ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Fuentes Bibliográficas
Primera parte.
Capítulo III. Hidrografía.

El océano Pacífico baña toda la costa occidental de la República, desde el paralelo de Mejillones hasta el Cabo de Hornos. La existencia de dos corrientes principales, la una dirigiéndose al norte y la otra al sur, partiendo del paralelo del archipiélago de Chonos, parece estar perfectamente comprobada. Se le asigna un común origen, porque son consideradas como la última división de la gran corriente fría que, partiendo cerca de las costas de Nueva Holanda y de las de la Transmania, se dirige hacia las regiones australes de la América del Sur. Una y otra costean nuestras playas en sentido opuesto y son conocidas de los marinos bajo los nombres de corrientes del sur o del Cabo de Hornos y corriente del norte o de Humboldt.

La primera, que puede tener un ancho medio de 60 leguas geográficas cerca de su origen, detenida en su curso del oeste al este por la costa de la Patagonia occidental, se dirige hacia el sur, se estrecha, aumenta en rapidez y penetra en el océano Atlántico a través del Cabo de Hornos y el promontorio de la isla de Diego Ramírez, después de haber recorrido toda la costa del sur. Su rapidez que varía según las latitudes que recorre, es considerablemente modificada por la dirección de los vientos; pero en su estado normal se hace sentir más hacia el extremo del continente. Según las observaciones más recientes, será de 10 millas al menos, y de 25 a lo más, por día, en los mares del oeste; pero parece todavía más fuerte al este del cabo; porque según los cálculos hechos a bordo de la Venus irá hasta 33 millas cerca de la isla de los Estados(*). En cuanto a la influencia de los vientos sobre la rapidez de esta corriente, se ha observado que los del oeste la precipitan, mientras que los del SE la paralizan a veces casi totalmente.

La corriente Humboldt, segunda rama de la división mencionada, va desde luego al E-N-E y al N-E hasta la altura de Valparaíso, de donde se dirige hacia el N N-E tomando las ondulaciones que le imprime la forma de la costa hasta el paralelo de Arica. Su ancho, en frente de Valparaíso, es estimado en 40 leguas, y su rapidez, que siempre es más fuerte cerca de tierra que mar adentro, como lo hace observar muy bien el sabio autor de las Consideraciones generales sobre el océano Pacífico me ha dado un término medio de 16 millas por día, entre Talcahuano y Copiapó.

El estudio de la temperatura de las aguas de cada una de estas ramas de la corriente fría presenta resultados muy diversos. La corriente del cabo, hacia su origen, marca 14° centígrado, mientras que la de Humboldt no señala más que 11°4' sobre el paralelo de Valparaíso y 14°2' sobre el de Copiapó: la primera conserva todavía, en la tierra de los Estados, una temperatura de 8°5' en el mes de abril(**), mientras que la segunda, en el mes de febrero, no llega, en Valdivia, sino a una temperatura tan baja como la de Chonos, y un poco más alta que la de los mares del Estrecho(***).

Las mareas se hacen sentir con bastante regularidad en las costas comprendidas entre Chacao y Mejillones. La rapidez con la cual se propagan de norte al sur puede ser apreciada por las indicaciones siguientes, que tomo de los mapas trazados por los viajes de King y de Fitz-Roy y de las observaciones hechas por los oficiales de la marina chilena, cuya exactitud he tenido ocasión de comprobar por mí mismo en las épocas sizijiales(30).

Puerto Huasco 28º 27' lat. S 9 horas 32 min.
Puerto Pichidangui 32° 7' lat. S 9 horas 20 min.
Puerto Valparaíso 33° 1' lat. S 9 horas 32 min.
Puerto Talcahuano 36° -' lat. S 10 horas 14 min.
Río Lebu 37° 35' lat. S 10 horas 30 min.
Puerto Valdivia 39° 52' lat. S 10 horas 35 min.
Puerto Montt 41º 30' lat. S 12 horas 42 min.
Astillero de Reloncaví 41° 37' lat. S 12 horas 44 min.

La altura media de las mareas, desde el norte del país hasta la embocadura del canal de Chacao, no pasa de 5 pies; pero partiendo de este último punto, que es el principio de una costa fraccionada y llena de islas, bahías y canales, hasta los mares del cabo, las mareas ofrecen diferencias bien notables en su elevación respectiva sobre los diversos puntos del litoral y de las islas. Ya en el interior del canal de Chacao, que no está sino algunos minutos al N-E del puerto de San Carlos, la marea sube hasta 16 pies, mientras que en San Carlos no llega a seis. Sobre las costas entre la grande isla de Chiloé y el continente, se observa que las mareas suben hasta 22 pies, mientras que sobre el mismo paralelo, en la costa occidental de la isla, suben rara vez hasta once.
 
Costeando el continente y las islas hacia el sur, se nota que la elevación media de las mareas varía entre 5 y 10 pies. Son casi insensibles al oeste de las islas de Santa Inés, lo mismo que en el canal de Santa Bárbara; así, las corrientes que determinan no ofrecen inconvenientes a la navegación. Pero los marinos que atraviesan el Estrecho de Magallanes no podrán precaverse lo bastante contra la acumulación de mareas que se observa entre la Tierra del Fuego y las islas de Falkland. En la ensenada Peckett, que no está separada de la bahía de San Gregorio, sino por un boquete, la marea no sube sino a seis pies, mientras que en San Gregorio llega hasta 40 pies. Fácil es prever la fuerza de la corriente que debe producir en ciertas épocas del día semejante diferencia de nivel.
 
No tenemos nada de notable que indicar sobre la bondad y la abundancia de los puertos que se encuentran al norte de la bahía de Concepción. A excepción de Caldera y Coquimbo, se puede decir que Chile no tiene puerto alguno que merezca este nombre a lo largo de esta parte de su costa. La región de los puertos, como la de los ríos navegables, no comienza a caracterizarse sino partiendo de Concepción hacia el sur; pero el acceso de los puertos septentrionales y meridionales es igualmente fácil; el mar tiene una profundidad considerable a lo largo de las costas, no se encuentran allí ni rocas ni escollos que puedan poner en peligro las naves que los frecuentan(****).
 
Después de haber medido con una ojeada sobre el mapa los tres cursos de agua gigantescos que riegan la parte oriental del nuevo mundo, se encuentra uno bastante perplejo para dar el nombre de ríos a los torrentes más o menos impetuosos y a los tranquilos arroyos, tributarios del océano Pacífico, que se encuentran en la parte occidental de Chile. Cualquiera que sea, sin embargo, la pequeñez relativa de estas corrientes, entran en el rango de ríos porque tienen los caracteres de ellos. No se ve en nuestro país, como en las pampas argentinas, lagos sin salidas que limitan su curso; los ríos principales no tienen otro desembocadero que el océano, y su origen, ya sea en los Andes, ya en la cadena central, es el que determinan su magnitud e importancia. Los ríos de origen andino nacen de fuentes inagotables, y están sometidos a los fenómenos de grandes creces en la estación del derretimiento de las nieves que se acumulan en invierno bajo la línea de su región perpetua. Los ríos que toman su nacimiento en la cadena central tienen fuentes precarias que alimentan, en general, las aguas atmosféricas y las infiltraciones de las de los valles de la cordillera que son atravesados en todos sentidos por canales de irrigación y cubiertos de praderas artificiales. Todos los ríos de la primera sección son verdaderos torrentes, desde su origen hasta su llegada al valle andino, el más rico de Chile por sus producciones agrícolas. Su pendiente menos rápida, imprime su carácter a las corrientes de agua, y como su suelo toma de más en más una forma horizontal a medida que se aproxima a las costas marítimas, caen con menos impetuosidad en el océano. Así, todos los ríos al norte del Biobío, no obstante el declive de su lecho hacia el mar, son detenidos periódicamente en su embocadura por la marea ascendente, que, rechazando sus aguas, las aumenta y les da en general el aspecto de lagos más o menos agitados por la marejada. Los del sur, donde la pendiente del suelo es casi insensible cerca de las costas, se deja penetrar por la marea ascendente que determina su curso en sentido inverso, a veces hasta 12 leguas en el interior.
 
Los datos que tenemos sobre esta sección importante de la geografía física son también poco satisfactorios; porque a excepción del Maipo con sus tributarios y del Cachapoal, una de las principales ramas del Rape¡, no se ha dicho todavía nada sobre la verdadera longitud de los ríos, sobre la rapidez de sus corrientes ni sobre la composición de sus aguas. Todo lo que podría decir a este respecto no tendría otro interés que el de mostrar el estado actual de nuestros conocimiento en un ramo que está casi todo por estudiar.
 
Recorriendo de norte a sur los ríos más considerables de la primera sección, es decir, aquellos que traen su origen de los Andes, encontramos desde luego el pequeño riachuelo de Copiapó, del cual no hacemos mención sino por su importancia vital para la industria de las minas. Es también el primer río que se presenta después del desierto de Atacama, cuya parte meridional recorre y que forma la transición entre la naturaleza muerta y árida del norte y la esplendente vegetación del sur.
 
Tres torrentes que se precipitan de las cordilleras del Potro y de la Peña Negra, el Turbio, el Pulido y el Manflas, son sus principales fuentes, y su unión cerca de Jorquera, a más de 1.960 metros sobre el nivel del océano, constituye el río que lleva el nombre de Copiapó hasta su desembocadero en el mar, por los 27° 15' LS. Sus aguas salobres causan casi siempre desarreglos momentáneos en las funciones digestivas de las personas que las beben por primera vez. Son totalmente absorbidas por el desierto, como a veinte leguas de ¡a costa, cerca de la cual reaparecen después bajo la forma de lagunas salinas. Éstas mantienen en los valles una vegetación tanto más admirada cuanto contrasta con las ardientes arenas de las colinas circunvecinas.
 
El río Huasco, que viene después del de Copiapó, está formado por el concurso de cinco torrentes andinos y del río de los Naturales, el cual toma su origen en dos pequeños lagos andinos situados por los 28°48' lat. S. Se dirige desde luego hacia el oeste; pero llegado a Ramadilla, considerablemente aumentado por e¡ río de los Españoles, que recibe del norte, torna la dirección del noreste, atraviesa las ciudades de Vallenar y del Huasco, y va a echarse en el mar a algunas millas al norte del puerto del mismo nombre, por los 28°27' lat. S. Los dos ríos que acabo de indicar merecerían apenas el nombre de arroyos, si no tuviesen, salvo la cantidad de agua, la cualidad de atravesar todo el ancho del país y de terminar directamente en el mar. Deben su existencia a las nieves, que en estos lugares resisten apenas al calor del sol, de manera que en verano están casi siempre agotados, lo que causa un gran perjuicio a la agricultura y a las minas, cuyos trabajos dependen de ellos. Las aguas del Huasco no son más potables que las del Copiapó; pero en los pequeños y risueños valles que riegan es donde se encuentran los higos, cuya dulzura es incomparable, y las viñas tan afamadas por la bondad de las uvas que se cosechan.
 
El río de Coquimbo es ya un verdadero torrente. Forma su fuente principal en la Laguna, pequeño lago andino, a los 29°54' lat. S y a 1.560 metros bajo la gran meseta por la cual se pasa la cordillera que conduce a San Juan en las provincias argentinas. Él solo tiene más agua que los dos anteriores reunidos. Va desde luego al oeste, toma, llegando a Guanta, la dirección del suroeste, pasa cerca de las aldeas de Dieguita y San Isidoro, recibe por el sur el torrente del Potrero Grande y atraviesa el hermoso valle de Elqui; llegando cerca del Algarrobito, vuelve al noroeste y va a arrojarse en el mar, al norte de la ciudad de la Serena, por los 29°50' lat. S después de un curso de cerca de 30 leguas.
 
Se encuentran las fuentes del río de Limarí por los 30°30' en los torrentes de las cordilleras de los Patos, a 5.160 metros sobre el nivel del mar. Su dirección general es del este al oeste, con una ligera inclinación hacia el sur hasta su desembocadero en el océano, por los 30°43' lat. S. Recibe por la orilla del sur, el torrente de Carén y el riachuelo que le envían las montañas del Pabellón, y por la orilla del norte, en Guamalata, el río de Hurtado que tiene su origen en la meseta de la cordillera de Santa Rosa, a algunas millas al norte de la de los Patos. Este río, no obstante el poco volumen de sus aguas es, sin embargo, de primer orden por los grandes servicios que presta a la agricultura y a los trabajos de minas de cobre. Su curso principal no excede de 26 leguas.
 
El río Choapa en Illapel tiene sus fuentes en los Andes, entre el 31° 15' y el 32° lar. S. Sus numerosos torrentes se reúnen en el fondo del pequeño valle del Totoral. Su dirección general es al oeste pero con una pequeña inclinación hacia el norte. Recibe en su curso, por la orilla del norte, cerca de la ciudad de Illapel, el río del mismo nombre que nace en las pendientes meridionales de la cordillera del Pabellón. El río de Choapa, como todos los precedentes, no se presta a la navegación en ninguno de sus puntos; pero es de la más grande importancia para la agricultura y para la explotación de minas.
 
El río de Quillota o de Aconcagua, que atraviesa los valles más risueños y las mejores tierras del suelo chileno, tiene su origen en la pendiente meridional del gran pico de Aconcagua. Se precipita tumultuosamente hacia el sur, y pasa al este del lago andino del Inca, situado en las mesetas de las Calaveras, el penúltimo escalón de los Andes en el camino de Uspallata. Este lago, que se cree sin salida, se ha cavado sin embargo canales subterráneos a través de las montañas que le sirven de circuito, y arroja sus aguas en el río de Aconcagua, el cual, aumentado por los torrentes que se precipitan sobre las pendientes septentrionales de las montañas de la Leona y por los que se le unen del lado del norte, se dirige hacia el oeste hasta su entrada en el valle de Aconcagua, cerca de la ciudad de Los Andes. Las aguas de este río debieron estar por largo tiempo reunidas en forma de lago sobre uno de los vastos escalones de las cordilleras, porque se ve todavía en el Salto del Soldado una pared de montaña cortada a pico en un espantoso abismo, en cuyo fondo se oye mugir el torrente en la obscuridad antes de verle reaparecer en el fondo del valle. Se pretende que este abismo, cavado por las aguas, debe su nombre a un soldado perseguido, que lo salvó de un salto. Partiendo de Santa Rosa de los Andes, la industria agrícola explota en el Aconcagua, por numerosos canales de regadío, la fuente de riquezas que este río no cesa de esparcir sobre los risueños campos de San Felipe y Quillota hasta el momento de arrojarse al mar. Su desembocadero está al sur del puerto de Quintero por los 32°55' lat. S. No tiene afluentes dignos de mencionarse.
 
El río de Maipo es uno de los más importantes de Chile, tanto por la masa de sus aguas como por su situación cerca de la capital de la República. Se forma, a 3.442 metros de elevación, en la provincia de Santiago, sobre la meseta que separa el volcán de Maipo de la montaña de la Cruz de Piedra. Una multitud de pequeños surtidores saltando a 23 metros sobre el lago andino Diamante que era antes el origen principal que se le asignaba, son sus primeras fuentes. En su dirección hacia el noreste, recibe por la derecha los torrentes Negro, Volcán, Teno y Colorado, y por la izquierda la Cruz de piedra, el Barroso, el Claro y algunos otros de menor importancia que parten de otros tantos cajones de la cordillera. En el momento de desembocar en las hermosas llanuras de Santiago, desprende al norte el canal artificial que lleva su nombre. Este canal, costeando el pie de las montañas de que el valle está rodeado al este, va a aumentar las aguas del Mapocho casi agotadas por los innumerables canales de regadío de sus cercanías. Llegado cerca de San Juan, el Maipo, cuya masa de agua no parece en modo alguno menoscabada por las sangrías que la agricultura le hace en todos sentidos, toma derecho al oeste y pasa bajo el hermoso puente horizontal de los Morros, una de las obras más grandes y más costosamente construidas en la América Española después de su emancipación política. En la vecindad de San Bernando, se oye al Maipo rodar con ruido sus aguas espumosas y blanquiscas bajo un modesto puente suspendido que conserva todavía la primitiva sencillez de los puentes indios, y de que la Europa ha sabido sacar tan gran partido para la construcción de sus puentes de hierro. Cerca de la aldea de Maipo, recibe del sur las aguas de la Angostura, y, considerablemente aumentado por su unión con el Mapocho, cerca de San Francisco del Monte, y con el Puanqui, que recibe en el distrito de las juntas por su orilla septentrional, se arroja en el océano, en Santo Domingo, por los 33°38'40" lat. S. Su desembocadero muy ancho y lleno de bancos móviles de arena, está en lucha constante con la acción de las mareas. El mar, viniendo a estrellarse allí con impetuosidad, vuelve el Maipo hacia el norte, y después de haber seguido la costa, recorriendo muchas millas, es cuando viene a confundirse con el océano en la punta septentrional del puerto de San Antonio. Su curso, según Pissis, será de 24 miriámetros, su inclinación media, desde su nacimiento hasta el puente de los Morros, de 1 sobre 79, y, desde los Morros hasta el océano, de 1 sobre 931. El Mapocho es su principal río tributario(31).
 
El Mapocho es un encantador riachuelo que riega y embellece el risueño valle de Santiago. Tiene su nacimiento en un pequeño lago andino de la Cordillera del Plomo, a 3.670 metros encima de su confluencia con el Maipo. Corre desde luego hacia el sudoeste; pero, aumentado por las nieves de la pendiente meridional de las montañas de la Dehesa y por las aguas que le envían los costados septentrionales de las montañas de la Yerba-loca y del Tollo, corre al oeste, recibe por el sur las aguas del canal de Maipo, atraviesa la ciudad, y desaparece algunas millas más lejos bajo el cascajo y vegas de los llanos de Renca. Vuelve a aparecer después en Pudahuel a 5 leguas al oeste de Santiago y uniendo sus aguas a las que le vienen de las montañas centrales de Colina y de la Dormida, se dirige en línea recta al suroeste, y se arroja con fuerza en el Maipo, cerca de San Francisco del Monte. Las aguas del Mapocho, después de las de Copiapó, son sin duda las más útiles y codiciadas para la explotación agrícola y metalúrgica; así, los pequeños canales artificiales de que está rodeado son tan abundantes y próximos los unos a los otros, que ha sido menester aumentar sus aguas por las del Maipo para que lleguen hasta Renca sin agotarse.
 
Nada hay más pintoresco que el valle andino del Mapocho: basta verlo una sola vez para conservar siempre de él un agradable recuerdo. Se observa en este río dos épocas muy notables. Uno se sorprende a la vista de los formidables tajamares que la municipalidad ha hecho construir sobre sus orillas para contener sus desbordes, y a la del puente macizo de piedra de talla y de ladrillo echado sobre una corriente de agua que en otoño, apenas merecería el nombre de arroyo(32). Pero en la época del derretimiento de las nieves, este modesto arroyo crece, se hincha, llena su ancho lecho y transformado en un espantoso torrente, se precipita al través de la ciudad, donde causa a veces tantos destrozos como en los campos que recorre.
 
Las aguas del Maipo tienen propiedades muy importantes para la agricultura; forman el abono anual de las tierras por los grandes depósitos que dejan en los riegos. En el año 1820, los llanos del valle de Maipo se semejaban por su aspecto árido y por la infinita cantidad de piedras y de cascajo de que estaba cubierto, a un verdadero lecho de río lavado y abandonado por las aguas; algunos arbustos espinosos se mantenían apenas en su suelo seco y enardecido por los rayos del sol de verano, el precio del terreno era más bien convencional que proporcionado a su valor. Pero la riqueza y las necesidades agrícolas trajeron a este desierto las aguas fecundantes del Maipo; se vio con admiración desaparecer la piedra bajo el limo que traía el río; los canales se multiplicaron, y el desierto se transformó en un jardín cuyo terreno, cada vez más rico, aumenta sin cesar las cosechas y los nutridos pastos(33). He examinado muchas veces las aguas del Maipo en los cajones de la cordillera para apreciar la cantidad de tierra que arrastran en suspensión, y he encontrado en algunos puntos que un vaso de agua en reposo dejaba un depósito de una tercera parte.
 
El río Rapel está formado por la confluencia de los grandes ríos Cachapoal y Tinguiririca, de origen andino. El primero tiene su nacimiento en la pendiente occidental del macizo de la Cruz de Piedra, por los 34°20' lat. S. Su dirección general es al oeste; pero recibiendo el Río Claro, toma al noreste, en su paso por la cordillera, hasta su unión con el Tinguiririca; entonces cambia de nombre. Recibe por el norte, en su paso por la cordillera, los ríos de las Vegas, de Cumpeu y de Colla, y en el valle de la cordillera, al oeste de Rancagua, el de Machalí. Muchos otros de menor importancia, que nacen en la cadena central, se unen a él por el norte. El mayor de sus tributarios que le traen las aguas del sur, es el Río Claro, de origen andino, cuyas frecuentes crecidas, ocasionadas por el derretimiento de las nieves, han hecho terribles estragos en la villa de Rengo que atraviesa.
 
El río de Tinguiririca sale de las cordilleras de San Fernando y de Curicó. Dos torrentes corriendo en sentido opuesto, y uniéndose en los altos valles de la cordillera son sus fuentes principales. El primero tiene su origen en la pendiente meridional del volcán de San Fernando, y el segundo, en la Cordillera de las Damas, departamento de Curicó. En esta última fuente es donde se encuentran las huellas que explican la causa de la violenta inundación de los llanos de San Fernando, referida por tradición. Por uno de esos grandes cataclismos que se observan muchas veces en los Andes, una inmensa sección de montaña cayó en el valle del Cobre, formado por este río, cuyo curso fue detenido por un montón de escombros de un cuarto de milla de espesor. La corriente de las aguas encontrándose súbitamente interceptada cuando el derretimiento de las nieves, se formó en la cordillera un vasto lago, al mismo tiempo que la vegetación y las praderas artificiales experimentaban en los valles bajo la más grande carestía de agua, sin que se pudiera explicar la causa de ella. De repente, la muralla, vencida por la gran masa de agua que se había acumulado sobre ella, cede, y las aguas precipitándose con furia, inundaron todos los llanos e hicieron en ellos un grande estrago. El Tinguiririca, aumentado por las aguas del torrente Claro, pasa por San Fernando antes de efectuar su unión con el Cachapoal. Aquí, toma el nombre de Rapel, el cual, continuando su curso hacia el noroeste, recibe el Alhué por su ribera norte y va a echarse en el mar por los 33°53' lat. S. El curso del Cachapoal puede ser avaluado en 18 leguas, el del Tinguiririca en 21, y el del Rapel, que los conduce al mar, en 12. Insisto de nuevo sobre la apreciación aproximativa de estas cifras, porque no se puede responder de su exactitud en el estado actual de nuestros conocimientos topográficos.
 
Después del Rapel se presenta el río del Mataquito, formado por la confluencia del Teno y del Lontué. El río Teno tiene su origen muy cerca del Tinguiririca, del cual no está separado sino por una cresta de montaña. Los primeros torrentes que forman sus fuentes nacen en la pendiente septentrional del volcán Planchón y en las pendientes meridionales de las montañas de las Damas, por los 33°50' lat. S. Se dirige desde luego al oeste, y, después de haber pasado la ciudad de Curicó, corre hacia el suroeste hasta su término. Este río, aunque de poca extensión, es rápido, y sujeto, en verano, a fuertes crecidas, como todos los ríos de origen andino. En 1826, los campos fueron inundados, y, en el mes de febrero de 1837, una grande erupción del Planchón arrojó lavas inflamadas sobre la capa de nieve de las mesetas circunvecinas, de donde provino una nueva inundación, en la cual se vio grandes trozos de nieve rodar a lo lejos en los llanos por el torrente.
 
El Lontué, segunda fuente del Mataquito, es un río más poderoso aún que el Maipo. Su pendiente, en todo su curso, es tan rápida que ofrece dificultades serias para el establecimiento de puentes y para el paso a vado. Nace entre el volcán del Planchón y el del Descabezado, en las nieves eternas del Cerro del Medio por los 35° lar. S. El torrente que se desprende de ahí corre algunas leguas al norte en la meseta de la cordillera, y se arroja con fuerza en el pequeño lago de Mondaca, donde toma la dirección del oeste que conserva en general, en todo su curso. Su unión con el Teno se efectúa a algunas millas al oeste de la villa de Molina. Estos dos ríos pierden su nombre desde que se reúnen, y toman el de Mataquito, que conserva en su marcha hacia el oeste hasta su desembocadero en el océano. El Mataquito, no obstante su gran masa de agua, no se presta a la navegación. Se le atraviesa en bote en muchos puntos; pero no se ha ensayado todavía seguir su curso en una embarcación, a causa de los temores que inspiran la violencia de su corriente y los frecuentes bancos de arena movediza que se forman en su lecho. Estas dificultades se allanarían, sin embargo, si hubiera en su desembocadero o en sus cercanías, un fondeadero seguro para los buques; porque habiéndolo yo mismo atravesado en bote en muchas direcciones, he encontrado que los peligros de su navegación son más exagerados que reales.
 
El Maule es ya un río navegable; forma la línea de división entre los ríos accesibles del sur y los torrentes impracticables que hemos recorrido hasta aquí. Partiendo de este punto el suelo se allana mucho y los valles se ensanchan de más en más. En las pendientes occidentales del volcán Descabezado es donde el Maule tiene su origen. Su curso, aumentado por el Claro, que recibe por el norte, y por el Melado, que se le une por el sur, tiene la dirección general del oeste un cuarto al sur hasta su desembocadero en el océano, por los 35°20' lat. S. Este río tiene dos grandes tributarios: el Lircay, que le viene del norte, y el Loncomilla, que confluye con él al sur, a 8 leguas de su desembocadero. Las fuentes del Lircay están en las montañas centrales o de la provincia de Talca, por los 35° lat. S, y las del Loncomilla reúnen las aguas de los Andes y de la Cordillera central de la provincia del Maule, por los 35°50'. El puerto de Constitución, en el desembocadero del Maule, es excelente, una vez que se ha logrado pasar la barra de arena que las corrientes en lucha con las mareas, forman a su entrada. Las dificultades aumentan cuando los buques están por el través del promontorio de la Iglesia, donde los vientos son interceptados de súbito, de modo que las embarcaciones quedan a la merced de las corrientes.
 
El Gobierno ha remediado este inconveniente haciendo estacionar allí un vapor encargado especialmente de remolcar los buques a su entrada y salida. El Maule es accesible a buques de 300 toneladas hasta su unión con el Loncomilla. La importancia de semejante vía de exportación, en una provincia tan rica y tan lejana de los grandes centros de consumo, ha hecho pensar, repetidas veces, en los medios de destruir la barra por el aumento artificial de las aguas del Maule, y se han presentado muchos proyectos al gobierno sobre la canalización del Lontué, para unirlo a este río. Pero creo que al trazar las bases de un tal proyecto se ha atenido más al resultado probable que a la observación de las causas que producen estos grandes bancos de arena en el desembocadero de algunos ríos. No es la falta de agua que los produce, porque el río de Valdivia tiene ciertamente menos agua de fuente que el Maule; el Maullín tiene aún menos; y sin embargo estos dos ríos no tienen barra. Si examinamos los grandes cursos de agua que desembocan en el océano, no encontramos ninguno digno de ser comparado con el Amazonas; y sin embargo, este río que tiene cerca de 50 brazas de profundidad, y que rechaza el océano hasta 60 leguas de su desembocadero sin mezclar sus aguas, tiene una barra formidable. No es pues la falta ni la abundancia de agua lo que determina la formación de la barra en el desembocadero de los ríos; es más bien a su orientación respecto a los vientos reinantes, a la inclinación más o menos grande de su lecho, y sobre todo ala influencia de las mareas, a que se debe la presencia o ausencia de estos bancos. El desembocadero del Maule puede ser muy mejorado sin duda por la mano del hombre, pero sólo por medio de trabajos locales y constantes que estarán siempre en lucha con las leyes de la naturaleza(34).
 
El río Itata tiene su fuente principal en el lago andino de Huaquete, situado en las cordilleras de la Piedra Lisa, por los 36°54' lat. S. Sus dos tributarios más considerables vienen del norte y se llaman el Diguillín y el Ñuble. El primero, que tiene su origen en el Renegado, crecido torrente que sale de la montaña andina de Chillán, conocida bajo el nombre de Purgatorio, baja en derechura al oeste hasta su confluencia con el Itata, por los 36° 18' lat. S. El segundo, que sale de un pequeño lago andino, situado en la meseta de la Cordillera Blanca, por los 36° 18' lat. S, corre desde luego hacia el norte, y vuelve al oeste después de haber sido aumentado por una multitud de torrentes, cayendo de las pendientes orientales y occidentales que encajonan el valle. Recibe del sur los riachuelos del Cato y de Chillán, y por el norte el de Changaral y se confunde con el Itata por los 36° 10' lat. S. Este río, no obstante su cantidad de agua, no es accesible en su desembocadero, sin embargo es muy estimable para los riegos de los hermosos campos de trigo que se cultivan con muy buen resultado en los valles y para el mantenimiento de las viñas y pastos. Su curso es casi de 30 leguas, y el de su brazo más importante, el Ñuble, es de 26.
 
El Biobío es el más grande de todos los ríos de la parte occidental de Chile. Sus afluentes abrazan una extensión de 96 millas de norte a sur. Nace en el pequeño lago andino Gualletu, situado sobre la meseta que está formada por la pendiente oriental de la montaña de Nihualve y por la pendiente occidental de la cadena de Cholhueura, a los 38° 18' lat. S. Se dirige al noroeste hasta Santa Bárbara, y se inclina en seguida al oeste con una ligera desviación hacia el norte. Después de haber llegado a la villa de Nacimiento, se dirige al norte hasta su confluencia con el Laja; en seguida vuelve a emprender su marcha hacia el noroeste, y llega así a su desembocadero, hacia el sur de la ciudad de Concepción, por los 36°48' lat. S. Este río cuenta cuatro principales tributarios: dos le traen las aguas del norte y otros dos las del sur. Las del norte son el Duqueco y Laja. El primero, reuniendo los torrentes de los Andes, por los 37°26' lat. S va en derechura al oeste y se arroja en el río principal. El Laja toma su nacimiento en el lago andino del mismo nombre, situado, por los 37°8' lat. S entre el volcán de Antuco y la cordillera de Pichanchén. Su curso, que es desde luego al noroeste en las altas regiones, cambia poco a poco, y sigue la dirección general al oeste con una ligera inclinación hacia el sur hasta su unión con el Biobío, a algunas millas al sur de la villa de Rere, por los 37° 10' lat. S. Aumenta en su curso de 23 leguas poco más o menos, por un gran número de torrentes que se lanzan de los Andes y recibe también por el norte el río Claro, cuyo origen se encuentra en los lagos de Avendaño, situados en las montañas centrales. El Laja es el único río de Chile que presenta el fenómeno de una verdadera catarata. Hacia los dos tercios de su camino, se precipita en masa y con estrépito en un lecho de rocas, de una elevación de más de 200 pies, inmediatamente al lado de su paso, que se atraviesa a vado y sin peligro alguno. Los dos tributarios que el Biobío recibe del sur son el Vergara y el Fubuleo. Su desembocadero está al norte de la colina de Maribueno y al sur de las montañas llamadas Tetas del Biobío. A pesar de su anchura que en las grandes creces llega a veces a cerca de mil metros, no es accesible a los grandes buques; tiene poco fondo y está cubierto de bancos de arena, que cambian la dirección de sus canales por su movilidad. Una vez pasado el desembocadero, las embarcaciones de menor porte llegan fácil y cómodamente hasta Santa Juana, a 30 millas en el interior. Ya diferentes empresas particulares han introducido la navegación a vapor, y las cosechas abundantes de trigo, producción principal de la provincia de Concepción, se multiplican en proporción de los medios de extracción que el comercio les ofrece. Sin embargo, la grande anchura del Biobío, causa de su poca profundidad y del cambio continuo de los canales, será siempre un grave inconveniente para la comunicación fluvial interior, a menos que no se consiga, por trabajos bien dirigidos, fijar el curso de este río en un canal bien demarcado y cuidadosamente atendido.
 
El río Imperial tiene su fuente, por los 38°34' lat. S. en muchos torrentes que precipitándose de las pendientes del norte y del sur del volcán Llaima, forman su unión al oeste de Moquehua. Su curso generalmente muy sinuoso, no se aparta sensiblemente de la dirección del oeste. Tiene primero el nombre de Quepe, pero después de haber recibido por él, hacia los dos tercios de su camino, el río Cholchol, toma el del Imperial, y va a confundirse con el mar por los 38°48' lat. S después de un curso de 32 leguas poco más o menos. El Cholchol, su afluente más considerable, que tiene su origen en la cadena central de Nahuellenta, por los 38° 10' lat. S, costea del norte al sur la base oriental de estas montañas, y, agrandado por los numerosos torrentes que le envían las dos cordilleras del este, se une por el norte al Quepe para formar el río principal.
 
Hasta el presente el desembocadero del Imperial ha sido considerado impracticable. Se presenta en efecto, en derechura al suroeste, que es la dirección de los vientos reinantes; por consiguiente, las corrientes son rechazadas, y la ola se estrella con fuerza en el escollo que se encuentra a su entrada. Sin embargo, la navegación interior es fácil, los grandes buques podrían avanzar hasta 18 millas, porque tiene en todas partes un fondo suficiente y las corrientes no arrastran con la violencia que se observa en el Biobío y en el Maule. Un examen más atento del canal principal, que pone este río en comunicación con el océano, podrá sólo decidir la importante cuestión de su acceso a las embarcaciones. Todo induce a creer que la entrada no es tan difícil como se pretende. Los restos de la ciudad marítima Imperial que estaba situada a las márgenes del río, más allá de su desembocadero, y las tradiciones históricas que acreditan que, cuando la destrucción de la ciudad, los españoles se embarcaron en buques que tenían en el puerto y se dirigieron a Valparaíso, manifiesta con bastante claridad que este río ha sido frecuentado por buques españoles, en el tiempo de la conquista.
 
Se sabe también que una ciudad tan floreciente como era la Imperial, no tenía más que la vía marítima para proveer a todas las necesidades de su comercio y de su industria. El calificativo de imposible no es muchas veces más que el medio de que se vale la pereza o la incapacidad para salir de apuros en las comisiones delicadas cuyos resultados ofrecen dificultades a la revisión.
 
Puede suceder muy bien que el canal de entrada esté más estrecho al presente por la acción lenta del tiempo, que lo que estaba antes; pero esto no prueba que esa dificultad no pueda vencerse por los numerosos y eficaces medios que se emplean para profundizar los canales. El hermoso río Imperial, de poéticos recuerdos, no tardará mucho tiempo en ser del número de las vías más importantes para la exportación y la navegación interior de la república.
 
El río Toltén, según los datos obtenidos en la última expedición que ha sido hecha por orden del Gobierno, bajo el mando del capitán de fragata de la marina nacional L. Señoret, así como de las observaciones que tengo de muchos viajeros inteligentes, tiene su fuente en el lago de Villarrica, situado al pie de los Andes, en el valle Central, por los 39° lat S(35). Este pequeño lago que debe su nombre a las fabulosas riquezas que se cree ocultan los indios con cuidado a la codicia de los europeos, es el primero de los grandes depósitos de agua andina que existen, partiendo de esta latitud, a lo largo del valle central hacia el sur. Alimentada, como las demás, por el derretimiento de las nieves y por las numerosas fuentes que brotan de los costados de las cordilleras, de que está rodeada al este, tiene su salida al oeste, bajo el nombre de Toltén. El curso de este río, llamado a ser con el tiempo uno de los más importantes de Chile, va al oeste con una pequeña inclinación hacia el norte. Llegado a la cadena central, se vuelve para tomar al sur, y, después de una marcha de diez leguas al través del hermoso valle de la costa, se descarga en el mar por los 39°7'30' lat. S. Tiene en su desembocadero dos canales de entrada cuya profundidad media es de diez pies. El agua se estrella ahí contra el banco de arena formado por la corriente a una milla de la ribera. La exploración tuvo lugar en el mes de enero, y M. Señoret dice que no duda que, en los meses de invierno y primavera, la profundidad pueda llegar a 25 pies, porque es la época de las grandes crecidas. Aunque la exposición de su desembocadero sea al oeste, el cabo Imperial, al norte, y el morro Bonifacio, al sur, la protegen mucho contra la oleada del suroeste. El escollo que precede su entrada no tiene más que una media milla de ancho, y, más allá, la senda marca 25 pies en todo el canal del río, que no tiene más de 100 metros de ancho. La fuerza de la corriente, en la marea descendente, llega a 5 millas en el desembocadero; una milla más lejos no es sino de 3, hasta el banco de Tregualeo, 9 millas al este. La sonda marcaba en Tregualeo 4 pies de profundidad; pero, como lo hace notar perfectamente el capitán Señoret, este banco no siendo frecuentado por los indios, es de presumir que en las otras épocas del año sea de una profundidad considerable. La expedición continuó sus exploraciones 21 millas aún más allá de este banco, y obtuvo por resultado que el río no tiene sinuosidades violentas; que la fuerza de su corriente aumenta hasta 6 millas, a medida que se sube, y que su fondo varía entre 7 y 40 pies, pero que se mantiene en general, con bastante uniformidad entre 18 y 20. El efecto de las mareas se hace sentir a 30 millas del desembocadero, y, según los datos que he recogido sobre los puntos que no he visitado por mí mismo, el Toltén es navegable por pequeñas embarcaciones casi en todo su curso, si se exceptúa los escollos que se interponen y de los que se aprovechan los indios para hacer la travesía a caballo. Puede tener 24 leguas y no tiene afluentes que merezcan una mención particular.
 
El río de Valdivia es al presente el más importante de todos los ríos navegables de la parte occidental de la República. Tiene en su desembocadero un puerto que, por su bondad, su fácil acceso y su excelente fondeadero, excede a la mayor parte de los mejores puertos de Chile. Sus afluentes tranquilos y numerosos son todos navegables y se extienden como una red sobre el valle que lleva su nombre. Está formado por la confluencia de dos grandes ríos, el Calle Calle y el Cruces. El primero, de origen andino, toma su nacimiento en los lagos de Huanehue, de Riñihue, de Huitahue y de Lajara, que están situados al sur del lago de Villarrica, y que reciben sus aguas de las pendientes occidentales de los Andes, por las que están rodeados al este. El Calle Calle corre al oeste bajo el nombre de Quinchilca, que conserva hasta la mitad de su curso, donde tomando el de Arique, vuelve al suroeste hasta cerca de la montaña intermedia de Quita Calzón. Aquí es donde únicamente adopta el nombre de Calle Calle que lleva hasta la ciudad de Villarrica donde efectúa su unión con el río de Cruces. Este último sale de las montañas centrales de San José en la provincia de Valdivia, por los 38° 19' lat. S. Marcha desde luego al suroeste, pero se inclina de más en más al sur, desde que ha pasado la villa de San Juan, y después de haber recibido una multitud de canales que se abren en todos sentidos en su paso, efectúa su unión con el Calle Calle al norte y al sur de la ciudad de Valdivia. Continúa su camino bajo el nombre de esta ciudad, hasta su desembocadero en el puerto del Corral, donde se confunde con el mar sin el menor esfuerzo, por los 39°55' lat. S. El río de Valdivia tiene cerca de 4 leguas de curso. Las mareas son sensibles en sus afluentes hasta 30 millas de su desembocadero. Los escollos que se encuentran de cuando en cuando en este río son debidos a los viejos troncos de árboles, que embebidos de agua a fuerza de ser llevados y traídos por la acción contraria de las mareas, han caído al fondo. Se han visto muchas veces buques de 300 toneladas anclados en la ciudad misma de Valdivia; goletas y lanchas destinadas al trasporte de maderas están constantemente en movimiento de los astilleros al puerto: la marea que baja los conduce allí, y la que sube los vuelve a llevar hacia los establecimientos de corte de maderas, colocados a las márgenes seductoras y pintorescas del río. Sus numerosos canales, de curso tranquilo, de agua pura y transparente, se juntan, se separan y se dividen para volverse a unir otra vez, y forman en el interior de las tierras un verdadero archipiélago de islas pequeñas, que parecen tener su asiento en un lago. La mano previsora de la naturaleza, al trazar estos canales al través de bosques inaccesibles, para facilitar la extracción de maderas, ha asignado a esta provincia el puerto del primer astillero de maderas de construcción del mar Pacífico.
 
El Río Bueno es aun un río de la más grande importancia para la navegación interior. Es mucho más ancho y más profundo que el de Valdivia; pero sus afluentes no son, en mucho, ni tan numerosos ni tan practicables que los de Cruces. El Río Bueno está formado por la confluencia del Trumag y del Rahue, que nacen en los Andes. El Trumag tiene su fuente en el gran lago de Ranco, situado en el valle central, al sur del de Riñihue, por los 40° 18' lat. S. Este hermoso lago, lleno de islas y rodeado, al norte, al sur y al este, de altas montañas, cuyas pendientes y valles interiores le envían numerosos torrentes, no tiene otra salida que el río Trumag, cuyo curso se dirige al suroeste hasta su confluencia con el Rahue. El largo aproximativo del Trumag no excede de 15 leguas. Su principal afluente es el Pilmaiquén, que, tomando nacimiento en el pequeño lago de Futa-Cullem, situado en el valle central, se dirige al nor-noroeste, bajo el nombre de Lefi-Leufu, hasta su punto de reunión con el Trafún. Este último tiene su origen en el Puyehue, gran lago del mismo valle al sur de Ranco. Los dos ríos reunidos toman el nombre de Pilmaiquén y caen por el lado del sur en el Trumag, a algunas millas de su confluencia con el Rahue. Este último río tiene su fuente en el lago de Llanquihue, en el valle central, al norte del volcán de Osorno, por los 40°50' lat. S. Su curso, aunque tortuoso, se dirige por lo general al oeste hasta su reunión con el Coihueco, que le trae sus aguas de las pendientes occidentales del cerro de Pinganilla; de aquí, toma al noroeste, recibe por la izquierda el Río Negro, vuelve al nor-noroeste, se incorpora, en la villa de Osorno, con el río de las Damas, que le viene por la derecha, y, continuando su marcha hacia el norte, hace su unión con el Trumag, en la misión de Quilacahuín. Su principal afluente, el Río Negro, le viene del sur. Este río toma nacimiento, por los 41°12' lat. S, en la montaña central, cuya base oriental costea en la dirección del norte hasta su confluencia con el Rahue, a tres leguas al sur de Osorno.
 
El Río Bueno, así formado, toma su dirección general al oeste, cuarto al norte, y se echa en el mar por el 40°3' lat. S. Todavía era objeto de cuestión, al norte de la República, el saber si este hermoso río se prestaba o no a la navegación, y ya era visitado por un gran número de pequeñas embarcaciones que, partiendo de Chiloé, llevaban las producciones del rico departamento de Osorno que embarcaban en las márgenes del Trumag. Tiene desgraciadamente, como casi todos los demás ríos, un banco de arena cerca de su desembocadero; pero un buque de vapor acaba de hacer, con un feliz resultado, la exploración del canal principal, que ha dado un fondo medio de 15 pies en la barra; el interior varía, hasta el Trumag, a 12 leguas del desembocadero, de 18 a 45 pies de profundidad. Su corriente es tranquila y tan reposada como la del río Valdivia. Se experimenta el efecto de las mareas hasta la confluencia del Pilmaiquén con el Trumag, a 13 leguas del mar. La exportación de trigos de Osorno para Valparaíso, por esta nueva vía, llamará más, de día en día, la concurrencia de los buques, y el Río Bueno entrará en la línea de los recursos naturales que el comercio y la navegación explotan siempre con provecho. El mismo río de Rahue presenta en todo su curso una multitud de partes accesibles a las pequeñas embarcaciones. Una gran lancha, cargada de animales vacunos, descendió en su curso, desde la ciudad de Osorno hasta el Río Bueno, sin el menor inconveniente; y cerca del gran lago de Llanquihue, a 11 leguas de Osorno, se han visto obligados a servirse de embarcaciones para atravesarlo. Qué porvenir tan lisonjero para el departamento de Osorno, cuando la población y la industria puedan utilizar las grandes ventajas que la naturaleza les ofrece espontáneamente en estos ríos cuyo curso no es interrumpido más que por viejos troncos de árboles y por el amontonamiento parcial de las arenas que es la consecuencia de su permanencia en el agua. Los lugares que riegan el Imperial, el Toltén, el Queuli y el Valdivia se hallan en igual caso.
 
Después del Río Bueno se presenta el Maullín, el último río de importancia de la parte occidental de Chile, debiendo considerarse los que siguen hasta el Estrecho de Magallanes más bien como canales oceánicos encajonados en tierra que como verdaderos ríos. El Maullín tiene su nacimiento, por los 41°20' lat. S. en el gran lago de Llanquilhue, que es también el último de esa sucesión de lagos colocados en el valle central. El primer tercio de su curso no ha podido aun ser determinado, a causa de las dificultades que ofrece al viajero un inmenso bosque de que está cubierto el río. Se ha notado, sin embargo, que tiene una caída bastante considerable antes de aparecer, despejado a 4 leguas después de su origen. Aquí es ancho y profundo; su curso hacia el oeste es tranquilo cuando la marea sube; pero cuando está baja, adquiere en un banco, a dos leguas de la caída, una corriente de 7 millas. Después de este banco, que se llama Primer Salto, toma la dirección del suroeste y va a echarse en el mar por los 4 1°36' lat. S. No tiene afluente alguno digno de mencionarse. Este río que desempeña un rol tan notable en el comercio de madera de alerce, es el más ancho y el más profundo de toda la comarca. La marea sube en él con toda su fuerza hasta 10 leguas y las numerosas goletas de Ancud lo recorren en todas direcciones; pero el desembocadero es peligroso a causa de las rocas; los grandes buques no podrían penetrar sin ser remolcados por vapores. Una vez pasado el desembocadero, nada puede igualar la seguridad que presenta en el interior.
 
Tales son los principales ríos de origen andino, al occidente de las cordilleras de los Andes. Se encuentran en ellos una multitud de otros cursos de aguas más o menos importantes que, partiendo de las cadenas centrales, van directamente a terminar en el océano. Hablaré de ellos en la descripción particular de cada provincia y haré igualmente mención de los numerosos lagos que embellecen el suelo chileno.

 

 

__________

Notas
Se advierte al lector que los llamados mediante asterisco (*) corresponden a notas del autor aparecidas en la primera edición en castellano, o bien a notas del traductor o de este editor, en cuyo caso se cierran con la indicación "(n. Del T.)" o "(N. Del E.)", respectivamente. Los llamados mediante cifras arábigas correlativas (p. Ej.: 35) corresponden a notas del profesor Rolando Mellafe (N. Del E.).

* Mapa de las corrientes observadas a bordo de la Venus, trazada por M. de Tessan, 1837.
volver
** De Kerhallet. Océano Pacífico, 1836.
volver
*** Adventure y Beagle, Viaje. Tomo 11, 1839.
volver
30 Obras ya citadas de King y Fitz-Roy.
volver
****

Scarcely any extensive coast less requires particular description than that of Chile. With tolerable chart, and the lead going, a stranger may sail into, or out of, almost any Chilian port without hesitation.

Fitz-Roy. Appendix to the surveying Voyages in S. América. 1208, 1839.
volver

31 Pissis, obra ya citada.
volver
32 Las primeras defensas construidas contra las crecidas del río Mapocho, durante los siglos XVII y principios del XVIII, fueron todas destruidas por éste. El autor se refiere a los tajamares que el gobernador Ambrosio O'Higgins ordenó comenzar a edificar el año 1792, según planos del ingeniero Leandro Baradán y nombrando superintendente de la obra a Manuel de Salas. Su construcción fue vigilada finalmente por Toesca y terminada en 1804. El hermoso puente de Cal y Canto, por su parte, fue iniciado bajo el gobierno de Guill y Gonzaga el año 1767. Se siguieron los planos del ingeniero Antonio Birt y su construcción estuvo vigilada por el famoso e irascible corregidor y Justicia Mayor de Santiago, Miguel Luis de Zañartu.
volver
33 Un vívido relato, tanto de la construcción como de las transformaciones que produjo el canal del Maipo en los llanos del mismo nombre y aun en la ciudad de Santiago, puede encontrarse en Benjamín Vicuña Mackenna, Enrayo histórico cobre el clima de Chile. Valparaíso, 1877. Capítulos VI y XIV.
volver
34

En esta observación, como en casi todas las que hace en el libro, Pérez Rosales tiene razón. La idea de transformar Constitución en un importante puerto de salida, para la producción de granos y de ganado de una extensa región, surge en los últimos decenios del siglo XVIII. La barra del río Maule, el régimen de vientos de esa parte de la costa y la falta de caminos interiores pospusieron su realización. Hasta mediados del siglo XIX el gobierno insistió en estos propósitos. La Marina envió comisiones, que estudiaron las posibilidades del uso del puerto y además tuvieron la misión de adquirir madera de roble y lingue, para fabricar mástiles y otras piezas de barcos. La compra de madera fue exitosa en Constitución y Curahipe, pero los informes sobre el puerto resaltaban los mismos problemas que apunta el autor en el presente libro. Véase: Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1855. Santiago, 1855. (Especialmente Anexos X y XI).

Otro aliciente al desarrollo del lugar fue la fabricación de embarcaciones de diversos tamaños, que se venían efectuando en los astilleros de Constitución prácticamente desde poco después de la Independencia. Hasta 1845, de los 31 navíos matriculados como nacionales, 17 habían sido construidos en Constitución, según se desprende de Exposición que dirigen al Supremo Gobierno ala la República los armadores y navieros nacionales exponiendo la situación de la marina mercante y proponiendo medidas dirigidas a su protección y fomento. Valparaíso, 1845. La cuestión quedó pendiente hasta que la construcción del ferrocarril longitudinal sur y sus ramales, solucionaron el problema de la salida de productos agrícolas de aquellas regiones.
volver

35 Leoncio Señoret, Notas estadísticas y geográficas relativas a los ríos Imperial, Budi, Queli y Lenguín. Imprenta de la Sociedad. Valparaíso, 1855.
volver