo sobre el nivel del mar.

Cinco valles, de anchas barrancas, y más o menos encajonados o extendidos, cortan el desierto transversalmente del este al oeste, desde la latitud de Botija hasta la de las Animas. No existe, desde el 30° hasta el 24°30' lat. S montaña alguna digna de tal nombre; pero la región comprendida entre este último paralelo y el del valle de Copiapó es muy accidentada y llena de altas montañas de formas severas cuyos flancos derrocados ponen en descubierto las capas de su formación geognóstica y anchas vetas metalíferas.

Parece que la arcilla, las sienites, los pórfiros y rocas negruzcas que tienen la apariencia de lavas predominan en las montañas de la costa; que el terreno del desierto más pedregoso que arenoso, presenta en todas partes vestigios de productos volcánicos, pedernales mezclados con restos de vetas metalíferas y a veces, pero muy raras, con granito y mica. Los Andes de Atacama difieren según el profesor Philippi de las latitudes australes y recuerdan la gran meseta de Quito. Se calcula en este región la línea de las nieves perpetuas a más de 16.000 pies sobre el nivel del mar.

En la base de los Andes, entre 24 y 25°40' lat. S y a una elevación aproximativa de 8.000 pies sobre el nivel del océano, está colocado el lago salino de Punta Negra, cuya extensión es según M. Philippi de 14 leguas de largo, sobre 5 de ancho. La grande abundancia de juncos que crecen en sus márgenes cubiertas de sal, se explica muy fácilmente por la presencia del agua dulce que se encuentra a dos o tres pies de profundidad en el terreno que lo rodean. Al norte de este lago, por el paralelo 23° hay aun otro de la misma naturaleza y seis veces más grande que el de Constancia. Casi por su centro pasa la línea de la frontera internacional que separa a Chile de Bolivia. No se saca aún utilidad alguna de las sales que produce.

El clima del desierto presenta un fenómeno digno de notarse; las neblinas permanecen sólo en la parte de la zona marítima comprendida entre Cachinal y Miguel Díaz, y hacen de esta comarca un verdadero jardín si se le compara con el resto. Esta circunstancia, unida a la acción muy sensible de la más ligera lluvia sobre el crecimiento de los vegetales, aun en las llanuras áridas del desierto, al efecto de pequeñas aguadas y de los arroyos de la pendiente occidental de los Andes, y a los buenos pastos que crecen bajo la influencia del río de Copiapó, que no es sino un verdadero accidente del desierto, pues se le ve reaparecer después por todas partes tiende a probar que la falta de agua es la principal sino la única causa de la existencia de la mayor parte del desierto de Atacama. El durazno, la higuera, la vid y el naranjo, manifiestan allí por su rápido desarrollo y la excelencia de sus frutos que el terreno está muy lejos de hallarse desprovisto de fertilidad. El reino animal es tan escasamente representado como el reino vegetal; un pequeño número de guanacos, vicuñas, vizcachas y chinchillas, muchos ratones, algunas perdices, pequeñas bandas de tórtolas, y lagartos, son los principales huéspedes naturales de esta soledad. Pero en cambio, ¡cuántas riquezas minerales están sepultadas bajo las arenas o expuestas a la mirada atónita del inteligente viajero! El oro se encuentra al NNO de Tres Puntas, sobre la pendiente de los Andes y en las montañas de la costa cerca del puerto de Taltal, así como sobre las que rodean al norte el valle arenoso donde se pierde el río de Copiapó; la plata, en el distrito metalífero de Tres Puntas donde se explota la mina de plata más rica de la República en los depósitos metalúrgicos de Garín y Ladrillos, situados más al sur y casi en el mismo meridiano, en los de Pueblo-Hundido, de Indio Muerto, de la Encantada y en algunos otros donde no se ha hecho más que comprobar la existencia en la pendiente occidental de los Andes de Atacama. La parte central del desierto encierra también guías de plata, tales como Chanchocón, por los 27°8'45" lat. S y 14 long. E del meridiano de Santiagoe y Cerro Negro, situado bajo el paralelo del monte Jorgillo. El profesor Philippi en su informe al Ministro de Hacienda sobre las sustancias minerales del desierto de Atacama, dice, hablando del Cerro Negro, que la ley del mineral es de 70 marcos por medida de 64 quintales de peso, pero que no se la trabaja por falta de agua, de leña y de forraje para las bestias de carga. Avalúa en 10 leguas la distancia que separa este puerto de la aguada llamada Aguas Blancas (86).

La gran zona cobriza que se extiende a lo largo de las montañas de la costa de Chile y cuya presencia hemos hecho notar desde la latitud del Maule es ya muy rica en la provincia de Coquimbo y se prolonga aun al norte mucho más allá del territorio chileno. Las grandes y antiguas excavaciones de Vaca Muerta, de Hueso Parado y de Matancillas a lo largo de la costa del desierto, prueban que los trabajos de minas de cobre no datan de hoy día en esta región inhospitalaria. Actualmente se trabaja con un excelente resultado en los distritos del cobre, cuya cantidad de mineral responde a una ley de 30 a 40 por ciento, en el de las Animas y en algunos otros de menor importancia. Hay cobre también, pero menos frecuentemente, en la base más próxima a la meseta de los Andes en Atacama.

El cobre argentífero de Tres Puntas produce más de 20 por ciento de plata, 11 a 12 de cobre y 28 de antimonio.

El plomo argentífero ha sido encontrado en el Alto de Puquios en los Andes, entre 23°40' y 24° lat. S.

Además de estos metales, los únicos que llaman sobre ellos la atención, se encuentra el níquel, el cobalto y el hierro.

La sal común existe en muchas localidades del desierto, y los depósitos de los lagos salinos de Punta Negra y Atacama, que producen una sal excelente, son inmensos según lo que dice M. Philippi. Las quebradas de las cordilleras de Chaco situadas entre los 25° y 25°20' lat. S encierran un depósito considerable de sulfato de sodaf. El sulfato de cal se presenta igualmente en las montañas de la costa, entre Breadal y Cachillullal, y en las cordilleras, entre la aguada de Varas y Punta Negra; el de Barita en la quebrada andina de la Encantada, por los 25°40' lat. S.

Parece que un descubrimiento de los más importantes para esta región acaba de ser hecho por M. Félix Engelhardt; el del carbón fósil. Se ha encontrado a 10 leguas al sur del depósito mineral de Tres Puntas. No teniendo datos más positivos sobre este hecho, me limito a indicarlo.

Hasta aquí, más bien el acaso que las investigaciones científicas, han hecho descubrir las minas que se explotan. Luego que la población es llamada sobre un punto dado, por el incentivo de alguna nueva mina, el descubrimiento de muchas otras en las cercanías es su consecuencia.

Las costas del desierto suministran huano; pero no es de tan buena calidad como el del Perú. Se le exporta de Mejillones y de la islita de Balfin o Isla Blanca, que presenta un excelente fondeadero.

Hay muy buenos puertos en la zona fértil del oeste. El de Caldera, al presente el más importante de toda la provincia, está unido a la capital por un hermoso ferrocarril, y ha sido arrancado al dominio del desierto por la industria y el comercio: luego estos mismos elementos, activados por el aumento de la población, harán nuevas conquistas en esta región inhospitalaria, que será para las generaciones futuras lo que Tres Puntas, cuya existencia que se ignoraba hace poco, ha venido a ser para los presentes.

El puerto de Flamenco, por los 26°34'30" lat. S., es bajo el aspecto de la seguridad, uno de los mejores de Chile. Está perfectamente al abrigo de los vientos del norte y del sur; la aguada es un poco salobre, pero el desembarque es muy cómodo. La proximidad de las minas de cobre lo hará de una importancia muy notable. En 1839 no contaba más que con dos miserables ranchos, habitados por pescadores que se ocupaban en preparar y secar el congrio para el consumo de Copiapó. Se ha hecho una calzada para unirle a Tres Puntas y ya se hace notar este puerto en el comercio marítimo de Atacama.

El Chañaral de las Animas, situado en el desembocadero del barranco seco llamado Salado, que es el primer valle transversal que corta el desierto del este al oeste, es más notable por su situación que por su bondad como puerto. Se ha fundado allí una aldea, y para suministrar el agua necesaria a sus necesidades y a las de sus minas, se han establecido dos grandes máquinas de destilación.

El puerto de Lavata, en la bahía del mismo nombre por los 25°39'30" lat. S, está bien defendido de los vientos del sur; tiene una playa de fácil acceso y un anclaje muy bueno.

El Taltal o Juncal, llamado también Hueso Parado por los 25°24'30" lat. S, es un puerto ventajosamente situado; pero no es frecuentado sino por pescadores y por los indios del desierto que se ocupan de la cría de cabras. Está igualmente al abrigo de los vientos del sur, tiene un buen fondeadero, un fácil acceso, madera y agua mucho más potable que los puertos del sur.

El Paposo, por los 25°02'30" lat. S en el desembocadero del tercer valle transversal del desierto, era un puerto ya conocido y frecuentado a veces en tiempo de la dominación española. La aldea del mismo nombre no ha comenzado sin embargo a llamar la atención de los comerciantes sino desde muy poco tiempo. Los pastos de esta región mantienen las bestias de carga empleadas en la industria de las minas de las Animas, cuyos productos se exportan para el Paposo, lo mismo que los de la pesca del congrio, de la cual se ocupa una parte de sus habitantes.

Los dos últimos puertos son: Constitución, por los 23°26'42" latitud austral, con una entrada fácil y un excelente anclaje, y Mejillones, casi situado en la frontera de Bolivia. No obstante su posición favorable, este último no es al presente de utilidad alguna para los comerciantes y los industriales a causa de la falta absoluta de agua y madera. El porvenir de este puerto dependerá de las minas que se descubran en su vencidad. La cantidad de pescado y la explotación de las sustancias salinas que se encuentran en su paralelo no bastan para atraer a él la población. El país, en las cercanías de estos puertos partiendo de Cachinal hasta Botija, es en general fértil; la vegetación es bastante abundante; se producen aun algunos árboles frutales tales cómo los perales e higueras; la leña para quemar no falta allí y el agua es potable.

Debemos limitar aquí nuestros datos relativos al desierto, sobre cuya importancia no nos permiten extendernos los límites de este Ensayo.

La sección de Copiapó está separada al sur de la del Huasco por un territorio al cual su aridez debida a la sequedad, su formación y, sobre todo, la falta de agua, le han valido el nombre de desierto. El suelo de este distrito no cede sin embargo en nada en fertilidad al del resto de la República; porque apenas una pequeña lluvia primaveral viene a refrescar su ardiente superficie, que se ve cubrirse como por encanto de hermosos y seductores pastos; desgraciadamente no tardan en desaparecer bajo la influencia del sol. Pero donde se reconoce la fecundidad del terreno de la provincia, es en los risueños valles que riegan los dos ríos de Copiapó y del Huasco, los que se han sabido aprovechar para establecer canales de regadío que harían honor a cualquiera otro país favorecido por la naturaleza y el número de sus habitantes. Sin estos dos ríos, como ya lo hemos dicho, la fama de las riquezas de la provincia no existiría. Aun el clima está modificado por su acción benéfica; así, el terreno se presta igualmente a las producciones vegetales de la zona templada y a las de los trópicos. Los cereales se dan admirablemente en las mismas localidades donde se planta por curiosidad el algodón y la caña de azúcar. Nada puede igualar la buena calidad de la higuera, cuyo fruto voluminoso y azucarado se seca y exporta con un gran beneficio. El naranjo, el durazno, el granado y todos los demás árboles frutales cultivados en las provincias australes, se dan perfectamente en Atacama, y la pasa del Huasco es muy superior a la de Málaga o de Corinto. Desgraciadamente, las necesidades de la industria de las minas ocupan, en la multiplicación de las praderas artificiales para el alimento de las bestias de carga, el poco terreno que la escasez del agua permite fecundar, de modo que todos los demás ramos de la economía agrícola están necesariamente abandonados. Así, no bastando la producción a alimentar lo población, la mayor parte de los artículos alimenticios que no pueden ser introducidos económicamente por mar, son traídos de las provincias argentinas, por la vía de la cordillera. Sin embargo, en el número de los productos vegetales se ve figurar en la exportación, además de los higos y pasas, el fréjol, el ají, la brea vegetal y la flor de piedra. Los productos animales no entran casi por nada en la exportación, salvo, las pieles de chinchilla y los cueros de las vacas que se matan para el consumo inmediato.

Atacama está puesto en comunicación con las provincias argentinas por muchos descensos de la línea culminante de los Andes, llamados pasajes, y con el océano Pacífico por muchos puertos que facilitan la extracción e introducción de los productos industriales. Los principales pasajes en la sección del Huasco, son: La Laguna grande, Las Lagunillas, El Caballo Muerto, el Pintado y el Manflas; en la de Copiapó, la ausencia de las nieves facilita el paso por muchos puntos; pero los más frecuentados son el San Andrés, el Tránsito, Paipote, Pulido y San Guillermito, porque tocan inmediatamente en los grandes centros de los trabajos mineros.

Los puertos más considerables de la provincia, partiendo del límite que la separa de Coquimbo, hasta Caldera, donde concluye el desierto de Atacama son, por la sección del Huasco: el Chañaral, el Huasco y la Herradura, y por la de Copiapó: Totoralillo, Copiapó, Puerto Inglés y Caldera.

El Chañaral, puerto que comienza ya a ser importante, está situado por los 29°02'42" lat. S. Está bien defendido de los vientos del norte y del sur; pero los que soplan del suroeste hacen el desembarco muy difícil.

El Huasco, por los 28°27' 15" lat. S, no está al abrigo de los vientos del norte: Tiene un mal fondeadero; pero los grandes vientos son muy raros en estas latitudes. Su situación geográfica la hace muy útil para la exportación de los productos de los dos departamentos de Freirina y Vallenar.

La Herradura del Carrizal, por los 28°05'45" lat. S, es un puerto perfectamente protegido contra los vientos. Es preciso tener cuidado de no entrar en él del lado norte o sur, a causa de las rocas que interceptan el paso; pero no hay inconveniente alguno en penetrar en el canal por el noroeste porque se puede aproximar sin el menor peligro hasta 60 brazas de un lado u otro. El agua es allí muy escasa; es preciso procurársela de lejos.

El Totoral, por los 27°50'30", es notable por su situación; está bien garantido de los vientos del sur y cerca de tierra, con un fondo de 12 pies, los buques están igualmente al abrigo de los vientos del norte. El desembarco es muy cómodo, pero el fondeadero es rocalloso desde ocho brazas de profundidad cerca de la tierra; un poco más lejos la roca desaparece.

Copiapó, por los 27°20'00" lat. S, es un puerto bastante malo que la necesidad solo hizo frecuentar durante largo tiempo; ha sido abandonado ahora, y se ha escogido en su lugar el de Caldera, por los 27°04'00". Aunque la entrada de este último sea. menos abierta que la de Puerto Inglés, situado un poco más al sur, es sin embargo, bajo todos aspectos, el mejor de los que acabamos de citar. Fue declarado puerto mayor por una ley de 20 de noviembre de 1849, y aunque no había comenzado a gozar de todos sus privilegios sino el 22 de octubre de 1853, ha llegado a ocupar, con Valparaíso y Talcahuano, el primer rango entre todos los demás puertos de la República.

Entre estos puertos principales se encuentra además, a lo largo de la costa que los separa unos de otros, un número bastante considerable de ancones y ensenadas de las que algunas son visitadas de tiempo en tiempo por los buques mercantes que van a cargar allí minerales de cobre: tales son el Carrizal, 28°04'30" lat. S al norte de la Herradura; el Pajonales, 27°43'30" lat. S; el Salado, 27°39'20" lat. S; Barranquillas 27°30'40" al norte de Totoralillo, y Puerto Inglés 27°05'20" entre Copiapó y Caldera.

En todos los puertos de esta costa, la falta de aguadas y de maderas se hace sentir de un modo muy notable; pero por muy grandes que sean estos inconvenientes, los progresos de la industria y de la navegación los allanarán lo mismo que han sido allanados en el puerto de Caldera.

Los departamentos del Norte, Copiapó y Caldera, son más poblados y más ricos que los de Vallenar y Freirina. La fama de los tesoros minerales de Chile les es debida exclusivamente. Además de las guías argentíferas que poseen en el desierto, cuentan las de Chañarcillo, Sacramento, San Antonio, Cabeza de Vaca, Checo y muchos otros de una alta importancia. Estos distritos mineros están bastante próximos unos de otros en la pendiente de los Andes, para que las nuevas vetas que se explotan en las cercanías les den una apariencia notable de unidad. Esta zona argentífera, si me es permitido llamarla así, tendrá un largo N S de un grado 51 minutos, desde la Rosilla, por los 28°31' hasta Tres Puntas, por los 26°40' y un ancho medio de 30' partiendo de las quebradas de los Andes. He aquí la elevación en metros de algunas de las minas más considerables sobre el nivel del Océano.

Garín, descubridora
2810m Crosnier.
Cabeza de Vaca, la Plasilla
1614m Domeyko.
Chañarcillo, Carmen Alto
1235m Domeyko.
San Antonio, descubridora
1214m Domeyko.
Bandurrias, descubridora
1118m Domeyko.
Ladrillos, veta de abajo
757m Domeyko.

Aproximación de los paralelos en los que se encuentran las principales minas de plata explotadas en esta zona, partiendo de Tres Puntas, según el mapa de Copiapó trazado por M. de St. Didier en 1855(87).

Tres Puntas 26º40'

Garín 27°05'

Garín 27º15'

Ladrillos 27°20'25"

Checo 27º30'

Brea 27º45'

Pampalarga 27°42'15"

Cabeza de Vaca 27°40'20"

San Félix 27°40'20"

La Presidenta 27°48'30"

Los Zapos 27°50'

Lomas Bayas 27°50'

San Antonio 27°58'

Chañarcillo, descubridora 28°06'

Sacramento 28°09'30"

El Altar 28°09'30"

Bandurrias 28°10'20"

Cachilullo 28°15'

La Rosilla 28°31'

El lecho más notable de cobre al sur del desierto y al norte del Huasco, es el Checo, situado al este de Nantoco. La riqueza de sus minerales se ha sostenido siempre desde su descubrimiento. Esta mina, propiedad de una compañía inglesa, exportaba ya, en 1831, 6.000 quintales de cobre, y la ley del mineral era de 70 por ciento.

Las antiguas excavaciones suministran la prueba de los grandes trabajos que se habían emprendido para la pesquisa de vetas de oro en muchos puntos de Copiapó, y sobre todo al sur de la ciudad capital de San Francisco de la Selva, donde está colocado el distrito aurífero de Jesús María.

El cinabrio ha sido encontrado en la pendiente de los Andes por los 23°20'40" lat. S en las minas de los Frailes que están en vía de explotación; y el níquel, en Chañarcillo.

La industria agrícola de Copiapó se reduce a la formación y sostén de los potreros para el alimento de las bestias de carga. Esta región es sobre todo la que para mantenerse necesita traer de afuera las sustancias alimenticias, de que está completamente privada.

Los departamentos del sur, Vallenar y Freirina, que se comprenden todavía bajo el nombre de Huasco, aunque menos ricos en producciones minerales que los dos precedentes, son más favorecidos en cuanto a recursos agrícolas. Su territorio comienza a tomar, a algunas leguas de la costa, ese aspecto triste que caracteriza a los departamentos del norte. La vegetación, activada por un río mucho más grande que el de Copiapó, ofrece muchas veces praderas de alfalfa, plantaciones, frutas y viñedos de que está desprovista la sección del norte.

Las minas de Huasco presentan las mismas variedades que las de Copiapó, pero éstas al presente son inferiores en riqueza. El níquel se encuentra igualmente en el distrito del Carrizo, 15 leguas al sur de la ciudad de Freirina.

He aquí la división política de la provincia.

PROVINCIA DE ATACAMA 1856

Departamentos

Subdelegaciones

Inspectorías

Parroquias

Población

Hombres

Mujeres

Escuelas Gratuitas

Escuelas Particulares

Colegios

Hospitales

Freirina

7

22

1

6.789

4.095

2.694

6

-

-

-

Vallenar

10

34

1

11.300

6.186

6.186

6

2

-

-

Caldera

2

8

2.533

1.703

830

8

-

-

-

-

Copiapó

15

56

1

30.068

18.842

11.226

4

4

4

1

 

34

120

3

50.690

30.826

19.864

24

6

4

1


Cabeceras de departamentos Su renta $ Aldeas
Freirina
4.013
Huasco, Huasco bajo
Vallenar
8.713
San Félix
Caldera
-
-
Copiapó
161.877
Juan Godoy y Nantoco Tres Puntas
-
177.603
-

Comparación del censo de 1844 con el de 1854

Departamentos
1844 población
1854 población
Diferencia
Freirina
4.923
6.789
1.866
Vallenar
8.284
11.300
3.016
Copiapó
11.898
30.068
20.703
Caldera
2533
-
-
Total
25.105
50.690
25.585

De los cuatro departamentos que componen la provincia de Atacama, el de Copiapó propiamente dicho tiene más interés. Está limitado al este por los Andes y al oeste por el departamento de Caldera. Su ciudad principal, San Francisco de la Selva, es al mismo tiempo capital de toda la provincia y la residencia de las autoridades más notables. Cuenta además algunos pequeños villorios, de los que los más notables, son Juan Godoy, al pie de la rica colina de Chañarcillo; Tres Puntas, cerca de la mina del mismo nombre; San Fernando, Nantoco, San Antonio y algunos otros de menor importancia, situados en las márgenes del río de Copiapó y en las cercanías de las oficinas de amalgamación.

La ciudad de San Francisco de la Selva, unida al puerto de Caldera por el más grande ferrocarril que se ha construido en la América Meridional, está a 50 millas del puerto, sobre la margen meridional del río Copiapó, por los 27°24' lat. S y 15'50" long. E del meridiano de Santiago. Está a 396 metros sobre el nivel del océano. Su aspecto, el movimiento de vida que allí se observa y la multiplicidad de sus recursos desde el establecimiento de la vía férrea, hacen su residencia tan interesante como agradable. Simple aldea hace seis años y arrastrando una existencia precaria y costosa, este lugar no era habitado sino por los propietarios de minas. Desterrados por el fastidio, se dirigían siempre hacia las regiones centrales para gozar mejor de su fortuna. Pero desde 1851 todo cambió de aspecto; el ferrocarril llevó el gas, los bellos edificios, el teatro, los paseos públicos, las comodidades, el lujo, la abundancia de combustible como de sustancias alimenticias y el espíritu de empresa por asociación, el cual hace afluir todos los días hacia la ciudad y el departamento un gran número de extranjeros y nacionales que se establecen de una manera definitiva y permanente. La ciudad tiene una bella iglesia con un altar de mármol de un gusto notable, dos conventos pertenecientes a los religiosos de la Caridad y San Francisco y dos capillas públicas sostenidas por particulares.

Existe en la ciudad, bajo el nombre de Gremio de Minería, una corporación que cuida del mantenimiento del orden y de la dirección legal de los trabajos en las minas, del buen estado de los caminos, de la apertura de las nuevas vías de comunicación y del empleo de los fondos de utilidad pública. Sus rentas eran en 1853, de 31.253 pesos percibidos, a la tasa de 4 de real por marco, sobre la plata exportada. El resto de los gastos, a que no podían bastar sus recursos, son de cargo del estado.

Se evalúa en 1.900.000 el valor de los nuevos edificios construidos en esta ciudad dos años después de la creación del ferrocarril, cuyos beneficios se hicieron sentir simultáneamente en las aldeas de San Fernando, San Antonio y Juan Godoy. Una población tan diseminada, y cuyos centros de reunión cambian a merced de los nuevos descubrimientos, hace la acción del Gobierno poco eficaz en las mejoras materiales e intelectuales que podrían introducirse en este departamento. Además de la vía férrea, que acaba de ser prolongada seis leguas más al interior, se notan los caminos que comunican entre la capital y Chañarcillo, Romero, Sacramento y Pérez, que son otras tantas minas considerables, y el camino de Tres Puntas al puerto de Flamenco. Todos estos caminos son carreteros y perfectamente mantenidos.

El departamento de Caldera, situado al O del de Copiapó, comprende en su jurisdicción el territorio marítimo de esta sección y el que corresponde al valle que hemos llamado de la corta, hasta Mejillones. Su población, como su existencia, no data sino desde algunos años, es de 2.533 habitantes, distribuidos en Caldera, cabecera del departamento, en algunas minas en explotación, en pequeñas aldeas igualmente improvisadas y en los puertos de Chañaral de las Animas, de Flamenco, Paposo y Barranquillas, los únicos hasta el presente por donde se exportan los productos septentrionales de la provincia. Las producciones de este departamento, como las de Copiapó, son únicamente las de las minas, cuya explotación y valor comienzan a aumentar por el ferrocarril que las atraviesa.

Esta fracción árida y arenosa del desierto de Atacama prueba de nuevo que la raza humana es capaz de pasar de las regiones más favorecidas por la naturaleza a los parajes más ingratos del mundo cuando es atraída por el incentivo del lucro. En el puerto de Caldera, al presente capital de departamento, no se encontraba hace seis años sino piedras y arenas ardientes; ni una gota de agua potable, ni una astilla de leña, ni un rancho para cobijarse. Este fue sin embargo el local inhospitalario que el espíritu de empresa eligió para establecer allí el punto de partida de la línea del ferrocarril que debía llevar la vida industrial al interior y poner a la disposición del comercio exterior las grandes riquezas que estaba llamada a suministrar. Desde que se trazó la ciudad, el terreno fue terraplenado por medios costosos; sobre sus arenas no ha mucho movedizas se vieron elevarse bellos edificios públicos y almacenes particulares, y el más hermoso muelle de los puertos del Pacífico fue echado sobre el océano. El puerto de Caldera, visitado por todos los pabellones del mundo, vino a ser, desde el momento de su fundación, uno de los primeros puertos del país. Se puede apreciar su importancia gradual por estos simples datos estadísticos; el ferrocarril fue puesto en actividad en 1851; el movimiento marítimo del puerto fue en el mismo año de 161 buques nacionales y extranjeros, midiendo 48.958 toneladas; en 1852, de 226 buques nacionales y extranjeros, midiendo 78.678 toneladas, y en 1855, de 634 buques nacionales y extranjeros, midiendo 238.386 toneladas. Es verdad que en este último año se ha reunido al movimiento del puerto de Caldera, aquel que tiene lugar al mismo tiempo en los de Chañaral, de las Animas, de Flamenco, Paposo, Barranquillas, que forman sus dependencias y comienzan a ser visitados.

La falta de agua ha sido suplida por fuertes máquinas de destilación, cuyo producto basta al consumo de la ciudad, de los buques y de los calderos de las locomotivas. El puerto tiene dos muelle notables: el primero, destinado a la carga y descarga de las lancha y botes, tiene 220 pies de largo sobre 70 de ancho. El segundo, que tiene 24 pies de agua a su extremo y 16 del lado de tierra, tiene 320 pies de largo sobre 34 de ancho; está unido al continente por una calzada de piedra de una extensión de 1.200 pies. Este último muelle tiene rieles y tres vagones pueden marchar de frente al mismo tiempo.

Los dos departamentos de Huasco y de Freirina tienen cada uno una ciudad cabecera del mismo nombre. La ciudad de Vallenar, situada en el valle central y en la margen septentrional del río Huasco, está a 18 millas del de Freirina, que se encuentra en el valle de la costa, en la margen opuesta del mismo río.

Los habitantes del Huasco están agrupados en estas dos ciudades principales, en las aldeas del Huasco alto y del Huasco bajo, en las de San Félix y del Tránsito, en algunos villorios más o menos insignificantes, en las numerosas minas y en los puertos Chañaral, Peña Blanca, Herradura, Pajonales y Huasco propiamente dicho, de modo que el país parece desierto fuera de estos lugares.

La guardia nacional de la provincia se compone de 4 batallones de infantería, formando un efectivo de 1.959 infantes y de 8 escuadrones de caballería con 670 caballeros.

Si examinamos el estado de la instrucción pública en la masa de la población, encontramos, sobre 408 individuos, una persona que sepa leer y escribir y una, sobre 348 que sepa leer solamente.

La división de la propiedad territorial es como sigue(88):

Provincias Departamentos
Propiedades
Entradas $
Diezmo percibido en 1852
Atacama Copiapó
315
207.975
1.354
Caldera
-
-
-
Freirina
185
35.267
512
Vallenar
691
137.471
1.998
Total
1.191
380.713
3.864

El que quisiera formarse un juicio sobre el estado industrial y mercantil de Chile, sobre los hábitos y costumbres de sus habitantes, sin salir de Copiapó, que es no solo una parte de la República sino el centro de reunión de todos sus grandes capitalistas, cometería un grave error. Copiapó es la miscelánea del carácter de todas las naciones que tienen relaciones más o menos directas con Chile; sus habitantes no marchan de acuerdo más que en la actividad que es preciso desplegar para adquirir los tesoros que el juego aventurado de las minas hace entrever. Bajo el imperio de halagüeñas ilusiones y de esperanzas frustradas, su carácter se resiente de la presión constante que ejercen la indecisión, la alegría y, con más frecuencia, la tristeza.

Comparando esta débil población, en su mayor parte agrícola, a las grandes masas de mineral exportadas de la provincia, es como se puede apreciar el valor de sus minas y convencerse de la necesidad absoluta que hay de aumentar el número de brazos para la explotación de aquellas que no se ha hecho sino escarbar o que son abandonadas porque no dan un rendimiento fabuloso a los empresarios. Por lo general, los trabajos no son llevados sino débilmente y se les abandona a las primeras dificultades que no pueden vencer los mezquinos recursos que se emplean. El impulso dado al presente a la industria minera se hace sentir ya en todas partes, porque, desde el mes de enero de 1851 hasta abril de 1853, 2 minas antiguas de oro, 98 de plata y 105 de cobre han sido puestas nuevamente en explotación en la sección del Huasco, y en la misma época se han emprendido trabajos en 5 minas de oro, 82 de plata y 138 de cobre recién descubiertas.

El gobierno contribuyó poderosamente a favorecer este impulso por los privilegios concedidos a los empresarios de ferrocarril, por la fundación de nuevos puertos, por la construcción de almacenes de depósito y de un hermoso edificio de aduana, por la regularización del servicio postal, por la reparación de los caminos, por la creación de nuevas escuelas gratuitas, por la fundación de casas de beneficiencia, por el aumento de los jueces letrados y sobre todo, por el tratado concluido con el gobierno de la Confederación argentina, el 30 de abril de 1856, el cual suprime todos los derechos de importación y exportación por la vía de la cordillera, entre las dos naciones. Este acto, cuya importancia es incalculable para Chile en general y para la provincia de Atacama en particular, va a contribuir de un modo muy eficaz a activar la explotación de las minas cuyo rendimiento no bastaba a cubrir los costos de extracción.

La industria propiamente dicha no data en Atacama sino desde algunos años. No se empleaba entonces sino la fuerza directa del hombre; los medios especulativos, que multiplican esta fuerza cuando están combinados con ella, y que sirven para utilizar los recursos locales y las leyes generales de la mecánica, no entraban allí para nada. La industria minera y agrícola, estos dos elementos de prosperidad que comenzaron a salir de la infancia cuando la consolidación de nuestro estado social, se hallan aún muy lejos de llegar a su perfección. La explotación de las minas, no obstante el desarrollo que ha tomado, deja mucho que desear, porque, como ya lo hemos dicho, no hace sino escarbar las materias primas que la naturaleza ha esparcido a manos llenas en esta región. Una simple indicación, cuya exactitud no se atreverán a controvertir los mismos chilenos, bastará para probar esta verdad. Existen en la provincia más de mil propietarios que se llaman mineros de profesión, y cada uno de ellos se cree con derecho para criticar la marcha del trabajo de su vecino, sin dejar de ser a su vez criticado por éste. En las excavaciones, se comienza a hacer uso de los pozos perpendiculares para extraer, con el auxilio de las máquinas, el metal y los trozos de roca. La mayor parte del tiempo de esta penosa operación se hace a espaldas del hombre. Los mineros aprendices, cargando en sus espaldas un gran saco de cuero lleno de trozos de piedra y de metal, recorren las galerías subterráneas, con una luz al extremo de un palo para ver dónde ponen los pies y trepan sobre los requicios de los más espantosos precipicios hasta la superficie del suelo, donde no hacen más que arrojar su pesada carga para volver a bajar otra vez a fin de repetir esta operación, tan lenta como inhumana. Cuando la veta está interceptada por algún desarreglo en las capas de la formación donde existe, nadie podría ni aun indicar, de un modo más o menos seguro, en qué sentido deben practicarse galerías para encontrarla; y los reclamos judiciales, sostenidos con calor por una y otra parte, manifiestan que los trabajos no son conducidos por verdaderos ingenieros de minas. La operación de separar el mineral de la piedra o de las masas que no tienen sino una ley de poco valor, es generalmente bastante perfecta. Como no se tiene agua para los lavados y no se emplean hasta el presente las máquinas para triturar, esta separación se hace a martillo. Los trabajadores están sentados en tierra; una piedra les sirve de yunque para quebrantar el mineral y hacer la elección.

Hasta el mes de noviembre de 1852 no se sacaba partido sino de los minerales de plata que se prestaban a la amalgamación inmediata. El resto era desechado a menos que no fuese de una excelente ley, y en este caso se le vendía a precio muy bajo para exportarlo a Europag. En la actualidad, se comienzan ya a ver algunos establecimientos donde se hace uso de los procederes científicos para preparar el mineral a la amalgamación inmediata y emplear la fundición en la operaciones. En cuanto a los trabajos de amalgamación inmediata, se hacen en los numerosos talleres de Atacama con tanta perfección como en muchos de los establecimientos europeos, particularmente como en los de Freiberg. Las máquinas son más finas, más perfectas y más expeditas. Para moverlas no se sirven aun de los aparatos de vapor; se les reemplaza por la fuerza del agua, y no puede menos de admirarse que se haya conseguido en Copiapó, con la escasa corriente de agua de su riachuelo, que corría sobre ardientes arenas hace algunos años y no llegaba sino raras veces al mar, poner no sólo en ejercicio veinte poderosas máquinas de molienda y amalgamación, sino además esparcir el frescor y los buenos pastos en las márgenes del estrecho valle del río, desde el torrente de Pulido, a 2.370 metros de altura sobre el nivel del mar, hasta los ribazos de arena de la costa marítima.

Se muele el mineral con muelas perpendiculares de granito o de hierro colado, de un peso medio de 3.000 kilogramos, y en la amalgamación se emplea igualmente el sistema americano de patios (amalgamación en tortas), el de los toneles giratorios sobre su eje que se usan en Freiberg, Oberschlemma, Mansfeld, etc., y el llamado de Cooper. Este último muy en boga en Chile, no es otro que el antiguo método de amalgamación noruego considerablemente perfeccionado. Grandes tinajas reemplazan los pequeños toneles; el fondo de cada una, de hierro colado, sostiene en su centro un palo vertical que pone en movimiento una cruz pesada igualmente de hierro. Esta cruz produce el doble efecto de triturar la pasta, disminuir las moléculas por su fuerte roce sobre el fondo y favorecer la amalgamación por la acción química de un ácido y del hierro sobre los cloruros.

Todos los establecimientos están provistos de aparatos de destilación para separar el mercurio de la plata y de pequeños hornos de reverbero para fundir el metal de amalgamación, que se entrega en seguida al comercio bajo el nombre de plata en barra (lingote).

Examinando el resultado de los trabajos de amalgamación inmediata ejecutados en cinco de estos establecimientos durante dos años y medio, desde el 1° de enero del año 1851 hasta el 30 de junio de 185 3, se encuentra que la ley media del mineral es de 0,40 por ciento. La más crecida ley obtenida fue de 3.492 libras y media, sobre 6.400 libras provenientes de Chañarcillo.

Antes de la apertura del ferrocarril, una veta argentífera cuyo mineral no llegaba a una ley de seis libras de plata por medida de 6.400 libras, no pagaba sus gastos, a menos que la situación no fuese muy ventajosa y el beneficio muy considerable. Actualmente se trabajan aun las vetas, cuyo mineral es de una ley inferior, pero débilmente y siempre con la esperanza de verlos enriquecer.

En los distritos de Chañarcillo, de Tres Puntas, de Sacramento, de Romero, y de San Antonio, donde están las minas de plata más célebres, se emprende la explotación de veta enteramente estériles en la superficie y aun de aquellas que lo son a una gran profundidad, con la esperanza de atravesar una capa argentífera o bien que la veta se ponga rica por algún accidente imprevisto, lo que sucede muchas veces. De aquí, el gran número de minas de plata en laboreo y los pocos resultados favorables que obtienen por lo regular los que no poseen minas productivas.

La cantidad de vetas trabajadas sin utilidad alguna, el dinero y brazos que exigen y la ruina consiguiente para los empresarios, han hecho nacer, respecto de la abundancia y ley general de los minerales chilenos, graves errores en los cálculos sobre la riqueza comparativa de nuestras minas con las del antiguo continente. Se complacen en atribuir la productibilidad de Atacama más bien a las grandes masas de mineral que se extrae de las minas que a su crecida ley. Es verdad que la mayor parte de las vetas metalíferas da un gran beneficio; pero su rendimiento está en sentido inverso de su ancho. Así, se trabajan minas, cuyas vetas encajonadas en una roca que no cede sino a la pólvora, no tienen más que algunas líneas de espesor; pero dan plata nativa; esto es lo que sucede en las venas metalíferas llamadas guías.

En Chile no se extrae de los minerales de plata y de los de cobre sino una parte de la plata o del cobre que contienen, porque los residuos vendidos al extranjero costean los gastos de transporte y dejan aun beneficio a los empresarios. En Europa, se extrae del mineral todas las sustancias útiles que entran en su composición.

En las minas de Rammelsberg, en Harz inferior, se trabaja, en 1850, 8.992,20 metros cúbicos de mineral, y su producto en plata, obtenida con la perfección europea, no excedió de 3.792 marcos y una fracción. No es raro ver en Copiapó una sola medida de 64 quintales de peso producir más. Así entre el 1° de enero de 1851 y el 30 de junio de 1853, se sacó del Manto de Peralta medida de 64 quintales de una ley de 6.983 marcos, y del Retamo, de San José y del Manto de Ossa 2.708, 2.285 y 987 marcos por cajónh.

He aquí algunas observaciones más generales sobre esta cuestión.

El mineral argentífero que se sacó de las minas de Freiberg y sus dependencias, en el año 1853, fue, según los anales de la Academia Real de este distrito, de 315. 344 quintales, los que dieron por resultado 98.500 marcos y una fracción.

Cinco establecimientos de amalgamación inmediata, durante el curso de dos años y medio, de el 1° de enero de 1851 al 30 de junio de 1853, han trabajado 150.823 quintales de minerales de plata que les llegaron indistintamente de diferentes minas de Copiapó. El peso, como se ve, no llega a la mitad de el del mineral argentífero de Freiberg, y la plata no ha sido extraída en su totalidad. He aquí sin embargo el resultado.

Nombres de los establecimientos
Quintales de mineral
Marcos de plata
Cerrillos
69.575 qles. 47 ½ libras
161.579,52
Ossa
27.726 qles. 13 libras
135.271,07
Tránsito
33.595 qles. 56 libras
98.311,13
Punta del Cobre
4.969 qles. 82 libras
2.774
Pabellón
15.856 qles. 51 libras
63.632,90
5
150.823 qles. 49 ½ libras
461.568,62

Al presente, he aquí la manera de calcular en Chile la ley del mineral. Como es sabido, las sustancias metálicas que salen de las minas son casi siempre compuestos más o menos complicados e impuros de diversos minerales. En Europa, se les somete a preparaciones mecánicas para dar a la parte útil el más alto grado posible de concentración antes de enviarla a las oficinas bajo el nombre de mineral, tomado en su acepción particular. Estas preparaciones son; 1° la limpia; 2° el quebrantamiento; 3° el apartado; 4° la cierna; 5° el machacamiento y el lavado. Todas estas operaciones o la mayor parte al menos son del dominio de la explotación de minas, y en Chile, fuera del quebrantamiento y del apartado no se las conoce ni aun de nombre. El minero quiebra la veta, cuyas partes útiles están muchas veces distribuidas desigualmente en su masa. Estos trozos, echados por tierra en una pequeña explanada, son quebrados con el martillo: los pedazos considerados de alguna utilidad son puestos aparte; los demás es arrojado de alto abajo de la colina. He aquí toda la operación a que se somenten las sustancias que provienen de la mina antes de entregarlas a las oficinas de amalgamación inmediata, que no hacen más que reducirlas a polvo y someter todo el resultado de la molienda a la acción de la trituración y del mercurio. La ley es calculada sobre la más o menos plata que suministra esta masa sin depuración.

La explotación de las vetas argentíferas cuyo mineral no se presta a la amalgamación inmediata ha vuelto a emprenderse últimamente; se vende el producto en bruto al extranjero por falta de brazos y conocimientos para hacer su beneficio en Chile. El número de las minas de plata que se trabajan en la provincia en 1853, era de 536 y la mayor profundidad a la cual se había llegado era de 1.368 pies en la mina de Santo Domingo, distrito de Chañarcillo.

Después de la plata, el cobre es el que ocupa el primer lugar en la industria de las minas de Atacama. Las vetas de cobre son más esparcidas, de más beneficio y generalmente más fructíferas para los empresarios en atención a que no las trabajan como las vetas argentíferas, es decir impelidos solamente por encontrar temprano o tarde una fortuna; sino en vista de beneficios inmediatos que comienzan por pagar los costos de extracción. El número de las minas de cobre explotadas o amparadasi en 1853 era de 266; ésta ha aumentado de un modo considerable al presente. Se encuentran a lo largo de la costa. No se trabaja jamás en las que están situadas al interior cualquiera que sea su riqueza, a causa de la falta de trabajadores y de los medios de transporte.

En su explotación se sigue el mismo sistema que se emplea en la de las vetas argentíferas. El uso de los hornos de reverbero se hace de día en día más general y ya no se pierde más la enorme cantidad de metal que, por la mala construcción de los hornos de manga, quedaba en las escorias y en los residuos. Muchos empresarios han hecho grandes y rápidas fortunas nada más que sometiendo de nuevo estos residuos abandonados a un tratamiento mejor arreglado. La falta de combustible y de conocimientos es aún la causa de que se exporten para Europa grandes cargamentos de mineral de cobre. Los departamentos de Freirina y Vallenar poseían en 1853 veinte y cinco establecimientos con treinta y cuatro hornos de reverbero, de los que tres fundían únicamente con auxilio del carbón de piedra. La ley más alta del metal de cobre es de 80 por ciento; la media, generalmente de 30, y la más baja de 6.

Los departamentos de Copiapó y Caldera contaban apenas, en el mismo año, seis establecimientos para la manipulación del mineral de cobre; los pocos obreros de que podía disponerse estaban ocupados en las minas de plata, y la carestía del combustible tuvo a esta industria adormecida hasta la creación del ferrocarril. Al presente, se ve en el puerto de Caldera muchas excelentes oficinas donde se beneficia este mineral.

En la Memoria sobre la provincia de Atacama presentada al Gobierno en 1853, por el Intendente de esta provincia, el señor de la Fuente, encontramos las observaciones estadísticas que reproducimos aquí.

MINAS EXPLOTADAS EN 1853

Departamentos
Oro
Plata
Cobre
Total
Trabajadores
Copiapó
17
509
116
642
6.869
Caldera
-
-
-
-
-
Vallenar
3
25
60
88
440
Freirina
2
2
90
94
855
Total
22
536
266
824
8.164

Producto de estas minas desde 1° de enero de 1851 hasta el 30 de abril de 1853:

Plata
893.254 marcos
8.709.226 pesos
Mineral de plata
211.569 quintales
3.173.520 pesos
Cobre
18.697 quintales
299.252 pesos
Mineral de cobre
269.363 quintales
673.407 pesos
Cobre, 1ª fundición
148.852 quintales
1.265.242 pesos
-
14.120.547 pesos

De este total de valores 11.910.667 pesos corresponden a los departamentos de Copiapó y Caldera y 2.209.880 al del Huasco. La tasa de la plata es fija para formar estos cálculos y es de 9,75 pesos el marco; el del mineral argentífero es a 15 pesos por quintal; el del quintal de cobre en barra a 16; el del mineral de cobre a 2,50 y el del eje, resultado de la primera fundición, es a 8,50.

El número de obreros empleados en todas estas minas, en 1853, era de 8.164, de los que 6.869 correspondían a las de Copiapó y 1.290 a las del Huasco.

Las minas de oro, cuya explotación data del tiempo de la conquista y aun de una época anterior, pues, el oro de Copiapó fue el principal móvil que lanzó a los conquistadores sobre Chile, atraen muy poco la atención de los mineros.

He aquí algunos datos para los extranjeros que quieran consagrar sus esfuerzos a la explotación de minas en Chile.

Todas las vetas y depósitos de sustancias minerales, a excepción de las que contienen carbón fósil, azufre, cal y otras materias análogas, son consideradas como pertenecientes al Estado. El que descubre una de ellas y pretende emprender su explotación, dirige una petición al gobernador del departamento, y se le conoce la propiedad sin otros gastos que el del papel sellado en el que se extiende la petición, los derechos del gobernador que concede y los del escribano público que toma anotación. Estos gastos no pasan nunca de tres pesos. Debe, además, hacer con el propietario del terreno donde se encuentra la veta o el lecho metalífero, en caso que este terreno no pertenezca al Gobierno, un arreglo por el valor del espacio destinado a las oficinas del establecimiento. El propietario es obligado a renunciar a este terreno durante el tiempo que dure la explotación mediante una indemnización cuyo importe es fijado por árbitros nombrados por los interesados y en caso preciso por la autoridad. El que hace el descubrimiento de una veta tiene derecho a tres propiedades en ella, si es que hace el pedido en compañía. Cada propiedad está dividida en 24 acciones, llamadas barrar. El concesionario de una propiedad no tiene más deber que cumplir con explotarla; sin embargo, es libre de abandonar el trabajo cuando le convenga; pero una vez comprobado el abandono, pierde sus derechos, y el primero que llegue puede sucederle, después de haber solicitado el permiso de las autoridades. Los trabajos de explotación están sujetos a la inspección de los jueces de minas a fin de que sean conducidos según las prescripciones legales, a las que está sometido todo propietario de minas; si se aparta de ellas, pierde su privilegio. Estas prescripciones tienden, en general, a prevenir los derrumbes y los demás peligros a que pueden estar expuestos los mineros.

Existe en las ciudades principales y cerca de los criaderos metálicos, una multitud de almacenes de depósito provistos de todo lo que puede ser necesario a la explotación. Estas casas se ocupan no sólo de la venta directa de sus mercaderías, sino que además suministran a los mineros que no tienen con que comprar al contado, los víveres y útiles que necesitan. Si la mina produce algo, los habilitadores encuentran como pagarse; si nada produce, pierden generalmente el precio de sus adelantos. A pesar de los riesgos de esta especulación, como los beneficios son enormes si el trabajo es coronado de buen éxito, el número de estos proveedores, lejos de disminuir, aumenta de día en día(89).

Además de estos establecimientos, hay en las ciudades casas de comercio que compran los minerales y los metales. Son conocidas bajo el nombre de casas de rescate. Gracias a las ganancias enormes que realizan, se forman en muy pocos años grandes fortunas. Ellas son, regularmente, las que suministran capitales a los habilitadores e imponen un oneroso tributo al trabajo por los precios módicos a los que se hacen dar los productos de las minas. He aquí cual era el precio fijado a estos productos en el año 1853: me complazco en señalarlo a fin de llamar sobre este asunto tan importante la atención de los capitalistas europeos.

El precio de la plata piña (plata de amalgamación) era de 9 pesos el marco; el del mineral de plata se arregla según la ley como sigue:

Ley de 50 - 75 marc. por caj.: 3,81 ps. el marc.

Ley de 76 - 100 marc. por caj.: 4,77 ps. el marc.

Ley de 101 - 150 marc. por caj.: 5,25 ps. el marc.

Ley de 151 - 200 marc. por caj.: 5,70 ps. el marc.

Ley de 201 - 400 marc. por caj.: 6,18 ps. el marc.

Ley de 401 - 600 marc. por caj.: 6,92 ps. el marc.

Ley de 601 - 800 marc. por caj.: 7,17 ps. el marc.

Ley de 801 - 1000 marc. por caj.: 7,30 ps. el marc.

Ley de 1001 - 2000 marc. por caj.: 7,41 ps. el marc.

Mas allá de 2000 marc. por caj.: 7,55 ps. el marc.

Precio del cobre: Cobre fundido marc. por caj.: 15 a 16 ps. el quintal.

Minerales de cobre:

--
Pesos:
5 p. ct.
0,62 ½ el qtal.
6 p. ct.
0,75 el qtal.
7 p. ct.
0,87 ½ el qtal.

 

Minerales de cobre:
Pesos:
8 ps. cts.
1,00 el quintal
9 ps. cts.
1,12 ½ el qtal.
10 ps. cts.
1,25 el qtal.
11 ps. cts.
1,37 ½ el qtal.
12 ps. cts.
1,50 el qtal.
13 ps. cts.
1,62 ½ el qtal.
14 ps. cts.
1,75 el qtal.
15 ps. cts.
1,87 ½ el qtal.
16 ps. cts.
2,00 el qtal.
17 ps. cts.
2,12 ½ el qtal.
18 ps. cts.
2,25
19 ps. cts.
2,37 ½ el qtal.
20 ps. cts.
2,50
21 ps. cts.
2,62 ½ el qtal.
22 ps. cts.
2,75 el qtal.
23 ps. cts.
2,87 ½ el qtal.
24 ps. cts.
3,00 el qtal.
25 ps. cts.
3,12 ½ el qtal.

Partiendo de esta última ley se pagaba 0,15 2 ps. por cada unidad por ciento que se encontraba de más en el metal, que se hacía ensayar varias veces a fin de estar más seguro de su contenido. Al presente con poco más o menos diferencia, los precios del rescate son los mismos.

En cuanto a la industria agrícola de la provincia, tenemos que decir que deja aun mucho que desear para llegar a su perfección; sin embargo, podría servir de modelo en lo que concierne a las praderas artificiales. La necesidad, más bien que la ciencia, ha dictado allí reglas para cuya combinación y observación se saben aprovechar hasta los menores incidentes del terreno para conseguir agua.

Se cultiva también el trigo y las legumbres conocidas, pero en una cantidad siempre proporcional a la pequeñez de los campos que la influencia directa de las irrigaciones pone en estado de alimentar vegetales. Sin el auxilio que se obtiene de la República Argentina en artículos alimenticios la mitad de los trabajos emprendidos hoy día serían seguramente abandonados, a causa de la dificultad que se experimentaría para procurarse víveres en otra parte.

Concluyo aquí mis indicaciones generales sobre esta provincia notable, a la que debemos el espíritu de asociación que comienza a desarrollarse por todas partes y las grandes riquezas que lo ponen en acción. Las cifras estadísticas que consigno más lejos completan este ligero bosquejo.

El año 1844, en que la estadística mercantil de Chile comienza a tener una forma regular, muestra, por los productos de Atacama y por su valor, en qué estado estaba entonces este ramo importante de nuestras riquezas territoriales(90). Los metales se pagaban a bajo precio. En los departamentos del sur, los minerales de plata comenzaban apenas a extraerse por el ensaye, y en Copiapó no se hacía de ellos mención alguna. Cuatro años después, a pesar de la prohibición de las relaciones comerciales con las provincias argentinas, se ven ya las proporciones que el comercio tomaba en el aumento de las producciones y en el alza de sus precios. El año 1851 vino a dar una nueva faz a este comercio y aunque el estado de las minas no sea, con mucho, tan brillante como en la época de su descubrimiento, el rendimiento es de día en día más considerable.

Los productos mineros que se exportan de la provincia son: el oro, en pequeñas cantidades; la plata, cuya mayor parte se entrega al comercio interior; el cobre, que comienza a desempeñar un gran papel en la exportación; los minerales de cobre y de plata, de los que se remiten masas enormes en bruto o medio elaborados; el plomo, el cobalto y el níquel, que se extrae más bien a modo de ensaye que como objeto de utilidad notable para el comercio de retorno.

Bajo el nombre de productos industriales, comprendemos los de la industria agrícola, las cosechas de liquen y el escaso producto de la pesca, de la caza y de algunas industrias locales.

Comercio de exportación de los productos nacionales por los puertos de Copiapó y del Huasco, durante los años 1844, 1846, 1848, 1850, 1852 y 1855.

 
 

 

En cuanto al movimiento marítimo de los puertos de la provincia, desde el 1° de marzo de 1855 hasta el 30 de abril de 1856, no podemos suministrar otros datos que los que se refieren al puerto de Caldera.

Entrada: 314 buques midiendo 115.483 toneladas.

Salida: 307 buques midiendo 111.220 toneladas.

Sobre el número total de buques se cuentan 311 buques nacionales midiendo 81.486 toneladas.

 

 

__________

Notas

a

Por los 29°46' latitud austral, Campbell, 1853.
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 b

Por los 31°19' lat. S. Campbell, 1853.
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85

Datos obtenidos de la misma fuente indicada en la nota N° 66.
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 c

Atlas de su Historia Civil y Natural de Chile, París. 1854.
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 d

Todos estos cálculos no son ni pueden ser sino aproximativos, en atención a que la línea culminante de los Andes no ha sido fijada nunca astronómicamente.
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 e

St. Didier. Mapa de Copiapó 1855. Valparaíso.
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86

El Informe mencionado, acompañado de un Mapa del Desierto de Atacama, fue publicado por el Dr. A. Petermann, ya citado. Posteriormente este material sirvió a R.A. Philippi en la redacción de su Viaje al Desierto de Atacama. Halle, 1860.
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 f

En la composición de esta sal, el profesor Domeyko no ha encontrado el menor indicio de nitrato, carbonatos, ni sales amoniacales; lo que prueba, según él, que las sales de Chaco no son otra cosa que combinación de sal común y manganeso.
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87

St. Didier, Mapa de Copiapó. Impreso en Valparaíso, 1855.
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88

Datos obtenidos de la misma fuente indicada en la nota N° 66.
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 g

Desde el 1° de enero de 1851 hasta el 30 de junio de 1853, es decir, en el espacio de dos años y medio, se han embarcado para el extranjero 21.156.800 libras de mineral que no se calificaba para la amalgamación inmediata.
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 h

Medida de 64 quintales.
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 i

Término de que se sirven para decir que una mina tiene un propietario, aunque no esté en explotación activa.
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89

En estas páginas, como en algunas dedicadas a la agricultura, Pérez Rosales demuestra sus profundos y prácticos conocimientos sobre estas materias. Recordemos, en sus Recuerdos del Pasado (Cap. XII), las descripciones, agudas y sarcásticas, de algunos personajes típicos de la minerías del norte de Chile, como los cateadores, cangalleros y puruñeros.
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90

La Estadística Comercial comienza a publicarse en Chile desde el año 1840 en diferentes imprentas de Valparaíso. Es de estas fuentes que el autor obtiene los datos referentes a barcos, tonelajes, tipos y valores de mercaderías, etc.
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