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Fuentes Bibliográficas
Ensayo sobre Chile.
Dedicatoria.

A su excelencia el señor presidente

de la República de Chile

Don Manuel Montt

SEÑOR:

La presidencia de la República os fue confiada en circunstancias casi desesperantes. Teníais que vencer la revolución, calmar la efervescencia de las pasiones, cicatrizar heridas, enjugar lágrimas, fortalecer al Estado vacilante y reparar infinidad de males. Supisteis corresponder a la confianza de los pueblos que os eligieron. El país está tranquilo y marcha hacia su prosperidad.

El período fijado por nuestras leyes a las funciones presidenciales habría, para cualquiera otro que no fueseis vos, bastado apenas para llenar tan penosa tarea; la habéis llenado, y ni un solo ramo de la administración puede señalarse, sin que se perciba en él una mejora o reforma autorizada por vos.

Los ministerios han recibido una nueva organización, y, a las reformas de todas las oficinas de hacienda de la República, como también a la abolición de su defectuosa contabilidad, agregasteis la creación de un funcionario especial, encargado de arreglar su marcha en el interés del fisco.

Al mismo tiempo que dictabais los reglamentos minuciosos y severos, a los cuales están sometidos los empleados de la administración pública, mejorabais su suerte, acordando a unos asignaciones más en conformidad con las necesidades que la civilización ha hecho nacer, y a otros, subvenciones de que antes no gozaban.

Las provincias de Concepción y de Chiloé os deben su actual organización; la de Arauco, su existencia, lo mismo que las ciudades de Curanipe, Longomilla, Puerto Montt y San Antonio de las Bodegas.

Simple Ministro en 1845, llamasteis a vuestra patria la inmigración extranjera; Presidente en 1853, realizasteis esta idea creando la colonia de Llanquihue, facilitando a los emigrados los medios de dirigirse a ella y, lo que es más aun, asegurándose allí su porvenir y bienestar.

En vuestro tiempo ha sido cuando el Observatorio Astronómico de Santiago dirigido por profesores europeos y provisto de excelentes instrumentos, fijó su memorable meridiano. Exploraciones marítimas y terrestres, emprendidas por orden vuestra, han dado a conocer el desierto de Atacama, las costas y ríos de Arauco y Valdivia, una gran parte de la región inexplorada que riegan los ríos y riachuelos del territorio de Llanquihue, y una nueva ruta casi sin ascensión a través de los Andes. La geografía física, merced a vuestros cuidados, ha sido enriquecida con los mapas de las provincias de Valparaíso y Colchagua, que son, con el de Santiago, los únicos datos científicos que tenemos, hasta el presente, sobre el interior del país.

La administración de justicia os es deudora de la reforma de los tribunales de comercio de Valparaíso y Santiago, del nombramiento de nuevos jueces de letra en los departamentos de las provincias, y del aumento en el número de visitas judiciales para corregir los abusos y acelerar la expedición de las causas. Habéis coronado vuestra obra dando al país un código civil, del cual tanto necesitaba, y cuya revisión vos mismo habéis presidido. Mejorando los lugares de detención, habéis fundado otros, en Santiago, Yungay, Talca, Rancagua, Molina y Parral, y concluido la gran penitenciaría de Santiago. Los desgraciados a quienes el crimen conduce allí están, gracias a vos, obligados a aprender un oficio y tienen el derecho de emplear una parte del fruto de su trabajo en el sostén de sus familias. Prescribiendo a los tribunales el no hacer ejecutar castigo alguno infamante sin que la sentencia os sea sometida, si el condenado desea una conmutación, habéis elevado un templo al honor y a la humanidad.

Los establecimientos de beneficencia pública os deben el hospicio de dementes, el edificio de San Borja, las nuevas dispensarías en las ciudades que no tienen hospitales, la nueva organización de los establecimientos destinados a los niños expósitos, las subvenciones y auxilios concedidos a las corporaciones de las hermanas de la Caridad, de la Providencia y del Buen Pastor, cuyo número habéis aumentado pagando los gastos de su pasaje y asegurándoles su porvenir. La escuela de sordomudos y todas las sociedades que tienden a mejorar la suerte de los desgraciados son debidas a vuestra iniciativa o han encontrado vuestra adhesión y apoyo.

Habéis creado nuevas parroquias y acrecentado el número de misiones de propaganda entre los indios; habéis hecho reparar algunas iglesias, construir la gran catedral de Concepción y erigir un templo a la memoria de Pedro de Valdivia.

El genio de la instrucción pública, que os condujo por la mano hasta la Presidencia, os dictó la fundación de 181 escuelas gratuitas y la apertura de otras 8, decretadas antes que vos. Las municipalidades, estimuladas por vuestro ejemplo, establecieron 94 de la misma especie, a cuya medida habéis adherido o contribuido. Han sido nombrados en ellas nuevos profesores, y mejorado sus asignaciones, y seis visitadores de escuela ejercen sobre éstos la más activa vigilancia. Sobre 19 establecimientos de educación especial existentes en Chile, 15 han sido creados por vos; pero la simple instrucción elemental no bastaba a vuestras miras; facilitasteis los medios de difundirla y perfeccionarla por medio de la lectura y cada departamento recibió de vuestras manos una biblioteca popular. El buen sentido de los chilenos, a la vista de vuestros esfuerzos por propalar la enseñanza en las masas, no podía permanecer estacionario, y se organizaron bajo vuestros auspicios sociedades populares de instrucción pública en las principales ciudades del Estado.

El comercio os debe los tratados de amistad, navegación y comercio con la Francia, Inglaterra, Cerdeña y las provincias argentinas; la convención consular con el Ecuador; la excelente organización de las aduanas; la reducción de derechos sobre muchos artículos extranjeros y la abolición completa de aquel que pesaba sobre los objetos que podían contribuir al desarrollo de la industria nacional; la realización de la empresa de vastos almacenes de depósito; el establecimiento de cinco faros en nuestras costas, la subvenciones concedidas a la nueva línea de vapores entre Inglaterra y la República, y la habilitación de seis nuevos puertos. Habéis tenido la gloria de ver concluir el ferrocarril de Copiapó; de dar el impulso a las grandes asociaciones que trabajan al presente en los de Valparaíso, de Talca y Talcahuano; de mejorar de un modo radical los grandes caminos que existían ya y efectuar la apertura de los de Valdivia a Osorno, del Tomé a Chillán, de la Higuera a Totoralillo, de Illapel a Pichidangui, de Reloncaví a Osorno, y el de la Cordillera a San Juan.

La marina os es deudora de un bello arsenal, de grandes depósitos de madera de construcción y de dos corbetas de hélice.

En vuestro tiempo ha sido cuando el alumbrado de gas fue introducido en Valparaíso y Copiapó, y lo será muy luego en Santiago.

La organización de sociedades anónimas, el banco de descuento, la Caja del Crédito Hipotecario, el arreglo de la deuda peruana, el censo de la población, el establecimiento de la línea eléctrica del sur, la abolición del diezmo son igualmente resultados de vuestros trabajos.

He aquí, señor, una parte de los principales títulos que os dan derecho al reconocimiento de la patria, y a la afección de vuestros amigos.

Permitidme, pues, como chileno, dedicaros al débil bosquejo de vuestra propia obra, y renovaros las manifestaciones de mi sincera amistad.

 

VICENTE PÉREZ ROSALES