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Fuentes Bibliográficas
Segunda parte.
Capítulo VI. Territorio colonial de Magallanes.

Teniendo en vista el doble objeto de apresurar la civilización de las tribus salvajes que vagan dispersas al sur de la República, y prestar a los buques que hacen la travesía del Estrecho de Magallanes, los socorros que pudieran necesitar, el gobierno chileno estableció, en 1843, un puesto avanzado en la costa oriental de la península de Brunswick, en el mismo puerto que, 258 años antes, sirvió a Sarmiento para fundar la infortunada colonia que llevó su nombre.

El establecimiento chileno, simple puerto militar al principio, y prisión de criminales después, no podía, a pesar de los servicios que prestaba a la marina, presentar atractivos al hombre libre e industrioso, ni por su régimen administrativo, ni por la condición de sus primeros habitantes; así llevó durante nueve años una existencia parásita y precaria que terminó por su destrucción completa, cuando la revuelta militar de 1851.

El gobierno, fuerte con la experiencia que acababa de adquirir, cambió entonces de plan, y la creación de una colonia agrícola, dotada de un gran número de privilegios, y puesta bajo la protección inmediata del presidente de la República, fue decretada el 8 de julio de 1853. Punta Arenas, el Sandy Point de los ingleses, fue elegido para echar las primeras bases de esta colonia, y 153 colonos, bajo las órdenes de un gobernador activo e inteligente, se ocupan allí de la realización de los trabajos preparatorios para la recepción de los colonos nacionales y extranjeros, que el gobierno llama allí con una generosa liberalidad(60).

La jurisdicción del territorio de colonización de Magallanes comprende la Patagonia oriental, desde la embocadura del Río Negro y la Patagonia occidental, desde la península de los Tres Montes hasta la isla de Diego Ramírez; es decir, la extremidad continental de la América meridional y las islas que componen el archipiélago de la Tierra del Fuego, así como las que se encuentran a lo largo del continente hasta el paralelo de los Tres Montes. Al sur del Estrecho se cuentan seis principales: Desolación, Santa Inés, Clarencia, Tierra del Fuego propiamente dicha, Navarino y Beagle, y cinco al norte; Wellington, Madre de Dios, Chatham, Hanover y Reina Adelaida. Las penínsulas más notables son las de Taitao, del Rey Guillermo y de Brunswick. Alrededor de estas islas principales y de estas tres penínsulas, están agrupadas las numerosas islas del archipiélago. Su forma irregular y su agrupamiento, multiplicando los canales y las gargantas, forman un verdadero laberinto, en el cual sería imprudente arriesgarse sin ir provisto de los mapas de King y Fitz-Roy, que serán por muy largo tiempo el único guía del viajero al través de las regiones magallánicas(61).

Poco tendríamos que decir sobre esta parte de la República, atendiendo a que las numerosas obras que poseemos sobre la Patagonia y los conocimientos adquiridos en nuestras investigaciones personales no bastan ni siquiera para trazar el bosquejo y mucho menos aun para deducir conclusiones. Estamos convencidos que si no fuera más fácil al hombre formar juicios temerarios que confesar su ignorancia, los hombres y las cosas serían mucho menos calumniadas.

El capitán King encuentra sorprendente que esta sección del mundo haya sido tan poco determinada, a pesar del gran número de viajeros que, en todos tiempos, han atravesado estos mares, desde el descubrimiento del pasaje de Magallanes. La sorpresa debe sin embargo cesar si se considera que, salvo las exploraciones españolas y las que él y Fitz-Roy tuvieron la gloria de dirigir, todos los demás no tuvieron en vista sino la investigación de las Indias orientales, la guerra, o el comercio más o menos ilícito sobre las costas del Pacífico hasta Acapulco. Así no tenemos aun sino algunas costas principales que sean bien conocidas. Servirán de puntos de partida para el gran trabajo que nos queda todavía por hacer. Por lo que respecta al interior de las tierras nada puede avanzarse todavía sobre ese particular.

Ninguna de las exploraciones que han tenido lugar hasta el día puede autorizar a emitir una opinión fundada sobre la dirección real de la cadena de los Andes, partiendo de Reloncaví hacia las regiones australes. Los mejores mapas no indican más que la línea aparente. Ninguno ha comprobado todavía la unidad o las ramificaciones de esta cadena, y nadie, hasta el presente, ha podido fijar astronómicamente la posición geográfica de uno solo de los puntos que se conviene en señalar como su centro.

Los picos que diseñan a lo lejos el relieve aparente de los Andes, tales como el Corcobado, Yauteles, Melimoyu, Mendola, Cay, Maca y algunos otros menos elevados, no son, lo mismo que los picos de Osorno y de Calbuco, más que los puntos culminantes de las ramificaciones proyectadas al oeste por ese poderoso sistema de montañas. ¿Cuál podrá ser su extensión del este al oeste? ¿Traen su origen de un cuerpo unido, o no son más que las ramas de una o muchas ramificaciones de ese mismo cuerpo? He aquí cuestiones todavía por resolver.

Las montañas de la Obstrucción Sund, consideradas, por el célebre capitán King como el extremo oriental de los Andes, reaparecen en el cabo Froward, en la Tierra del Fuego, en la isla de Diego Ramírez, o mejor dicho aun, en todas las islas del archipiélago fueguino; porque los Andes no concluyen sino donde concluye el Nuevo Mundo.

En el extremo del continente, las alturas más considerables se encuentran hacia la cima del ángulo formado por las costas de los dos océanos, pero en las islas, las alturas se dirigen al este, como se ve en la meseta de la Tierra del Fuego, sobre la cual se elevan las más altas montañas de esas comarcas, el Sarmiento y el Darwin.

En vano se buscaría, en la confusa distribución de las mesetas parciales y de las cimas prominentes del continente y de las islas, aquella forma regular que tienen los Andes hacia el paralelo de Valparaíso. El Burney, una de las montañas más elevadas de la Patagonia, se muestra, en la península del Rey Guillermo, sobre un meridiano de 73°22', mientras que el Darwin, que es aún más alto, se encuentra por los 69° 13' en la grande isla de la Tierra del Fuego. El espacio comprendido entre estas dos líneas extremas de longitud está lleno de mesetas de cursos incoherentes, y cuya línea culminante variando de 2. 500 a 3.000 pies de elevación, es superada por el Cros y el Tarne al sur de la península de Brunswick; por el Pound y el Graves, al norte de las islas Clarence y de Dawson, y por el Sarmiento y el Darwin en la parte austral de la Tierra del Fuego. El capitán Hall parece haber notado, en 1820, en esta misma tierra un volcán que, según sus indicaciones, estaría todavía un grado más al oeste que el Darwin(62).

Sin embargo, por poco extensos que sean nuestros conocimientos sobre esta comarca, todo lo que se refiere a la comunicación interoceánica está suficientemente indicado, de modo que los marinos, para pasar el Estrecho no necesitan de otros ni mejores datos que los que ya existen. La marina y el comercio deben a la España los primeros y más importantes descubrimientos; la Inglaterra los ha comprobado, perfeccionado y puesto a su alcance.

No se puede decir otro tanto de las exploraciones hechas en las islas del oeste, en la costa y en el interior de las tierras de la Patagonia occidental. La determinación de las primeras es incompleta; las costas han sido menos exploradas aun, y estamos en la ignorancia más absoluta sobre las regiones continentales. Hasta aquí son presentadas a los ojos del marino bajo la forma de una zona estrecha, muy poblada de árboles y encerrada entre el océano Pacífico y las últimas ramificaciones de las montañas que los Andes proyectan al oeste.

A falta de informes más amplios me limitaré a citar los pocos datos que he tenido ocasión de comprobar por mí mismo. La vegetación parece sometida al sur de la península de Tres Montes, a la misma ley que preside a su desarrollo sorprendente en la parte occidental de los Andes; porque salvo la notable esterilidad de la isla de la Desolación, toda la costa del continente y de las islas, al sur del Estrecho, es más o menos cubierta de bosques y de pastos, hasta la longitud del Cabo Negro. Partiendo de este punto, hacia el este, el suelo se empobrece, los bosque disminuyen y luego la vegetación da lugar, en los distritos marítimos, a una aridez casi completa. Las costas orientales de la Tierra del Fuego hacen, sin embargo, una nueva excepción; pero también son las únicas que presentan algunos valles llenos de verdura, en casi todas las costas bañadas por el Atlántico desde el Río Negro hasta la extremidad austral de la América.

Las selvas que cubren la región oriental de la Patagonia son tan espesas y compuestas de árboles tan juntos y estrechamente entrelazados por plantas trepadoras, que es literalmente imposible penetrar en ellas sin trabajos anteriores; así no se encuentran practicables más que las playas que las altas mareas dejan en descubierto y los valles arenosos al borde los ríos. El suelo está formado de un lecho espeso de humus vegetal, donde se estanca el agua de los arroyos y de las lluvias, detenida por los depósitos de hojas y troncos en descomposición; y como el espeso follaje de los árboles impide al sol y los vientos obrar sobre su evaporación, el terreno tiene un aspecto húmedo y pantanoso, y parece a primera vista rechazar toda idea de establecer en él trabajos agrícolas. Pero las dificultades ceden casi instantáneamente al fuego; Melipullí, hoy Puerto Montt, situado al norte del golfo de Reloncaví, no tenía en 1853 otro lugar donde poder estar en seco que la arena de las playas. Su aspecto, sus bosques, su suelo de hojas en descomposición y sus pantanos la hacían enteramente semejante a la Patagonia o más bien, no hacían de ella sino su continuación. La simple operación de poner fuego a la selva ha dado a esta región, que se creía inhabitable, todas las ventajas de que gozan los mejores terrenos de Valdivia y Ancud.

Que no se atribuya este cambio súbito al solo efecto de la latitud. Las islas de Ancud, donde se hacen las mejores cosechas de trigo, están mucho más al sur que Puerto Montt, y antes que la población industrial hubiese puesto la mano sobre su suelo casi inaccesible, eran consideradas con igual desprecio. Si se toma el trabajo de recorrer las descripciones que la historia antigua nos ha dejado de las comarcas septentrionales de Europa, se encontrará muchas veces la reproducción de las que se hacen de la Patagonia occidental.

En el archipiélago de Guaitecas, los leñadores que no van a trabajar sino temporalmente cada año, durante la época de la primavera, consiguen sin esfuerzo alguno, cosechar las legumbres que siembran. El capitán Muñoz Gamero, en sus expediciones al Estrecho, arrojaba siempre algunas semillas en tierra en los puertos que frecuentaba a lo largo de la costa, y a su vuelta hacia el norte recogía los frutos, sin que el grano una vez sembrado hubiese tenido otros cuidados que los de la naturaleza.

El clima es rigoroso, y las lluvias, aunque repetidas, son menos copiosas que en las latitudes bajas.

En vista de todos estos hechos no he podido comprender hasta ahora cómo el capitán King pudo declarar inhabitables, no sólo las regiones patagónicas comprendidas en el territorio de colonización de Magallanes, sino también las que se extendían más al norte. Su opinión parece de tal modo fija en este punto que tarja aun las palabras que pueden dar una forma más decisiva a sus aserciones. He aquí sus propias palabras: "La Patagonia occidental se asemeja a la parte más mala de la Tierra del Fuego... Every foot of earth, every tree and shrub, on those islands, is always thoroughly wet... Probably there are not ten days in twelve months, on which rain (or snow) does not fall; and not thirty on which it does not blow strongly"(*). Añade en el párrafo siguiente: "El archipiélago de Chonos es apenas mejor que la comarca que acabo de mencionar. Es enteramente inhabitable. En verdad, en la costa occidental de la América meridional, al sur de Chiloé, no hay más que unos pocos acres de tierra capaces de ser cultivables, y ni un solo lugar donde el hombre civilizado pueda establecerse. El clima de Valdivia es semejante al de Chiloé, lo que debe ser en general un obstáculo al cultivo".

Si la diferencia de latitud no bastase por lo menos para hacer suspender el juicio que debía necesariamente resultar de semejante testimonio, la experiencia diaria está allí para probar el error. Estas islas no han sido ni aun vistas de lejos por los expedicionarios; la costa no ha sido explorada en un cuarto de su totalidad; ninguna excursión importante en el interior de las tierras ha sido indicada; apelo a sus cartas hidrográficas y a la narración de sus viajes. ¿Cómo se puede pues asegurar con semejantes datos que esta región sea enteramente inhabitable, que no se encuentren en ella sino muy pocos acres de tierra capaces de ser cultivados y que no haya un solo lugar que pueda ser habitado por el hombre civilizado?

La isla de Chiloé, en la parte habitada del norte y del sur, se cubre de siembras de trigo y sus cosechas bastan no sólo a las necesidades de los habitantes, sino que aun figuran en la exportación. Hemos dicho lo que sucede en Llanquihue y en cuanto a la provincia de Valdivia cuyo clima debe, según los marinos ingleses, ser también un obstáculo al cultivo, se encuentran en él selvas de manzanos hechos silvestres y los frutos europeos se cultivan desde la conquista.

No hacemos estas indicaciones sino para rectificar una opinión que nos parece errónea. Todo hombre puede engañarse y respetamos demasiado la capacidad del célebre marino para creer que publicando sus ideas sobre la Patagonia pudiese tener una segunda intención, cuyo objeto no se podrá apreciar.

El territorio del Estrecho es perfectamente descrito por el mismo King en estas pocas palabras que tomo de él: "I have myself seen vegetation thriving most luxuriantly, and large woody stemmed trees of Fuchsia and Veronica, in England considered and treated as tender plants, in full lower, within a very short distance of the base of a mountain, covered for twothirds down with snow, and with the temperature at 36° (Fahr)... parrots and hummingbirds, generally the inhabitants of warin regions, are very numerous in the southern and western parts of the Strait"(**). El aspecto, las producciones naturales y el clima que se ha encontrado hasta aquí en el archipiélago del sur del Estrecho parece que aseguran por largo tiempo la tranquila posesión de estas islas a la mezquina raza de salvajes que la habita. Al presente no tienen atractivos sino para la ciencia; pero su utilidad es reconocida a causa de las grandes ventajas que ofrecen a la navegación de esos mares, pues que ponen, a cada paso, al alcance del marino, puertos, ancladeros, maderas, aguadas y plantas antiescorbúticas.

Aunque todo cambia de aspecto en la parte septentrional, donde se encuentran hermosos valles, un suelo rico y un clima más benigno, no se pueden hacer sino indicaciones muy ligeras sobre la naturaleza de los productos agrícolas que podrían aclimatarse allí; porque los ensayos que se han hecho hasta aquí han sido mal dirigidos y aun sorprende que no hayan fracasado del todo. El trigo no se ha dado, la cebada y la avena se producen bien, las papas y las legumbres del mismo modo que en el resto de la República. La grande e importante familia de las crucíferas se da en todas partes; los nabos y la mostaza sembrados últimamente llegaron a la altura de seis pies. El lino y el cáñamo se dan perfectamente bien y se debe notar que para ninguno de los cultivos indicados se requiere el abono. Pero estos experimentos son muy reducidos y parciales para que se pueda deducir de ellos consecuencias generales. Las producciones naturales son la madera, en gran variedad, y mucho más útil y abundante a lo largo del continente occidental que en los parajes del Estrecho, y los pastos, en los que las gramíneas predominan al este y una especie de trébol al oeste. Entre los cuadrúpedos se cuenta el guanaco, que se extiende hasta muy cerca del Cabo de Hornos, dos especies de ciervo, la liebre, el algaliamadillo, el zorro, muchas especies de gatos de algalia y el Paji o Puma. Las aves de tierra y de agua son muy numerosas, y se nota, en el mar, ballenas, focas, y una gran cantidad de excelente pescado. El carbón fósil que se encuentra cerca de la pequeña ciudad de Punta Arenas, será tarde o temprano el gran recurso especulativo de estas regiones.

Los ríos San Tadeo y San Juan son los únicos que merecen alguna mención, desde la embocadura oriental del Estrecho hasta la península de los Tres Montes.

La primera, al sur de la península de Taitao, es formada por dos torrentes que precipitándose de las montañas, van a desembocar, reunidos, en el golfo de San Esteban. Es accesible a las chalupas hasta once millas en el interior, pero el banco de su barra no tiene sino dos pies de agua y en las bajas mareas, según el capitán King, queda totalmente en seco.

La segunda, la de San Juan o Zeguel, que desemboca al oeste del puerto de San Felipe o Famine, célebre por las desgracias de la colonia de Sarmiento, es también de poca longitud. Es navegable por chalupas hasta algunas millas de su desembocadero, aunque esté lleno de troncos de árboles y de bancos que hacen el acceso muy penoso.

Los demás ríos navegables de la Patagonia occidental no son más que canales profundos y estrechos cavados por las aguas del océano en el interior de las tierras. Esta singular y constante distribución de aguas a lo largo de la costa forma en el archipiélago y en el continente una gran cantidad de bahías, puertos, radas y ancones, cuya caprichosa configuración reúne todas las condiciones que la navegación exige para la seguridad y reparación de los buques, porque las mareas llegan de 6 a 20 pies de elevación.

Los límites de este ensayo no permitiéndome entrar en la descripción detallada de todos los puertos que esta sección colonial ofrece por todas partes a los navegantes, nos ceñiremos a citar los principales de aquellas que se presentan sucesivamente desde la entrada oriental del Estrecho, en el océano Atlántico, hasta las penínsulas de los Tres Montes, en el mar Pacífico.

Cuando se ha pasado el primer canal, se encuentra en la bahía de San Gregorio, al norte del segundo, por los 52°38' 18" lat. S y 70°9'50" O(***), el primer anclaje en la parte continental del estrecho. Se puede ver tras las montañas de arena amontonadas en el cabo del mismo nombre, el principio de la región de los pastos, pero no hay aquí vegetación alta. El país es abundante en guanacos y avestruces. La marea sube en San Gregorio hasta 25 pies.

Al norte del desembocadero occidental del segundo canal, se llega a la ensenada de Oazy cuya entrada está por los 52°42' lat. S y 70°31' O.

El Peckett Harbour; situado por los 52°46' lat. S y 70°40'31" O, en el istmo de la península de Brunswick, tiene dos entradas. Están separadas por un largo banco de arena, en donde el mar se estrella al menor viento. La del sur debe ser preferida. Se encuentra excelente agua, buenos pastos y muchos guanacos y aves ribereñas.

Punta Arenas, capital de la colonia del territorio patagónico, está situada en la misma península. Además de su ancladero seguro, los buques pueden recibir allí toda clase de auxilios para las averías y víveres de refresco para los equipajes.

San Felipe o puerto Famine, en la misma costa, por los 53°38' 12" S y 70°54" O, tiene un buen fondeadero, agua excelente, madera, pescado y aves acuáticas en abundancia.

San Antonio, en la costa meridional, en la isla de Dawson, por los 53°54'8" S y 70°50'26" O y Beaubassin en la isla de Clarence.

Puerto Gallant, en el continente, por los 53°41'42" S y 71°56'44" O. El país está cubierto de madera, el anclaje es seguro y la agua de superior calidad.

Playa Parda, en la península de Craker, por los 53°18'30" lat. S y 72°56'0" O, presenta los mismos recursos que el puerto precedente.

Puerto Tamar, en la península del Rey Guillermo, por los 52°55'30" S y 73°44'26" O está lleno de maderas. Se tiene una gran facilidad para proveerse de agua y combustible.

San Valentín, en la costa del sur, en la isla de la Desolación, por los 52°55' y 74° 15', el Tuesday Cove, el Skyring Harbour y el Puerto Merci, situados en la misma costa, se agrupan sucesivamente hacia el norte, antes que se desemboque en el mar Pacífico. El último ofrece madera en masa en sus montañas y una fácil entrada para la aguada de los buques.

Una vez pasado el cabo Pilares, el navegante no tiene necesidad de penetrar en los canales del este para encontrar, a medida que avanza hacia el norte, diferentes puertos que se presentan uno después de otro a su paso. Tales son:

El Puerto Henri, al norte de la isla de la Madre de Dios.

Santa Bárbara, al noroeste de la isla de la Campana, por los 48°2' 15" S y 75°29' 15" O.

El Good Harbour de Guianeco, en la isla de Byron.

San Salvador, al este de la isla de San Miguel en la costa meridional del canal de los jesuitas en el continente.

El Kelly-Harbour, en el continente, en el golfo de San Esteban.

San Quintín, situado al norte del mismo golfo.

Otway, al sureste de la península de Tres Montes, por los 46°49'32" S y 75°19'20" O.

Dejo sin mención los ancladeros secundarios, cuya importancia en caso de desgracia, es sólo conocida de los navegantes, y paso en silencio los puertos esparcidos en todos sentidos en el interior de los canales del este. No serán de una utilidad notable para nuestra marina, sino cuando se abran a la industria y al comercio, por el desarrollo de la población.

Los habitantes aborígenes de esta parte de la República chilena no son numerosos. Se les divide en tres secciones; los patagones del este, los del oeste y los habitantes del archipiélago fueguino.

Los patagones orientales, que han dado lugar por su estatura imaginaria a las opiniones más absurdas, no son más gigantes que los europeos. Son en general de una estatura más bien grande que mediana, es cierto; pero en proporción no son más robustos. No tienen la nariz chata ni la boca deforme. Su color es de un hermoso rojo moreno y su epidermis está desprovista de pelos. Son nómades, no viven más que de la caza, y cambian el lugar de sus tiendas de pieles de animales, cuando les falta la caza en la comarca donde se establecen temporalmente. El número de los patagones orientales es muy poco considerable; su carácter es tímido, y el viajero no tiene nada que temer de ellos, a no ser que se pretenda arrebatarles sus hijos, como sucede muchas veces; entonces la naturaleza hace su deber y se ponen furiosos. La antropofagia es desconocida entre ellos.

Los patagones occidentales son menos numerosos aún; no parecen tan grandes como los demás, pero son fuertemente constituidos. Habitan las islas y el continente, y se entregan a la pesca, cuyo producto forma su principal alimento. Son menos nómades que los del este, en cuanto al cambio constante de domicilio, pero no conocen tampoco el cultivo de las tierras; su carácter es más maligno e inclinado al robo; son también más belicosos. Estas dos tribus difieren esencialmente de los habitantes de la Tierra del Fuego, salvo de aquellas que habitan al noreste de las islas y que son verdaderos patagones orientales. El resto de los aborígenes fueguinos es una raza mezquina, de aspecto repugnante y sucio. Su cuerpo es pequeño, porque no llega jamás a la altura de 5 pies. Tienen la cabeza ancha, las facciones un poco chatas, el color más oscuro que los patagones, el vientre voluminoso las piernas y los brazos débiles y torcidos. Viven de la pesca y cavan ordinariamente sus habitaciones en la tierra, teniendo cuidado de cubrir la entrada con pieles de animales o ramas de árboles. No son antropófagos; pero su carácter aunque tímido, era antes maligno. Al presente está considerablemente modificado por el contacto más inmediato con los europeos que pasan por el Estrecho y que no dejan de visitarlos. Conocen ya los deberes de la hospitalidad y prodigan sus cuidados y sus pocos auxilios a los desgraciados náufragos.

He aquí los únicos datos estadísticos que podemos dar sobre el territorio colonial:

TERRITORIO MAGALLÁNICO O PATAGÓNICO 1854
Parroquias
Hombres civilizados
Hombres
Mujeres
Capital
Escuelas
1
153
88
65
Punta Arenas
1

POBLACIÓN INDIA: 3.800 SEGÚN KING, 1830(63)
Patagonia oriental 1
Patagonia occidental 2
Fueguinos o habitantes del sur del Estrecho

1.600

400
Tribu Yacana
-
600
Proporción entre las mujeres y los hombres de 3 a 1
-- Tribu Tekeinika 3
-
500
-- Tribu Alikhoolip 4
-
400
-- Tribu Pecheray 5
-
200
-- -- Tribu Huemul 6
-
100
1.600
400
- -
1.800

1 Compuesto de tribus tehuelches, errantes al sur del Río Negro, entre los Andes y el océano Atlántico.
2 Compuesta de los habitantes de los archipiélagos de Chonos y del continente que se encuentra al oeste de los Andes.
3 Tribu que habita las costas del canal Beagle.
4 Habitantes de las tierras del occidente del mismo canal.
5 Habitantes del centro.
6 Tribu que mora cerca de Otway de Skring Water.

El sitio elegido para echar los primeros cimientos de la colonia Magallanes reúne la doble ventaja de ser útil a la navegación del Estrecho y a los trabajos agrícolas. La parte oriental de la península de Brunswick está sin duda en la comarca más bella e interesante del pasaje interoceánico; ofrece una abundancia de selvas, de praderas desprovistas de vegetación alta, y de pastos gordos. La defensa de la colonia contra los ataques de los indios, aunque muy pacíficos y en muy pequeño número, es muy fácil, gracias a su propia situación porque está sujeta al continente sólo por un itsmo estrecho y de un difícil acceso. Además, se encuentra allí siempre un buque de guerra del Estado, ocupándose en vigilar la costa, suministrar a la colonia los recursos de las comarcas del norte, dar auxilios y datos a los buques que hacen la travesía de los estrechos o que se estacionan allí para la pesca de la ballena. Se han construido caminos a lo largo de la costa, desde el antiguo puerto de San Felipe hasta el Cabo Negro para unir entre sí los diferentes valles del litoral y hacer cesar el aislamiento entre los puertos y ancladeros. Se hacen frecuentes exploraciones en el interior de las tierras, y las observaciones climatológicas, unidas a los ensayes de aclimatación de plantas y animales útiles, hacen presagiar que luego no se encontrará en estas regiones sino el recuerdo de las causas de alejamiento que por tan largo tiempo han inspirado a los viajeros.

Antes de la traslación del asiento principal de la colonia a Punta Arenas, de 96 buques que pasaron el Estrecho en el año de 1850, 76 fondearon en San Felipe y recibieron allí avisos útiles, asistencia y víveres de refresco; y los servicios que los buques del Estado que frecuentan la colonia prestan a los buques extranjeros, están comprobados por demostraciones públicas de reconocimiento de Inglaterra y Estados Unidos hacia el Gobierno y los oficiales de nuestra marina.

La vía del Estrecho ofrece pues al presente facilidad, seguridad y socorros a los que la prefieren al Cabo de Hornos; y los excelentes mapas y datos que se deben a la expedición del Endeavour y del Beagle y sin los cuales no es dable pasar, conducen por la mano a los navegantes al través de estos canales tan largo tiempo desconocidos.

He aquí lo que el comodoro Byron decía respecto del Estrecho en 1765, época en que había sido muy poco explorado: "Las dificultades y peligros que hemos arrostrado en el Estrecho de Magallanes podrían hacer creer que no es prudente tentar este paso y que los buques que parten de Europa para dirigirse al mar del sur, deberían todos doblar el Cabo de Hornos. No soy enteramente de esta opinión, aunque he doblado dos veces el Cabo de Hornos. Hay una estación del año en que no sólo un buque, sino toda una flota, puede en tres semanas atravesar el Estrecho y, para aprovechar de la estación más favorable, conviene entrar en él en el mes de diciembre. Otra ventaja inapreciable, que debe siempre decidir a los navegantes a tomar la ruta del Estrecho, es que se encuentran allí en abundancia el celeri, coclearia, frutos y muchos otros vegetales antiescorbúticos. Desde que se ha pasado la bahía de agua dulce, no hay casi un solo fondeadero y no se puede obtener cómodamente agua ni madera"(****).

El capitán Bougainville, que pasó el Estrecho dos años después de Byron, dice a este respecto: "Aconsejaré siempre preferir esta ruta (el Estrecho) a la del Cabo de Hornos, desde el mes de septiembre hasta el fin de marzo. Durante los otros meses del año, cuando las noches son de dieciséis, diecisiete y dieciocho horas, tomaré el partido de pasar a mar abierta"(64).

El capitán King, cuya competencia no puede ser puesta en duda, después de haber indicado los medios que deben emplearse para el paso del Estrecho del este al oeste, se expresa así:

"The advantage which a ship will derive from passing through the Strait, from the Pacific to the Atlantic is very great"... y más adelante: "For a small vessel, the passage through the Strait, from west to east, is not only easy, but strongly to be recommended as the best and safest route".

Las ventajas que el paso del Estrecho ofrece al comercio marítimo interoceánico son de día en día más apreciadas. Buques grandes como pequeños pasan del mar Atlántico al mar Pacífico, y el establecimiento del servicio a vapor directo entre Inglaterra y Chile no tardará en poner en toda su evidencia la justicia de la opinión emitida sobre el Estrecho por el comodoro Byron.

 

__________

Notas

60 Interesantes obras históricas sobre Magallanes y Punta Arenas, fuera de las mencionadas de Armando Braun Menéndez, pueden ser, entre otras: Robustiano Vera, La colonia de Magallanes y Tierra del Fuego 1843-1897. Santiago, 1897; Sergio Vergara Quiroz, Economía y sociedad en Magallanes 1843-1877. Universidad de Chile. Santiago, 1973.
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61 Después de King y Fitz-Roy y de la redacción de este libro, una cantidad de viajeros y científicos reconocieron aquellas regiones. Un buen panorama de aquellas actividades se puede encontrar en Benjamín Vicuña Mackenna, La Patagonia. Santiago, 1880.
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62 Basil Hall, Extracts of a journal Written on the Coasts of Chile, Peru and Mexico, in the years 1820, 1821,1822. London, 1824.2 Vols. Hay una edición francesa del año siguiente.
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* Sketch of the Surveying Voyages of his Majesty's Ships Adventure and Beagle, 1825-1836. The Journal of the Royal Geographical Society of London. Vol. VI, pág. 318.
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** Some observations upon the Geography of the Southern Extremity of South America, Tierra del Fuego and the Strait of Magallanes. Journal of the Royal Geographical Society of London. Vol. 1, págs. 168 169.
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*** Las longitudes se refieren al meridiano de Greenwich.
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63 King y Fitz-Roy, obras ya citadas.
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**** Viaje alrededor del mundo durante los años 1764-65-66.
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64 Evidentemente el traductor dio una versión, abreviada y en español, de las obras de Byron y de Bougainville. Seguramente el autor usó las ediciones ya citadas de esos libros.
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