ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Fuentes Bibliográficas
Primera parte.
Capítulo II. Clima.

Por poco que se conozca la influencia que ejercen sobre el clima de un país, su configuración, y su orientación, su proximidad a los grandes mares, los vientos reinantes, la vecindad de las montañas y su posición, la altura y forma de los valles, la presencia o ausencia de bosques y pantanos, la transparencia más o menos grande del cielo, la acción misma del hombre civilizado, no hay más que mirar el territorio chileno para conocer que reúne en él todos los climas. En efecto, la gran longitud de sus costas, que recorren 1980 millas de norte a sur, su poco ancho y el declive de su suelo imprimen al clima de sus distintas latitudes, en cada punto de su paralelismo al ecuador, un carácter que le es propio y una temperatura que admite o impide el desarrollo espontáneo de ciertas especies de plantas. Parece que el primer viajero de los tiempos modernos, el filósofo naturalista Alejandro de Humboldt, quiso describir el suelo chileno cuando hace la descripción poética de las comarcas intertropicales(22). No se ve en Chile es verdad, el cielo de dos hemisferios; pero, en cambio, la bóveda transparente del cielo austral se ostenta allí con todo su esplendor. La diafanidad de su atmósfera, que hace aparecer los astros como destacados y los presenta a la vista con una limpieza asombrosa, atrae la atención de todos los astrónomos. En Chile es donde los climas y las zonas vegetales que éstos determinan, descienden como por escalas hasta el océano. Aquí es también donde las leyes de la disminución del calor se encuentran escritas en caracteres indelebles sobre las paredes de las rocas de las montañas.

El clima de Chile considerado en su conjunto es templado y variable, desde sus más bajas hasta sus más altas latitudes; de tal modo la acción de las causas que modifican la forma de las líneas isotermales tiende, en toda la extensión de su territorio, a moderar el exceso del calor y del enfriamiento de la atmósfera durante el trascurso de los veranos e inviernos.

El viento del este se encuentra detenido, en todo el largo del país, por la muralla de los Andes. El enfriamiento que opera en el aire se hace sólo sentir después de medianoche, época de su aparición, hasta la salida del sol, en que cesa de soplar. Este viento, que se llama Puelche en los valles interiores y Terral en los de la costa, contribuye, así como la irradiación de la tierra, a templar el calor producido por los rayos que el sol de verano lanza al través de las capas de una atmósfera transparente. Después de las 9 de la mañana, término medio, el viento del oeste, desvío de la corriente tropical, es el que toma el lugar del Puelche y restablece el equilibrio en la temperatura.

El efecto producido por estas corrientes diversas del este y del oeste se halla además modificado por las grandes corrientes periódicas del norte y del sur que atraviesan a lo largo todo el país. El viento polar del sur reina en verano, y el de la zona tórrida, el norte sopla en invierno.

Se concibe fácilmente, según este orden constante de vientos reinantes, que ninguna temperatura extrema puede tener asiento fijo en esta región. Si el clima de Copiapó, no obstante la proximidad de los trópicos, la aridez del suelo, la ausencia de vegetación, y la vecindad de un desierto cuyas ardientes arenas dan a la atmósfera un grado tan intenso de calor, es mucho más templado que lo que debía serlo por la acción de estos poderosos agentes del calor atmosférico sobre todo el territorio de este departamento. Pero su cielo nebuloso y húmedo en el primer tercio del día, puro y sereno durante la noche, quebra y descompone los rayos solares durante la mañana, y facilita la irradiación del calor durante la noche. En verano, los vientos del sur rechazando sobre los trópicos la atmósfera enardecida por la reverberación del desierto, le impiden obrar sobre la temperatura de estos lugares, mientras que en invierno los vientos del norte conducen allí este agente del calor, ya moderado por el alejamiento del sol.

Pasemos a la extremidad meridional de la República y detengámosnos sobre el Estrecho de Magallanes. Aquí, lo mismo que en algunos puntos de las altas latitudes europeas, se notan las modificaciones que los numerosos agentes del calor imprimen a la temperatura que produce la proximidad del polo.

Conozco pocos lugares cuyos climas hayan sido más mal estudiados que el de Magallanes. Algunos hechos recogidos a la ligera y repetidos después por viajeros sin experiencia, han bastado para hacer calificar de extremados los inviernos del Estrecho. Se vio allí caer la nieve en medio del verano, es así que no cae jamás en tal estación en Laponia, luego los inviernos deben ser espantosos en el Estrecho. Se ve por esta conclusión, a qué punto era ignorada la climatología en tiempo de Cook. El color azul de la nieve hizo creer a Anson y después de él a Bougainville que debía ser eterna. Afortunadamente, Cook, rectificó este error, lo mismo que el de la pretendida elevación prodigiosa(23) de los puntos de las montañas de estas regiones. Insisto en estas calificaciones, porque les atribuyo en gran parte, el abandono inconcebible que habían hecho la marina y el comercio del pasaje de Magallanes, para preferir durante tan largo tiempo, los riesgos y peligros del cabo. Bougainville es casi el único de los viajeros que se haya servido del termómetro para indicar la temperatura del Estrecho. Los demás han calculado los grados de intensidad del frío por la impresión que de él recibían en el cuerpo. Bougainville, sin embargo, se contenta con decir que el termómetro de Reaumur, durante dos días del mes de diciembre, descendió de 8 a 5°+0 y que durante algunos otros días marcó 5+8+9+ 12+0(*).

Pero quiero suponer por un momento que no tengamos sobre el clima de Magallanes ninguna observación experimental y que para apreciarla nos sea preciso recurrir a los principios admitidos por las grandes autoridades y a las causas que pueden modificar la forma de las líneas isotermales en el sentido del descenso de la temperatura. No se encuentran en esta comarca grandes alturas sobre el nivel del mar, como las hay en las comarcas del norte(**). Sus mesetas son de una extensión considerable más allá de las primeras colinas que sirven de baluarte al mar del Estrecho. Su configuración no es compacta; al contrario, hay pocos países cuya configuración sea más irregular, más interrumpida, y que ofrezcan más canales, bahías sinuosas y penínsulas. Ninguna tierra la une al polo ni a los hielos eternos, y las aguas del cabo están constantemente libres y desprendidas durante el invierno. Por otra parte, sabido es cuánto la influencia del mar, cuya temperatura sigue tan lentamente las variaciones atmosféricas, contribuye a mitigar el rigor de los inviernos y el calor de los veranos, y cuán gran diferencia existe entre el clima de las islas y el del interior de una gran masa compacta de tierras firmes. Ninguna cadena de montañas impide a los vientos del oeste llegar a la región magallánica; reinan allí en todas las estaciones. La ausencia de los picos aislados es casi absoluta. Las selvas, aunque vigorosas y tupidas, no cubren en gran parte todo su territorio. Los pantanos son allí de poca extensión. La altura de las montañas no llega en general a la de las nieves perpetuas(***). La pureza del cielo es tan enrarecida en invierno como en verano. Los vientos fríos del sur predominan en verano y los vientos calientes del norte soplan en invierno. Si la intensidad del frío es tan extrema en esta comarca, ¿por qué el termómetro centígrado no ha bajado jamás de 7 grados bajo cero desde el año de 1843, que se hacen observaciones? ¿Por qué se le ha visto llegar sólo tres veces, en doce años, a 5 grados y medio, e indicar en menos de 2 horas una temperatura más caliente? ¿Cómo explicar la existencia fácil y vigorosa de los vegetales y animales que, aun perteneciendo a latitudes templadas, se encuentran espontáneamente en estas regiones? ¿Qué decir de la casi desnudez de los indios(****) y de la insuficiencia de sus cabañas?(*****).

El clima de Magallanes es suave en invierno y fresco en verano. Si me fuese permitido darle un nombre, lo llamaría primaveral: porque presenta todas las transiciones atmosféricas, apropiándose simultáneamente el rigor del fin del invierno y el calor del principio del verano. Se ha visto al termómetro de Farhenheit subir hasta 85 grados y bajar, 6 horas después, a 40. Algunas veces, el tiempo sereno y la atmósfera calentada por un sol ardiente, que trasporta la imaginación al clima de los trópicos, dan lugar, casi sin transición, a violentas ráfagas de viento, a la nieve y al frío, los cuales ceden a la vez a la influencia de las causas que restablecen el equilibrio en la perturbación atmosférica; la nieve desaparece, y el sol se muestra de nuevo en todo su esplendor. Al extremo de la América Meridional es donde se puede mejor que en parte alguna del globo, observar los admirables fenómenos que produce la constante lucha de la latitud con los numeroso agentes que tienden a modificar su influencia sobre el clima. He aquí porqué los viajeros, en su corta travesía por el Estrecho, han encontrado, a veces, nieves que les hacían presagiar horrorosos inviernos, y otras, siempre en la misma estación, prados cubiertos de flores, que no son inferiores las que se cultivan en los jardines europeos, ni por la variedad y brillo de sus colores, ni por el perfume que exhalan(******). La nieve no permanece jamás sobre las plantas en la sección de Magallanes. Apenas se ha amontonado cuando se derrite a los primeros ardores del sol y cae en copos sobre el suelo que la disuelve; no dirige ningún golpe mortífero a la delicada Winteriana ni a las flores, y no bien ha pasado la borrasca se ve aparecer en los aires, la golondrina, el papagayo y el tierno colibrí(*******).

Tengo ante mi vista las observaciones meteorológicas hechas en diversas épocas, sobre dos puntos distintos del territorio magallánico, por sus gobernadores La Rivera, Muñoz Gamero, Philippi y Schithe, así como las hechas por los oficiales de la marina chilena, y las que yo mismo he tenido ocasión de hacer durante el invierno de 1846, en los valles occidentales de las tierras patagónicas(24).

Desgraciadamente, la falta de continuidad en estas observaciones y los límites de este ensayo, me imponen el deber de circunscribirme a la indicación de las que han sido continuadas por muy largo tiempo, sobre todo, aquellas que comprenden los meses de junio, julio y agosto, que corresponden a nuestro invierno, siendo mi objeto al presente, destruir las falsas ideas emitidas sobre el clima del Estrecho durante esta estación.

Los resultados obtenidos en la observación de los inviernos de 1846 y 1848, en San Felipe (Puerto Famine), por La Rivera y por los marinos en estación en el pasaje, no ofrecen diferencias notables si se las compara entre sí; su combinación asigna a cada mes observado la temperatura siguiente:

1846 y 1848
Barómetro
Termómetro
Temperatura
Temperatura
Término medio en pulgadas inglesas
Fahrenheit
Media
Media durante el invierno
junio
29.08
Máx.

38

32.50
32.02
Mín.

30

Julio
29.38
Máx.

36

30.56
Mín.

22

Agosto
30.00
Máx.

39

33.00
Mín.

28

Las observaciones del gobernador actual de la colonia, M. Schithe, durante los meses de invierno de 1854 dan a cada uno de estos meses el grado medio de frío que sigue:

Junio 3.24 Centígrado

Temperatura media de 3 meses: 2.80

Julio 2.15 Centígrado
Agosto 3.01 Centígrado
 
Las observaciones a que me dediqué en las llanuras bajas de la Patagonia por los 52 grados lat. S al este del meridiano de Punta Arenas, durante los tres meses del invierno de 1846, aunque muy imperfectas, pueden dar alguna idea de la temperatura del interior de este extremo del continente. Ellas presentan para los meses de

 
TEMPERATURA
media
TEMPERATURA
media para el invierno
junio Máx. 40
31.50
31.76
Mín. 27
julio Máx. 45
30.38
Mín. 21
Agosto Máx. 43
33.40
Mín. 23

El mes de julio es pues el más frío en Magallanes. En el tiempo de La Rivera el termómetro llegó dos veces al mínimum de 22 grados Fahr. en Puerto Famine, cuando la observación fue hecha a las 8 de la mañana; pero, una hora después había ya subido a los 29 grados, y a mediodía llegó la primera vez a 36, y a 39 la segunda. En el tiempo de Muñoz Gamero, en 1851, el 16 del mismo mes, el termómetro bajó a los 19 grados, a las 4 de la tarde, subió insensiblemente y llegó a los 30, el 17 a las 8; y a 35 grados al mediodía. En mis observaciones, el termómetro bajó el 11 de julio a 21 grados a las 4 de la tarde, y el 19, a 23 grados a las 8 de la mañana; el primer día quedó estacionario hasta las 6 de la tarde y llegó a los 30 grados al día siguiente, a las 8 de la mañana. El segundo día, el mismo grado de frío se mantuvo hasta las 10; a mediodía el termómetro marcaba 29 grados.
Se podía apreciar, aunque de un modo incompleto, a causa del pequeño número de observaciones que se han hecho, la temperatura de un año entero observado por M. Schithe en 1853 y 1854. He aquí sus propias palabras.
"En el invierno que acaba de pasar, durante los meses de junio, julio y agosto de 1854, no se han contado más que 18 días en que el termómetro centígrado haya descendido bajo cero. Una vez sola llegó a 6°75' en la mañana; pero volvió al calor en el trascurso del día. En las demás veces no ha pasado más allá del 2° excepto en tres mañanas donde llegó a 4°".
"Durante los meses de verano de 1854, es decir en diciembre, enero y febrero, se ha notado muy frecuentemente que el termómetro subía a mediodía y a la sombra, a 14 y a 15 grados, algunas veces a 18 y aún a 19, mientras que no se le vio jamás bajar, en las observaciones hechas a las 8 de la mañana, a menos de 6 grados".
La temperatura media de cada mes y la de las estaciones se encuentran en el cuadro siguiente:

 
CENTÍGRADO
 
1853 Septiembre
3.48
Primavera 7,17
Octubre
8.54
Noviembre
9.49
Diciembre
11.16
Verano 11.60
1854 Enero
11.96
Febrero
11.68
Marzo
9.95
Otoño 7.06
Abril
7.02
Mayo
4.21
junio
3.24
Invierno 2.80
julio
2.15
Agosto
3.01

"Se puede deducir de todos estos datos, que ni los fríos de invierno ni las altas temperaturas de los veranos son excesivas en Magallanes, aun cuando se admitiesen las variaciones que pueden tener lugar en diferentes años".
Según el mismo autor; las aguas meteóricas, por abundantes que hayan sido en el año observado, no dan lugar a considerar como lluvioso el clima magallánico. El término medio de los días lluviosos es de 10 a 11 por mes. La lluvia es más frecuente, pero menos abundante, en primavera y en verano que en otoño y en invierno. He aquí un cuadro de la cantidad de agua recogida durante el año observado por M. Schithe.
  Días de lluvia o de nieve Metros de agua caída  
1853
Septiembre
12
0,0488
Primavera
0,1557
Octubre
11
0,0477
Noviembre
13
0,0552
1854
Diciembre
13
0,0293
Verano
0,0755
Enero
8
0,0202
Febrero
15
0,0260
Marzo
11
0,0423
Otoño
0,1733
Abril
10
0,0475
Mayo
6
0,0835
junio
12
0,0873
Invierno
0,2230
julio
12
0,0979
Agosto
10
0,0378

Como se ve, los inviernos en Magallanes no son, en mucha parte, tales como se los ha presumido en presencia de los fenómenos atmosféricos que se han observado en el rigor del verano. Pero si los inviernos son suaves relativamente a su posición geográfica, los veranos a causa de la falta de calor, se hallan lejos de prestarse al cultivo de las gramíneas que necesitan, como el trigo, de una temperatura elevada para madurar. Sin embargo, fuera del trigo, que no llega sino algunas veces a su perfecta madurez, se ha reconocido que la cebada y la avena se dan allí muy bien, y que las papas, lo mismo que las plantas leguminosas y crucíferas, se dan tan bien como en el norte.
Resulta del conjunto de todos los datos meteorológicos que he podido recopilar en las relaciones publicadas desde el tiempo de Pigafeta hasta nuestros días, que el temperamento magallánico, a lo largo del Estrecho, debe ser clasificado en la categoría de los temperamentos variables de Pouillet(25), que hay nieve en todas las estaciones, pero poca, y que la nieve no dura jamás bajo el sol; que durante el invierno hay menos nieve que en primavera, y más en verano que en otoño; que las lluvias son tan cortas como frecuentes, pero que cae muy poca agua cada vez, porque se ha observado que las 77 lluvias caídas en Punta Arenas, durante los seis meses de primavera y de verano del año 1853, han producido sólo 231 milímetros de agua mientras que la lluvia del 16 de abril de 1854 produjo 236 en Santiago.
Los vientos reinantes del Estrecho son los del occidente. Los vientos del sur son allí los más fríos y los más secos. Los del norte traen casi siempre la lluvia.
Siguiendo el litoral del mar Pacífico hacia el norte, se nota que la temperatura se hace más caliente, pero las lluvias aumentan; las nieves no son visibles a lo lejos, sino sobre la cima de los Andes por los 46 grados de las S, y cuando se les ve caer en las llanuras, es en forma de granizo menudo o ligeros copos que permanecen momentáneamente sobre el suelo.
No tenemos todavía sobre el clima de Chiloé dato alguno fundado sobre observaciones meteorológicas. Se podrá sin embargo apreciarlo aproximativamente por las que, durante el trascurso de los años 1853 y 1854, hice practicar en Puerto Montt, lugar principal del territorio de Llanquihue, que limita esta provincia al norte.
Puerto Montt está situado por los 41°30' lat. S a diez leguas al norte de San Carlos, capital de Chiloé. Las observaciones han sido hechas en tierra por los empleados del gobierno, y a bordo por los oficiales de cuarto de la marina nacional, seis veces por día de 4 en 4 horas. Los instrumentos han sido colocados a la sombra, a nueve pies encima del nivel del mar en las altas mareas, y el termómetro de Farenheit es el que ha servido para determinar la temperatura.
La combinación de los cálculos de dos años ha dado el resultado consignado en el cuadro siguiente:

MES
Máx. y Mín. del Barómetro
término medio
Máx. y Mín. del Term Farenheit
temperatura media
Días serenos
Días nublados
Días lluviosos.
Septiembre
Máx. 2834
2765
Máx. 49
42,50
13
15½
Mín. 2708 Mín. 32
Octubre
Máx.2900
2870
Máx. 54
49,20
14½
15
Mín. 2800 Mín. 36
Noviembre
Máx.3010
3000
Máx. 70
58,65
13½
1
15½
Mín. 2945 Mín. 55
Primavera
50,05
Diciembre
Máx.3012
2013
Máx.75
63405
18½
3
Mín. 2940 Mín.51
Enero
Máx.3005
2960
Máx.80
59,40
25
6
Mín. 2016 Mín. 49
Febrero
Máx. 3000
1932
Máx.72
58,36
19½
½
8
Mín. 2896 Mín. 40
Verano
60,58
Marzo
Máx. 3005
2965
Máx. 76
53,60
17½
10
Mín. 2900 Mín. 37
Abril
Máx .2997
2896
Máx. 50
50,50
12
½
17½
Mín. 2815 Mín. 39
Mayo
Máx. 2880
2875
Máx. 50
49,40
15½
14
Mín. 2751 Mín. 39
Otoño
51,10
Junio
Máx. 2870
2814
Máx.52
46,00
13½
½
16
Mín. 2710 Mín. 32
Julio
Máx. 2850
2800
Máx.51
42,50
15
½
15½
Mín. 2770 Mín. 32
Agosto
Máx. 2817
2788
Máx.54
40,48
14½
16½
Mín. 2750 Mín. 22
Invierno
42,99
Temperatura media del año 51.14

La hora del máximum y del mínimum de la temperatura es muy variable; sin embargo, se podría decir que por lo general la más baja temperatura se hace sentir hacia las 8 de la mañana, y la más elevada, entre mediodía a las 3 de la tarde.
La nieve es desconocida en Llanquihue. En el curso de dos años de observación, se ha visto sólo caer dos veces el granizo, en las dos tempestades que se experimentaron el 25 de agosto y el 30 de septiembre de 1854; pero no bien cayó cuando fue disuelto. El granizo cae en todas las latitudes de Chile en general; pero es poco denso y muy dividido, y no causa jamás daño. Las tempestades son las que lo traen. Los grandes movimientos atmosféricos acompañados de relámpagos y truenos, y que lanzan el rayo y el granizo devastador en los llanos de Buenos Aires, pierden en Chile su aspecto imponente. No cae el rayo jamás.
El termómetro bajó a 22° en la mañana del 7 del mes de agosto; pero a mediodía marcaba 29, y 47 dos horas después. Es el día de la más baja temperatura de los dos años observados. El de la más alta fue el 11 de enero, llegó a 60° a las 10, a 80 a mediodía, y a 79 a las 4.
He aquí la marcha del termómetro en cada uno de estos dos días extremos.

1854
Medianoche
4 horas mín.
8 horas mín.
Mediodía
4 hrs. tarde
8 hrs. tarde
11 Enero
73
65.50
59.80
80
79
77.25
7 Agosto
34
22
23
29
46
39.25

Diciembre ha sido el mes de la más alta temperatura, término medio, 63.40. Agosto ha sido el mes de la más baja, término medio, 40.48. Temperatura media de los tres meses de verano, diciembre, enero y febrero, 60.38. Temperatura media de los tres meses de invierno, junio, julio y agosto, 42.99.
La estación de verano es pues de 17°39' más caliente que la estación de invierno y la temperatura media correspondiente a todo el año es de 51 grados 14' Farenheit.
Los vientos que reinan en Llanquihue son en los días serenos de todas las estaciones, el viento sur y el del este. Este último se hace sentir en la mañana, desde las dos hasta la salida del sol; entonces sigue un momento de calma. Hacia las 10, el del sur lo reemplaza con violencia y continúa hasta la tarde. Pierde generalmente su fuerza hacia las 5, y comienza a calmarse insensiblemente, hasta que cesa enteramente hacia medianoche. En los días nublados y lluviosos, predominan siempre los vientos del norte y noroeste.
Las frecuencias de los cambios atmosféricos de esta región, donde los vientos del norte y del sur desempeñan un papel tan importante, impide asignar a cada uno de ellos, estaciones bien marcadas. Todos los vientos cardinales, a excepción del viento oeste, que es muy raro, se suceden algunas veces en un mismo día. El cuadro siguiente podrá dar una idea aproximativa de su distribución caprichosa en cada mes del año.

1853
Vientos de nieblas y de lluvias
 
Vientos secos que traen el tiempo bueno

(********)NS E NOO
Número de días

SO S SE E
Número de días
Septiembre
0
13½
0
0
11½
0
Octubre
1
0
0
13½
0
½
Noviembre
0
14½
0
1
10
0
2
Primavera
14½
32½
0
1
35
0
4
Diciembre
0
2
10
0
0
19
0
0
1854
- - - - - - - -
Enero
0
½
0
0
22
0
0
Febrero
0
1
½
0
19
0
0
Verano
0
26
½
0
60
0
0
Marzo
½
0
0
22
0
½
Abril
½
9
10½
0
0
0
½
Mayo
0
10
12
0
½
0
½
Otoño
1
21½
28
0
½
39½
0
Junio
0
7
18
0
0
5
0
0
Julio
0
9
15
0
0
7
0
0
Agosto
0
14½
0
0
14½
0
½
Invierno
0
17½
47½
0
0
26½
0
½

Como se ve, cada mes tiene en parte algunos días de lluvia. Esta circunstancia hace emitir sobre el clima de esta sección, ideas que no son exactas; se le cree excesivamente lluvioso. Ya hemos indicado que una sola lluvia en Santiago produjo más agua que las lluvias repetidas de seis meses, en el Estrecho de Magallanes. Sin embargo, puede decirse que la región lluviosa de Chile está entre 46° y 39° lar. S.
No conozco parte alguna donde las corrientes atmosféricas del norte o del sur ejerzan una influencia más inmediata sobre la determinación de la lluvia o del tiempo sereno. Es raro que los vientos cuadrantes NO no traigan la lluvia en todas las estaciones, y más raro todavía que los del sur no hagan brillar el sol en toda su pureza. En los 168 días y medio del tiempo sereno del año 185 3 y 54 sólo seis corresponden a los vientos del norte y del noroeste, y tres a los del este, los otros, al sur. Entre los 196 días y medio nublados o lluviosos, no se ha encontrado, en el mismo año, uno solo que corresponda al sur. El año siguiente, sobre 207 días de buen tiempo, no hay uno solo que corresponda al norte, mientras que en los 158 nublados o lluviosos del resto del año, no se ve figurar más que cuatro veces al sur en su mayor proximidad del oeste.
Al marino y al agricultor atañe el deducir las preciosas ventajas que les ofrece esta ley atmosférica. Los habitantes de estos lugares saben aprovecharse de ella. Así se ve a veces con asombro, cuando la tempestad ruge todavía y el mar agitado por el viento norte se estrella con estrépito sobre las costas de las islas, al barquero chilote disponer los aparejos de su débil embarcación, y confiarse cantando a un océano que haría temblar los marinos más audaces, mientras que el agricultor se apresura a extender sus gavillas de mieses para secarlas. Es porque ellos han sentido el soplo del sur; saben que debe traerles la calma en los aires y en el mar. Otras veces, con un cielo puro y sereno, se ve al primero apresurarse a ganar la costa, y al segundo poner a cubierto sus cosechas; sienten la venida del viento norte y se dan prisa para evitar la lluvia y las borrascas.
Parece que esta ley atmosférica se extiende con toda su regularidad hasta la latitud de Osorno, por los 40°30' lat. S, porque resulta de las observaciones de tres años consecutivos, los de 1851, 1852 y 1853, que sobre 198 días serenos que se presentan en cada año, el viento norte no figura sino 5 veces, indeciso y débil; los vientos de este y oeste han soplado 13 días, mientras que la influencia del sur se ha hecho sentir en los otros 180. En los 167 días lluviosos que corresponden a cada año, se ha notado dos en que el viento sur predominaba, y siete en que soplaba el este y el oeste; el resto pertenecía puramente al norte.
Se puede decir que no hay habitualmente tiempo nublado propiamente dicho en toda la región comprendida entre los 46° y los 39° lat. S. Cuando el sol está interceptado durante la mañana, es por neblinas más o menos espesas y rastreras. Las verdaderas nubes no tardan en condensarse en lluvias.
En la ciudad de Valdivia, que está situada en las márgenes del río del mismo nombre, a cuatro leguas de su embocadura, M. Charles Anwandter se ocupó con constancia, durante algunos años, en observaciones meteorológicas para conocer la temperatura media de esta comarca. Sus observaciones comprenden tres años consecutivos, desde el 1° de abril de 1851 hasta fines de marzo de 1854, como se puede ver por el cuadro siguiente.

TEMPERATURA QUE CORRESPONDE A CADA MES DE LOS AÑOS OBSERVADOS EN VALDIVIA SEGÚN EL TERMÓMETRO DE RÉAUMUR

 
Temperatura media
Mínimum
Máximum
1851
Abril
10.40
+4
17
Mayo
9.20
4
14
Junio
8.50
2.50
12
Julio
6.10
1
11
Agosto
8.50
2.50
13.50
Septiembre
8.30
1
16.50
Octubre
9.60
4
20
Noviembre
10.80
5
25.50
Diciembre
11.90
4
25.50
1852
Enero
14.20
5
28
Febrero
13.80
6
24
Marzo
11.40
2
20
Abril
9.70
1.50
16
Mayo
8.30
3
12
Junio
5.90
-1.50
12
Julio
2.30
-1
10
Agosto
6.90
+ 1
11
Septiembre
7.58
0
15
Octubre
9.88
2.50
19
Noviembre
9.74
3
20
Diciembre
12.33
5
24
1853
Enero
14.66
7
27
Febrero
12.83
3
22
Marzo
12.94
2.50
23
Abril
9.90
1
15
Mayo
8.86
9
14
Junio
7.96
1.50
12
Julio
6.06
0.50
11
Agosto
6.47
- 3
13
Septiembre
8.21
+ 1.50
15
Octubre
10.03
1.50
21
Noviembre
14.04
4
19
Diciembre
12.97
5
25
1854
Enero
12.20
4
23
Febrero
13.57
5
24
Marzo
11.91
2
24

De estas cifras cuya exactitud no podría ser negada, resulta que en el curso de tres años, la más baja temperatura se encuentra en el mes de agosto de 185 3 - 3°, y la más alta en el mes de enero 1852 +28°, que julio de 1852, el mes más frío, presenta una temperatura media de 5°30' y enero 1853 el mes más caliente, la de 14°66', que todos los meses de invierno reunidos junio, julio y agosto, dan una temperatura media de 6°85', y todos los meses de verano reunidos, diciembre, enero y febrero la de 13°27' que la diferencia entre el calor medio de verano y el de invierno es de 6°42' y la temperatura media de tres años es 10°5'.
Según el profesor Philippi, que ha analizado un año entero las observaciones de M. Anwandter, desde el primero de abril de 1851 hasta el último día de marzo de 1852, parece que el número de los días lluviosos no excede en Valdivia al de los días lluviosos de la parte templada de Alemania. "De los 156 días de lluvia, dice, observados en el año, 24% pertenecen a la estación de la primavera, 18% al verano, 6% al otoño y 36% al invierno".
La nieve cae raras veces en Valdivia. Así en el transcurso del año de observaciones no se le ha visto caer más que dos o tres veces en pequeñas cantidades, y se ha disuelto al momento. Con todo, permanece algún tiempo en invierno en las cumbres de la cadena de las montañas de la costa. El granizo también es raro en Valdivia y nunca causa mal. Las tempestades(*********) no son tampoco frecuentes. En todo el año no se han contado más que ocho: dos en agosto, dos en octubre, y una en cada uno de los meses de mayo, julio y septiembre.
El clima de Valdivia, a causa de los vientos que dominan en él, pertenecería, según el Dr. Philippi, a aquellos que se llaman Climas Insulares; he aquí sus propias palabras: "En efecto, acontece ya en la latitud de Valdivia que esa misma corriente de aire que subiendo en la zona tórrida hacia las altas regiones de la atmósfera, se dirige hacia los polos, baja y toca la superficie del suelo en esta provincia. Los vientos del oeste son los más frecuentes, particularmente durante el verano y el otoño. Producen una temperatura muy baja con relación a la latitud de Valdivia, sobre todo si se compara la temperatura de esta provincia con la de los países situados en Europa bajo el mismo paralelo. Los vientos del norte y del sur son allí los más raros"(26).
No participo de la opinión del sabio profesor sobre la causa del enfriamiento de la temperatura estival de Valdivia. Tal vez ha rectificado ya esta opinión. El viento del oeste no trae la baja temperatura a región alguna situada al oriente del océano Pacífico, a no ser que alguna de las numerosas causas que tienden a modificar la temperatura, no venga a destruir la influencia de los vientos de los trópicos sobre su elevación. El hecho de la baja temperatura de los veranos existe en estos lugares; pero la causa que los produce se encuentra en otra parte distinta de los vientos del oeste.
En verano y en otoño es precisamente cuando los vientos del sur soplan con violencia sobre el mar y sobre la tierra occidental de Chile. Esta gran corriente es conocida de todos los navegantes; penetra por el golfo de Reloncaví, en el valle central, atraviesa el país en toda su longitud, recorre también toda la extensión de nuestras costas y lleva a todas partes el enfriamiento que le es propio. Esta es la corriente que, contrariada por la disposición de las montañas, aparece en Valdivia bajo un nombre local y ocasiona la baja temperatura que se atribuye al viento oeste. Así, cuando se cree estar bajo la influencia de este viento en el valle de Valdivia, se ven las nubes impulsadas con fuerza hacia el norte, y los navíos que van a Chiloé a lo largo de las costas, luchan semanas enteras contra la violencia del viento sur.
Las observaciones hechas en Valdivia, ciudad situada en un valle irregular, rodeado de montañas de una elevación considerable, no pueden suministrar datos precisos para determinar la dirección magnética de los vientos. Las deducciones del profesor Philippi son exactas; pero son locales y no podrían ser aplicadas a toda la extensión de la provincia, donde la ley general de la influencia del sur y del norte sobre la lluvia y el buen tiempo, es la misma, con corta diferencia, que en el territorio de Llanquihue y sobre todo en el de Osorno.
No tenemos observaciones sobre la temperatura de la provincia de Concepción. Las únicas indicaciones que poseemos sobre esta parte de la República son de M. Philippi, y me permito reproducirlas aquí.
M. Philippi, en una carta dirigida al secretario de la Facultad de Ciencias de Santiago, sobre la temperatura de la ciudad de Concepción en 1849, se expresa así: "He tomado, el 29 de noviembre, en 17 lugares distintos, la temperatura del agua de pozos en los puntos donde ésta se hallaba más próxima a la superficie del suelo, y he notado que variaba entre 10°4' y 13°2' Réaumur. La temperatura 10°4' es la de un pozo de nueve pies de profundidad, y también la de un pequeño manantial a la superficie del suelo. El 7 de diciembre siguiente, la temperatura de los pozos se encontró siempre la misma; pero el 31 de enero era de 11°2' y el 28 de febrero de 11° 1' de donde se puede concluir que la temperatura media de Concepción debe encontrarse entre 10°4' y 11°2' Réaumur. Desde el 1° de septiembre hasta el fin de febrero no hubo tempestades, granizos ni temblores de tierra:
El profesor Domeyko se ha dedicado a investigaciones muy interesantes sobre el clima de Santiago, capital de Chile, y consignadas en los Anales de la Academia de Ciencias de Chile del año 1851; esto me dispensa el reproducirlas aquí, porque mi objeto no es otro que consagrar en este Ensayo, al clima chileno, un lugar relativo a las indicaciones numerosas que me he impuesto la tarea de dar(27)
Limitándome a los hechos principales, diré que la temperatura de Santiago corresponde a la del 42° lat. N en la zona templada del hemisferio boreal, tal vez designada bajo el nombre de variable. Se encuentra de 5° más elevada, en verano, y de 6° a 7° menos fría, en invierno, que la de París y Londres, y además es de 2 a 3° menos variable.
Los meses donde reina el calor más grande son los de diciembre, enero, febrero y marzo. Estos cuatro meses dan una temperatura media de 21°6’ Réaumur. Los meses más fríos son los de junio, julio y agosto, su temperatura media es de 9°9' Réaumur. La temperatura de enero, mes del más mayor calor, es de 23°2' Réaumur. La del mes de julio, que es la más fría, es de 9°6' Réaumur. El máximum termométrico, a la sombra, llega a 33°5' Réaumur. El mínimum 1° 1' Réaumur. La temperatura media de todo el año es de 15°8' Réaumur.
Un hecho digno de notarse entre nosotros, en la temperatura de Santiago, es la gran diferencia que existe casi siempre entre la temperatura del día y la de la noche. En verano, el termómetro, que sube algunas veces hasta 50°, al sol, a las 2 ó 3 de la tarde, baja con tal rapidez a la proximidad de la noche, que se le ha visto llegar a los 40° en menos de 4 horas.
El máximum de la presión atmosférica es de 726, el mínimum 701, la presión media 714.
El clima de Santiago no está sujeto a las frecuentes revoluciones atmosféricas que hemos indicado en Valdivia y en Llanquihue, y que parecen ser especiales a toda la región del sur, desde Concepción donde ya se muestran mucho. Se nota en Santiago, como en todo el resto del país, la misma influencia de los vientos del norte sobre la determinación de las lluvias, y de los vientos del sur sobre la de la serenidad de la atmósfera; sin embargo no ejercen un efecto tan inmediato como en el sur; las estaciones son mejor caracterizadas, y la época de las lluvias parece estar circunscrita a los meses de invierno y de la primavera, que participan mucho del carácter general de los veranos de Valdivia, Llanquihue y Chiloé.
A medida que se avanza de Santiago hacia el norte, el clima cambia visiblemente. El calor aumenta por grados; la acción de las lluvias y de los violentos cambios atmosféricos se debilita en proporción de su lejanía. El suelo es más seco, porque llueve raras veces; está más a descubierto y puede ser más fácilmente penetrado por los rayos solares.
Aun los vientos pierden allí su fuerza y, excepto en los estrechos descensos de la línea culminante de las montañas, llamados Portezuelos y en los valles que parecen encajonar los vientos e impelerlos con violencia, no se les encuentra en las llanuras sino bajo la forma de brisas a veces templadas y con más frecuencia ardientes. La nieve es desconocida allí; no permanece sino en la parte más elevada de las cordilleras limítrofes, y aun aquí mismo, no se presenta, como en el sur, en ventisqueros imponentes. Pero si las lluvias son más raras a medida que uno se aproxima al desierto de Atacama, los rocíos de la noche son, en cambio, más abundantes. La pureza de la atmósfera facilita la irradiación del calor durante la noche y modera el efecto que produce el suelo ardiente durante el día por el calor del sol.
El máximum de calor observado en Coquimbo, en verano, en el mes de febrero, es de 27.00 centígr. El mínimum en invierno, en el mes de agosto es de 8.00 centígr. La temperatura media de los meses más calientes diciembre, enero y febrero presenta 19.00 centígr. La temperatura media de los meses más fríos, junio y julio, da 12.92 centígr. La temperatura de todo el año es de 16.90 centígrados.
En cuanto a la presión atmosférica media, se puede decir que, tanto en Coquimbo como en Santiago, Concepción, Valdivia, Puerto Montt y San Carlos, es, tanto mayor durante los meses lluviosos de invierno, cuanto es menor durante los meses secos de verano, y que las más grandes ascensiones barométricas en cada una de estas ciudades, se observan muchas veces entre las 3 y 10 de la mañana, y las más bajas, de las 3 a las 4 de la tarde.
No tenemos todavía bastantes datos para poder indicar la ley de la disminución del calor con relación a los grados de latitud donde se encuentran los puntos observados. Según M. Domeyko, sería entre Coquimbo y Santiago, casi una tercera parte de grado del termómetro centígrado por cada grado de latitud, y entre Santiago y Concepción de un grado y un cuarto. Pero, como él mismo dice, sus indicaciones no pueden ser sino aproximativas, atendiendo a la altura en que se encuentra Santiago encima del nivel del mar. En efecto, Santiago es una ciudad situada a 559 metros de elevación, mientras que las ciudades de Concepción y Coquimbo podrían ser consideradas, con corta diferencia como estando al nivel del océano(28). En la Europa central, entre los paralelos 38 y 71, se ha encontrado que la temperatura desciende uniformemente a un medio grado de termómetro por cada grado de latitud, y que el calor disminuye de un grado cuando la altura aumenta de 156 a 170 metros. M. de Humboldt dice a este respecto: "Las observaciones que he hecho hasta 6.000 metros de altura, en la parte de la cadena de los Andes comprendida entre los trópicos, me han dado una disminución de 1° de temperatura por 187 metros de aumento en la altura. Treinta años más tarde, mi amigo Boussingault ha encontrado por término medio 175 metros. No tenemos sino tres puntos sobre los cuales puede basarse el cálculo del descenso del calor relativamente a los grados de latitud: Coquimbo, Concepción y Valdivia. Puerto Montt, en el golfo de Reloncaví, no obstante su situación a la orilla del mar y cerca de 2° al sur de Valdivia, no puede ser tomado en consideración, a causa de la proximidad de las cordilleras, cuya influencia es tan directa sobre el aumento del calor en verano y sobre su disminución en invierno. Un tan pequeño número de hechos observados no basta para determinar la ley de la disminución del calor; se necesitaría para ello de observaciones más sucesivas y continuadas durante un cierto número de años, a fin de conocer el término medio más exacto de los puntos de referencia. Sería preciso al mismo tiempo examinar la elevación de los puntos encima del nivel del mar, su distancia de la cordillera, las razones que pueden destruir la influencia de su elevación sobre el descenso de la temperatura, la posición relativa de las montañas, en una palabra, todas las causas que influyen directa o indirectamente sobre las variaciones de la temperatura que la latitud geográfica asigna a cada región.
Si se examina al presente la altura media de la línea inferior de las nieves perpetuas, se encuentra partiendo del norte, que se sostiene apenas en Copiapó, por los 28° lar. S a 4.900 metros, que aparece en Coquimbo a 4.747, en Santiago a 3.000, en Talca a 2.180, en Cauquenes a 1.814, en Concepción a 1.728, en Llanquihue a 1.530 y por los 51°25' a 1.420; lo que daría poco más o menos un descenso de 3.480 metros en la elevación por los 23°25' de latitud comprendidos entre los dos extremos observados.
Por imperfectos y poco numerosos que sean los hechos climatológicos que acabo de describir, las latitudes que la longitud del país comprende y la diferencia de nivel de sus valles, escalonados hacia el océano desde las altas regiones de los Andes, ya regulares y espaciosos, ya caprichosos y encajonados por las numerosas ramificaciones del sistema andino, bastan, como lo he indicado ya, para hacer entrever todos los diferentes climas que pueden individualizar en una misma latitud el concurso de todos estos agentes reunidos. Se encuentra a cada paso en Chile, como en casi todos los países montañosos, ejemplos de la neutralización del efecto de la altura sobre el descenso de la temperatura. Así, el de Valparaíso, situado al nivel del océano, es más bajo que el de Santiago, punto que es 569 metros más elevado. En los valles fértiles formados por la pendiente occidental de las montañas de la costa, el naranjo, la viña y el durazno no llegan a su perfecta madurez. Inútiles esfuerzos se han hecho en Quintai, 10 minutos al sur de la latitud de Valparaíso, para aclimatar la viña, mientras que en los valles interiores de Concepción, situados cuatro grados más al sur de Quintai, crece sin dificultad y produce los afamados vinos de Penco y Concepción. Quillota, lugar que está casi sobre el mismo paralelo que Valparaíso, a 7 leguas del mar, produce viñas y naranjas las más estimadas de Chile, mientras que en los valles marítimos de Coquimbo, que están de 3° más al norte de Quillota, la viña no se da. Sin embargo, si uno se aleja de la orilla del mar en esta última provincia, y sube las pendientes de los Andes, se encuentra la viña y al mismo tiempo el clima y las producciones tropicales. La experiencia que he adquirido por mis viajes en la parte occidental de Chile me induciría a dividir el clima de esta comarca en cuatro zonas longitudinales con relación a su influencia sobre la producción vegetal. La primera sería la zona marítima, que se extiende en todo el largo del país entre la cima de las montañas de la Costa, de que ya he hablado, y el océano Pacífico. La segunda se encontraría en el valle de la Costa, situada entre las montañas del mismo nombre y la cadena central. La tercera, entre ésta y una línea imaginaria trazada en la pendiente occidental de los Andes, la cual, partiendo de Mulanco, provincia de Atacama, a 2.370 metros de elevación sobre el nivel del mar, pasaría a 1.943 en Coquimbo, a 1.581 en Rancagua, a 1.458 en Talca, a 1.400 en Chillán y a 1.000 en Llanquihue. La última zona estaría comprendida entre esta línea imaginaria y la de las nieves perpetuas.
El clima de la primera zona es tan suave y templado, y la diferencia del frío, en invierno y del calor en verano, es tan poco sensible comparativamente a las demás zonas, que no podría efectuarse en ella el cultivo de la viña y del durazno, ni por consiguiente, el del naranjo. El cultivo del trigo pertenece a todo el país, aun a los lugares situados a 1.943 metros sobre el nivel del mar. La segunda zona es sin duda en la que se experimenta los más grandes calores en Chile; es también la de las palmeras, y se encuentra todos los climas de la tierra en muchos de sus valles numerosos e irregulares. La tercera zona, formada por el valle andino, es, por el clima y la temperatura, un término medio entre la primera y la segunda. La última, la de los costados y valles del interior de las cordilleras, llamados cajones (caisses) es la más singular de todas. Se puede decir que en esta parte del territorio el verano y el otoño son igualmente desconocidos: no se conoce allí más que la primavera, cuya duración llega a cuatro meses y medio, y el invierno que ocupa el resto del año. La estación de las flores y la verdura comienza allí algunos días antes del mes de diciembre, y concluye algunos días después del mes de marzo para dar lugar a la nieve de los inviernos. Así, cuando, en el mes de diciembre, los calores han secado los pastos naturales de otras zonas; cuando los vientos quiebran las gramíneas y las dispersan a lo lejos en los llanos abrasados por el sol, los cajones de la cordillera, libres de las nieves que los cubrían, se visten de la más lujosa y brillante vegetación. Un camino de seis leguas, a veces de cuatro, aun de dos, basta para trasportar al viajero de en medio del verano al principio de la primavera. Los propietarios de tierras sacan de esta circunstancia un partido muy ventajoso para la alimentación de sus numerosos ganados; pero a la proximidad de abril, cuando se ocupan todavía de la vendimia en los llanos, comienza a caer la nieve y esos valles verdes y floridos, cubiertos de animales, se cierran a la industria agrícola hasta la nueva primavera.
Las transiciones del clima chileno no causan mal a su salubridad. La ausencia de pantarnos encenagados, la elevación general del suelo y la situación geográfica del país lo han preservado hasta el presente de las enfermedades epidémicas del viejo continente y no se conoce todavía alguna que le sea endémica. Esta inmensa ventaja que parece particular a sólo Chile en toda la América, así como la de la ausencia de los animales venenosos, hace ya sentir su influencia sobre el aumento de su población extranjera y sobre los progresos de su industria(29).
 
___________
Notas

22

Creo equivocado el juicio de Pérez Rosales sobre la Introducción de Alejandro de Humboldt, ya que no se refieren a nuestro país las observaciones generales, sobre la materia en cuestión, que el sabio alemán hace en su Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, en 1799 hasta 1804. París, 1826, 5 Vols. Y son de otra índole las que hace en el Cosmos. Essai d’une description physique du monde. Traduit par H. Faye. París, 1855, 3 Vols. (Citamos esta edición ya que debe ser la que conoció nuestro autor).
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23

No sabemos cual de las primeras ediciones de la obra de James Cook pudo haber usado el autor. Las tres primeras se publicaron muy seguidas: James Cook, A voyage toward the South Pole and around the World.
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*

Anson, Viaje, pág. 167.
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**

Es un hecho sobre el cual todos los autores están de acuerdo. La costumbre de confundir la palabra montaña con la de colina ha dado lugar a muchos errores. En las cercanías del Estrecho no hay más que el Sarmiento, el Darwin y el Burney que merezcan el nombre de montes.
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***

Cook y muchos viajeros modernos han rectificado el error de Anson, que habla, página 35 de su Viaje, de la prodigiosa elevación de las puntas de las montañas de la Tierra del Fuego y de sus nieves eternas. Performed in hit majestry's ships the Resolution and Adventure in the years 1772-1775. In which is included Captain Furneaud ‘d Narrative of his Proceeding in the Adventure during the separation of the chips. London, 1777, 2 Vols. Segunda Edición, 1784. Tercera Edición, 1785.
Jorge Anson. Viaje alrededor del mundo hecho en los años 1740 al 1744. Traducido al Castellano por D. Lorenzo de Alemany. Madrid, 1833.3 Vols. Louis de Bouganville, Voyage autor du monde par la frégate du Roy La Boudeuse et la flute l'etoile 1766-69. Paris, 1771. Hay una edición inglesa en el año siguiente.
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El único traje que les hemos visto basta apenas para preservarlos del frío en el verano de este país. Cook, Tomo II, página 36.
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Habíamos construido en el bosque una cabaña de ramas de árboles para pasar la noche menos a descubierto. Estos son los palacios naturales de este país; pero nos faltaba, el hábito de alojar en ellos". Bougainville, Tomo I, página 267 edición Smith.
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Los pimientos de la corteza de Winter son aquí muy conocidos. Estos hermosos árboles, no obstante el rigor del clima, están además embellecidos con la presencia de una innumerable multitud de papagayos y de otras aves de un magnífico plumaje... La tierra en algunos lugares estaba cubierta de flores, que no eran inferiores a las que se cultivan comúnmente en nuestros jardines ni por la variedad y brillo de sus colores, ni por el perfume que exhalan. No puedo menos de creer que sin el extremo rigor de los inviernos, este país vendría a ser por el cultivo, uno de los más bellos lugares del mundo. Byron, Tomo 1, página 183 y ss.
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King, Relación del último viaje al Estrecho de Magallanes. Viajes y Memorias sobre la Geografía de la Extremidad meridional de la América del Sur.
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24

Las Observaciones a que alude el autor en este párrafo, incluyendo las de él mismo, se incorporaban en notas o en Informes oficiales que, en general, no fueron posteriormente publicados.
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********

Algunas variaciones muy ligeras, al este y al sur, no han sido comprendidas en este cuadro.
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25

L. Pouillet, Elementos de Física Experimental y de Meteorología. Traducción de Pedro Vieta. Barcelona, 1841.2 Vols.
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La tranquilidad habitual de la atmósfera hace dar el nombre de tempestades a perturbaciones atmosféricas que pasarían desapercibidas en Europa.
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26

Philippi, Bernardo, Nachrichten über die Proninz Valdivia. Cassel, 1851. El autor del Ensayo no sólo tuvo los datos y opiniones de Philippi, sino también las de otros observadores, como Carlos Andwandter que, posteriormente se publicaron en los Anales de la Universidad de Chile, Santiago, 1866, con el título "Observaciones hechas por don Carlos Andwandter durante los años 1852 a 64, con el objeto de formar juicio acerca del clima de la provincia de Valdivia, traducidas y adicionadas por don Guillermo Frick".
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27

Fuera del informe de Ignacio Domeyko, indicado por el autor, hay que agregar que aquel siguió compilando datos relativos al clima, para diferentes regiones del país, con la cooperación de una cantidad de observadores, oficiales de la armada, colonos, etc. Los publicó en los Anales de la Universidad de Chile. Santiago, 1861, págs. 635 y siguientes, con el título, "Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en diversos lugares del país, desde Atacama hasta el Estrecho de Magallanes". Para el conocimiento de las actividades de este tipo, realizadas por esos años, resulta muy útil consultar de Ignacio Domeyko, Reseña de los trabajos de la Universidad desde 1855 hasta el presente. Santiago, 1892.
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Cosmos, 1ª parte, pág. 393.
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28

Ignacio Domeyko, obras citadas en la nota 27.
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29

El autor, entusiasmado por el cariño a su patria y por el carácter semipropagandístico del libro, olvida las epidemias que con cierta frecuencia azotaban al país. Algunas de éstas, como la viruela se transformaron en endémicas. Según Rolando Mellafe, entre los años del viaje de Diego de Almagro a Chile y 1906 hubo 82 años de epidemias generalizadas en el país. " El acontecer infausto en el carácter chileno: una proposición de historia de las mentalidades". En, Atenea, N° 442. Concepción, 1981, págs. 127-128.
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