ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Fuentes Bibliográficas
Ensayo sobre Chile.
Prólogo.

El estudio de las secciones parciales de nuestro globo, no obstante los continuos esfuerzos de esos hombres de abnegación que, impelidos por el amor a la ciencia, penetran en las regiones más desconocidas y salvajes, es todavía uno de los ramos más atrasados de los conocimientos humanos. Una simple ojeada echada al acaso sobre la mayor parte de los trabajos de geografía física, basta para convencernos de ello; porque por poco que conozcamos la región que se proponen describir, no encontramos en esas obras sino la mano de la credulidad o de la ignorancia trazando líneas que deben sernos impuestas como testimonios irrecusables.

Casi todas las relaciones sobre Chile, como la mayor parte de aquellas de países lejanos que no tuvieron el honor de ser visitados por un Alejandro de Humboldt, son un cúmulo de errores donde algunos hechos verídicos se encuentran enterrados como perlas en un montón de basuras; un insulso conjunto de vistas mezquinas, de falsas noticias, de aventuras personales y de peligros creados y superados con honor en el gabinete de trabajo del autor.

El desierto de Atacama, yaciendo sobre un lecho de metales que no esperan más que la mano del hombre para convertirse en una fuente de inagotables riquezas, era menos conocido de nosotros hasta el año 1854 (en cuya época fue explorado por el naturalista Armando Philippi) que en los tiempos de los incas del Perú, cuando la conquista del norte de Chile por Yupanqui. La mayor parte de nuestras montañas y valles del norte es todavía científicamente desconocida; y por lo que respecta a las regiones australes, desde el Biobío hasta el Cabo de Hornos, fuera de las cartas hidrográficas que nos dejó la España, las correcciones introducidas por las expediciones de King y de Fitz-Roy, los planos de algunos puntos del litoral por los oficiales de la marina inglesa, ellas no han dado lugar a publicación alguna que pueda satisfacer las cuestiones menos exigentes(1).

Ninguno de los escritores que han publicado la relación de sus viajes a través del territorio de los indios, ha sido testigo ocular de la mayor parte de los hechos que refiere. Simples descripciones, a veces contradictorias y casi siempre exageradas, son los únicos datos que nos presentan. El temor de los peligros imaginarios y el espíritu siempre dirigido hacia lo maravilloso, han dictado la parte histórica; algunas palabras mal comprendidas arrancadas a los indios o a sus estúpidos intérpretes, han bastado para crear la estadística, y las distancias topográficas no han tenido otra medida que los pies de sus caballos. En cuanto a los hábitos, costumbres, estado de la industria, progresos del espíritu humano, tan dignos de ser estudiados en su infancia, no pudiendo hacer de ellos apreciaciones por sí mismos han salido del paso repitiendo en otras palabras lo que se les ocurrió decir sobre estas poblaciones hace setenta y cinco años.

Afortunadamente, la luz de la ciencia comienza a iluminar los hechos que se relacionan a esta parte interesante del nuevo mundo, y a desterrar para siempre las fábulas que ha forjado la manía epidémica de escribir viajes insignificantes, porque Gay, Domeyko, Philippi, Pissis, Moesta y los oficiales de la marina nacional, trabajan continuamente, bajo los auspicios de un gobierno ilustrado y protector, en fijar las ideas sobre la geografía física de Chile. Empero, como la mayor parte de las relaciones de sus descubrimientos se encuentran todavía esparcidas en los actos del gobierno o consignadas en las memorias que pasan al dominio de los archivos o al de las grandes publicaciones muy costosas, se sigue de aquí que el error no sufre sino débiles ataques y la mentira tradicional continúa ocupando el lugar de la verdad(2).

Lo mismo puede decirse de los juicios formados sobre el estado político y el progreso del espíritu humano de los países del nuevo mundo. Para la mayor parte de los europeos, las palabras América del Sur no tiene otro significado que Perú y México. Las primitivas riquezas de estos dos estados dejaron impresiones demasiado profundas para que su recuerdo pueda ser fácilmente borrado; y como, por una fatalidad nunca bien sentida, estas desgraciadas repúblicas parecen desde largo tiempo disputarse el premio de inestabilidad y de las conmociones políticas, nada tiene de sorprendente que siempre se encuentre la idea de América estrechamente ligada a la de revolución y desorden.

Existe empero, en el continente que Colón dio a España, una república modesta y tranquila, más conocida en los escritorios de comercio de los principales puertos de Europa que en la alta y baja sociedad del antiguo mundo. Ese Estado, verdadera fracción europea trasplantada a 4.000 leguas de distancia en otro hemisferio y al cual sus instituciones liberales, su amor al orden, sus crecientes progresos, sus grandes recursos territoriales, la actividad de su comercio y una paz permanente cuyo precio conoce, han colocado en una situación excepcional respecto a las demás naciones de un mismo origen, es Chile.

He creído, pues, que un trabajo conducente a rectificar los hechos y demostrar en qué estado se encuentran nuestros conocimientos actuales sobre este país, por incompleto y desprovisto de nuevos descubrimientos que fuese en cierto sentido, tendría la ventaja de colocar al geógrafo y al hombre de Estado en aptitud de formar juicios menos aventurados sobre la situación e importancia de una comarca que se han contentado, hasta ahora, con examinar de cerca y descansando en la fe de simples narraciones, o al menos, el de prestar un servicio a la ciencia o un homenaje a la justicia.

Esta tarea, por penosa y arriesgada que sea, sobre todo para un hombre que, bien que ha hecho frecuentes viajes al sur de Chile y en la Patagonia, y que posee numerosos documentos antiguos y modernos, se halla lejos de creerse competente en la materia, es la que yo me he impuesto: y si me atrevo a dar este libro al público en un idioma que no me es propio, es con el solo objeto de poner la verdad al alcance de la generalidad, sin abrigar por esto otras pretensiones, ni pretender otra recompensa.

Algunos datos reducidos pero exactos sobre el estado de nuestros conocimientos en la geografía física, la demostración de las principales producciones de los tres reinos de la naturaleza, la forma de gobierno, la descripción de cada una de las divisiones políticas y una reseña sobre la estadística, los recursos y el comercio compondrán el conjunto de este ligero ensayo sobre Chile, considerado como comarca y como Estado.

Conduciré por la mano al extranjero desde las selvas vírgenes de las regiones australes hasta el árido desierto de Atacama. Penetraré con él en el Estrecho de Magallanes, designado por el dedo de la naturaleza para ser en algún tiempo la llave del Pacífico, y entonces la Patagonia dejará de ser para él un objeto de horror y de desprecio. Ostentaré a su vista las riquezas naturales que comienzan ya a ser conocidas en la República y le haré entrever aquellas que la ciencia puede todavía descubrir. Estudiando la sección política, notará tal vez defectos en nuestras leyes constituyentes, pero estas mismas imperfecciones, tan naturales en los países que se reconstituyen sobre las ruinas de un antiguo sistema, harán realzar ante sus ojos las virtudes cívicas y el espíritu de orden que reinan entre los chilenos; porque no obstante sus tendencias hacia las mejoras sociales, no admiten jamás las transiciones violentas. Su paso es lento, pero siempre firme y continuo en el sendero de la civilización.

Recorriendo las provincias, encontrará en el suelo metalizado de Copiapó, centro de reunión de los extranjeros, el país de las halagüeñas ilusiones y de las fortunas improvisadas, y a veces el de la ruina de los imprudentes; en el Huasco, viñedos que eclipsan la fama de los de Corinto y Málaga; en Coquimbo, los depósitos de las más ricas minas de cobre, y en la alegre Elqui, el primer aspecto de los brillantes valles de la Cordillera. De aquí, pasará al jardín de la República, Aconcagua, que, situado al pie del gigante del sistema andino, reúne todos los climas del mundo, Verá en Valparaíso, el depósito del comercio del Mar Pacífico; en Santiago y en Colchagua, el vasto y rico almacén del abastecimiento del país; en Talca, Cauquenes y en Concepción, el granero de la América y de la Australia; en la Araucanía, los hijos de la guerra y de la libertad y en Valdivia y Chiloé, el arsenal marítimo de la República y la cuna de los marinos osados y dóciles.

En todo el territorio que habrá recorrido no será atacado por ninguna enfermedad endémica, por ninguna bestia feroz, por ningún animal venenoso.

Una simple exposición estadística sobre la actividad de los cambios de Chile con todas las naciones del globo, lo colocará en situación de conocer las relaciones de este país con los pueblos civilizados, y el rol importante que está llamado a desempeñar en el comercio del mundo.

Ojalá pueda este pequeño trabajo ser de alguna utilidad a la ciencia, al comercio y a la humanidad que se expatria; ojalá pueda el extranjero, al tocar las hospitalarias playas de la República chilena, decir: ¡La verdad, sólo la verdad nos ha conducido aquí; hemos encontrado nuestra patria!

 

AVISO IMPORTANTE

El valor métrico de los pesos y medidas que figuran en este Ensayo, es el siguiente(3):

 
PESOS
MEDIDAS DE CAPACIDAD
MEDIDAS PARA LÍQUIDOS
Quintal 45.009 kilogramos Fanega 96.99996 litros Arroba 35.552 litros
Arroba 11.502 kilogramos Almud 8.0833 litros Galón 4.543 litros
Libra 0.46009 kilogramos        
Onza 0.28755 kilogramos        
Tonelada 1015.65 kilogramos        
 
Las botellas tienen una capacidad variable, porque se emplean indistintamente todas las que se introducen con toda suerte de líquido.
Las medidas de longitud son el metro y la legua, de 20 al grado.
Las fracciones decimales que no exigen ser rigurosamente conservadas, han sido suprimidas.
Las monedas corrientes, así como su valor en Chile, representadas en thaleres de Prusia se encuentran indicadas en el siguiente cuadro.
PLATA
1 Peso = 8 reales = 11/3 thaler de Prusia, poco más o menos.
1 Cuatro = 4 reales  
1 Dos = 2 reales  
1 Real = 1 real  
1 Medio = real  
 
ORO
1 Onza = 17 pesos 2 reales
1 Media onza = 8 pesos 5 reales
1 Cuarto de onza = 4 pesos 2 reales ½
1 Octavo de onza = 2 pesos 1 reales ¼

NUEVAS MONEDAS DECIMALES

PLATA 1 Peso = 100 centavos = 1 1/3 thaler poco más o menos
Piezas de = 50 centavos  
Piezas de = 20 centavos  
Piezas de = 10 centavos  

ORO 1 Cóndor = 10 pesos
1 Medio Cóndor = 5 pesos
1 Quinto de Cóndor (*) = 2 pesos

COBRE 1 Centavo = 1 Centésimo de peso
1 Medio centavo = ½ Centésimo de peso

Existen fracciones más pequeñas de moneda de oro y plata; pero son consideradas más bien como objetos de lujo que como monedas útiles, en atención que el cobre las reemplaza ventajosamente.

El censo de 1844, extremadamente defectuoso, no es comparado, en la descripción de las provincias, con el de 1854, sino con el solo objeto de dar una idea aproximativa del aumento relativo de las poblaciones parciales de las diferentes secciones del territorio chileno(4).

Por lo que respecta al estado de la instrucción primaria, hemos tenido, a falta de mejores datos, que conservar las cifras del último censo que excluye los niños de uno a siete años en los cálculos proporcionales que establecen la relación entre las personas dotadas de alguna instrucción literaria y la masa de la población.

Para dar más complemento a este trabajo, hemos tomado por guía, en la geografía física, el mapa general de Chile trazado por el profesor Gay, el cual nos hemos permitido reproducir en proporciones más reducidas y con las principales modificaciones que la ciencia y los nuevos descubrimientos han hecho necesarias(5).

No habiéndose podido calcular con exactitud la altura media de las nieves en invierno, he juzgado conveniente suprimir la indicación de ella en el cuadro general de las alturas.

La fecha de 1856 que se encontrará en cada uno de los pequeños cuadros estadísticos que acompañan la descripción de cada provincia, no corresponde al monto de la población en este año, el cual se refiere al censo de 1854; el resto de los datos corresponde a 1856(6).

 

__________
Notas
Se advierte al lector que los llamados mediante asterisco (*) corresponden a notas del autor aparecidas en la primera edición en castellano, o bien a notas del traductor o de este editor, en cuyo caso se cierran con la indicación "(N. del T.)" o "(N. del E.)", respectivamente. Los llamados mediante cifras arábigas correlativas (p. ej.: 35) corresponden a notas del profesor Rolando Mellafe (N. del E.).

 1

El autor fue amigo de Rodolfo Amando Philippi, de modo que seguramente conoció sus apuntes, dibujos y mapas, incluso antes que el naturalista los publicase. Respecto al desierto de Atacama, Philippi había editado en Goethe, el año 1856, la Segunda Entrega de su Mapa que acompaña una memoria sobre el desierto de Atacama, del mismo autor, publicado por el Dr. A. Petermann en sus comunicaciones geográficas. Vicente Pérez estaba equivocado respecto a los viajes científicos de los marinos Filippi Parker King y Robert Fitz-Roy, ya que éstos comenzaron a editar mapas y observaciones casi inmediatamente después de su vuelta a Inglaterra en el journal of the Royal Geographical Society of London (Vols. 1 y 6 por ejemplo) y varios libros como: Robert Fitz-Roy, Narratives of the surveying voyages of the magesty’s ships. Adventures and Beagle betuwen the years 1816-1836.3 Vols. London, 1839., o también Sailing directions for South America. La Plata. Patagonia, Chile, Bolivia and Perú. 2 Vols. London, 1848. El capitán Fitz-Roy regaló al Gobierno chileno la carta del litoral que había confeccionado durante su expedición, la que fue publicada en Santiago poco después con el encabezamiento siguiente: Tomada de una carta incompleta de Chile a bordo del buque de S.11í.B. Beagle, 1835. Impresa por orden del Ministerio de Marina, en Santiago de Chile a 1 ° de enero de 1843. Lit. de José de Deplanques, en Santiago. Por otra parte, la Marina Nacional, desde 1844 empezó a publicar cartas náuticas y mapas que complementaban o corregían las observaciones de los marinos ingleses, como los planos de Constitución y la boca del río Maule, del comandante Leoncio Señoret o la Carta del Archipiélago de Chiloé de Moraleda, etc. Otros comienzan a aparecer en las "Memorias del Departamento de la Marina", en Memoria de los Ministerios de Estado de la República de Chile presentada al Congreso Nacional. Santiago, 1855-1887. Véase también Nicolás Anrique, Bibliografía Marítima Chilena. Santiago, 1894.
volver

 2

Sería interminable incluir aquí una lista de las publicaciones y observaciones que estos científicos, funcionarios y marinos del gobierno chileno habían realizado ya, o estaban efectuando, para lograr un mejor conocimiento del territorio nacional. Vicente Pérez Rosales los conoció a todos y colaboró con muchos de ellos, por lo que posiblemente había leído sus trabajos antes que fuesen publicados. Es probable incluso, que en los momentos de redactar, aunque se encontrara en Europa, tuviese a la vista algunos de ellos. Así, por ejemplo, la región que era objeto de la colonización europea, había sido frecuentemente visitada por funcionarios y científicos y, parcialmente descrita por ellos: Claudio Gay, Bernardo E. Philippi en 1842, Domingo Espiñera al año siguiente, Juan Renous en 1848, el capitán Benjamín Muñoz Gamero en 1849 y Rodolfo A. Philippi en el año 1852.

Como dice Pérez Rosales, muchos de los informes y trabajos a que dieron lugar estas expediciones se archivaron en distintas oficinas de gobierno y hasta hoy queda una buena parte de ellos inéditos, otros, en cambio, se fueron publicando tanto por instituciones privadas como fiscales. En efecto, algunos están contenidos, por ejemplo, en El Agricultor (Organo de la Sociedad Chilena de Agricultura), Santiago, 1838-1849, en los Anales de la Universidad de Chile, en el Anuario Hidrográfico de la Marina, 17 Vols., Santiago, 1875-1894 y en las "Memorias del Departamento de la Marina", ya citado.

Además, antes de la redacción del presente libro, habían aparecido en Chile algunas obras de sumo valor para los propósitos de Pérez Rosales, entre ellos: Ignacio Domeyko, Excursión a la cordillera de Copiapó, Santiago, 1843, y Memoria de las aguar da Santiago, Santiago, 1847. Carlos Guillermo Moesta, Informe rolen las observaciones hechas durante el eclipse de rol de 30 de noviembre de 1853. Santiago, 1854, y Observaciones astronómicas hechas en el Observatorio Nacional en los años de 1853-55. Santiago, 1859.2 Vols. Amado Pissis, Descripción Geológica de la República da Chile. Santiago, 1851, y Descripción de la Provincia de Valparaíso. Santiago, 1852.
volver

3

El autor hace aquí una equivalencia entre el antiguo sistema de medidas usado en el país y el sistema métrico decimal, que se había impuesto por ley del 29 de enero de 1848. Seguramente aclara este punto porque, a pesar de las penas estipuladas por la mencionada ley, se seguían usando las medidas provenientes del período colonial en la mayoría del territorio y porque éstas, debido al comercio con España, eran más conocidas en Europa. Puede consultarse sobre esta materia, Armando de Ramón y José Manuel Larraín, "Una metrología colonial para Santiago de Chile: de la medida castellana al sistema métrico decimal", en Historia N° 14. Santiago, 1979, págs. 5-66.
volver

4

En efecto, el llamado Censo de 1844, se levantó el año 1843 por Manuel Bulnes, pero no fue bien preparado y resulto un completo fracaso. Muchos gobernadores y curas párrocos no respondieron a la encuesta de población, de modo que fue imposible completar un cuadro de la población total del país. Fue desestimado hasta tal punto, que en los años siguientes los ministerios y oficina públicas nunca lo usaron, recordándosele como un intento de Censo Nacional.

5

El mapa de Claudio Gay, a que alude el autor, es el que incluye en el Atlas de su Historia Física y Política de Chile, 28 Vols. 2 Atlas. París, 1844-1871. Gay trabajó en él los años 1844 y 1855, haciendo un viaje a Londres en 1846 para consultar allí el material cartográfico recogido por los oficiales británicos, especialmente de la expedición de Fitz-Roy referente al Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego. Por muchos años éste fue el mapa general de Chile usado y conocido por todo el mundo, a pesar de las omisiones y errores que contenía. En 1875 apareció el que lo reemplazaría: de Amado Pissis, Atlas de la Geografía Física de la República de Chile. París, 1875. Véase José Toribio Medina, Ensayo acerca de una Mapoteca Chilena, Santiago, 1952.
volver

6

Resulta fácil imaginar por qué el autor escogió el año 1856, en otros casos 1852 y 1854 en los datos de población, para ilustrar los cuadros e información estadística que acompaña la descripción de cada provincia. Escribió el libro entre los últimos meses de 1855 y primeros del año siguiente y obviamente quería incluir los datos más contemporáneos y verídicos con que podía contar. Aunque la Oficina de Estadística se creó el 27 de marzo de 1843, en realidad ésta no tuvo información completa y publicable hasta 1848, gastando varios años en la organización de un sistema nacional y provincial de recolección de datos. Comenzó a publicar estas cifras el año 1860, cuando apareció la Entrega Primera del Anuario Estadístico de la República de Chile, que traía información demográfica correspondiente al lapso 1848-1858 y que, naturalmente Vicente Pérez Rosales no pudo aprovechar. Sin embargo, el director de la Oficina, Santiago Lindsay, debe haber proporcionado la información demográfica hasta el año más reciente disponible que, sin duda, fue 1856 y además los datos del pago del diezmo de 1852 y el fragmentario Censo de 1843-44.
volver

*

En el original francés dice, un cuarto de cóndor = 2 pesos 50 centavos. Como la ley de moneda no indica esta subdivisión sino la de 2 pesos únicamente, me he permitido hacer esta variación necesaria. (N. del T. ).
volver