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Fuentes Bibliográficas
Sociedad y Población Rural en la Formación de Chile Actual: La Ligua 1700-1850
Prólogo

El presente libro representa muchos años de dedicación de sus autores al estudio de la evolución histórica de la población chilena. La concentración del esfuerzo en La Ligua es casi accidental; pudo haber sido cualquiera otra localidad que contara con un siglo y medio de libros parroquiales con registros vitales: nacimientos, matrimonios y defunciones. Cuestión aparte es, si estas largas series cronológicas están formadas por datos confiables, es decir, si los actos que realmente ocurrieron en el pasado están adecuadamente registrados, tanto en la frecuencia como en el momento temporal en que se dieron.

La masa empírica acumulada para la investigación fue primera y parcialmente usada en el Programa de Ensayos Metodológicos de Demografía Histórica, que realizáramos en el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), de Naciones Unidas, entre los años 1973 y 1977. Posteriormente, otra parte sirvió a René Salinas como material básico de su Disertación Doctoral que presentó el año 1978 en la Universidad de Montreal. En uno y otro caso, así como en el libro que ahora presentamos, el propósito fundamental de los autores ha sido conocer en la forma más exacta posible la antigua estructura de la población chilena, tarea que recién hace pocos años se comienza a intentar y que, más que un deseo, se nos presenta como una de las necesidades más urgentes de la historiografía nacional.

Tras esta primera intención ha estado también en los autores el afán de ensayar el aprovechamiento de la abundante documentación histórica útil a la demografía, que se custodia en muchas parroquias y en el Archivo Nacional. Elaborar en la forma más completa y sofisticada posible la información que de allí se puede extraer, creando o adaptando la metodología indispensable. Desde este punto de vista el presente trabajo tiene un carácter de investigación piloto y el secreto anhelo de sus autores es que otros investigadores en el futuro, con iguales intenciones y métodos, realicen trabajos similares en diversas regiones del país. La misma razón nos ha movido a explicar -quizás a veces majadera y repetidamente- cada paso seguido en la elaboración de los datos históricos cuantitativos empleados en él.

Probablemente el término estructura histórico-demográfica, a menudo usado en el texto, no sugiera gran cosa al lector no familiarizado con estudios de población y con historia cuantitativa. No nos definimos como "estructuralistas" con esta perspectiva, subrayamos más bien nuestro afán de estudiar el "sistema de relaciones" que desde la superficie histórica más visible, se extienden hasta los más secretos y escondidos impulsos de cada habitante. Así es que, en la narración que sigue, nos movemos desde condicionantes geográficos a evoluciones económicas y sociales y terminamos en más o menos detalladas descripciones del comportamiento demográfico de la población de La Ligua. Por ello es también que hemos dividido el libro en tres partes, correspondiendo cada una a esferas distintas, pero a la vez relacionadas, de la realidad histórica del lugar. No es éste un "modelo", sino más bien varios modelos relacionados, que van adquiriendo una mayor intensidad técnica en la medida que se acercan al tratamiento del material de carácter cuantitativo de la investigación.

No quisiéramos fatigar al lector con la descripción de problemas técnicos encontrados en cada etapa de la investigación. Pero, dado el carácter piloto y además de estudio regional de la obra, consideramos de valor una referencia más lata a la metódica que deambula en cada capítulo, y los principales problemas y limitaciones que su empleo o adopción nos trajo. Comenzamos decididos a abordar el pueblo de La Ligua como foco de la investigación y de inmediato surgió el importante dilema de establecer un límite geográfico al objeto estudiado: ¿hasta dónde ir? La respuesta nos la dio la misma realidad: campo y ciudad se fundían en una unidad mixta, más amplia y más compleja que era el Valle. Este límite nos imponía, aparentemente, un sujeto de análisis de gran diversidad. Sin embargo, la investigación nos demostró desde un comienzo que los factores de unidad eran mayoritarios, pues aldea y campo se complementaban intensamente caracterizando al Valle.

Por otra parte, también nos vimos enfrentados a algunas limitaciones de orden cronológico. Numerosas razones, entre las cuales el estado de las fuentes no son las menos importantes, nos impidieron cubrir cronológica mente toda la historia del Valle de La Ligua. En algunos de los temas tratados habría sido deseable extender el tiempo de observación. El análisis demográfico abarcó todo el siglo xviii y la primera mitad del siglo xix. Hubiese sido necesario ir todavía más lejos; remontarse al siglo xvii para descubrir los orígenes de numerosos factores. Y prolongarlo hasta bien avanzado el siglo xx, ya que sólo entonces parecen producirse algunas modificaciones sustanciales en las estructuras demográficas, religiosas, sociales y mentales. El llegar sólo hasta mediados del siglo pasado nos impidió, por otra parte, hacer referencias y comparaciones con otros trabajos importantes, poco conocidos en Chile, como las disertaciones doctorales de Ann Johnson y de Robert McCaa.

De haber prolongado cronológicamente el estudio demográfico, sin embargo, hubiéramos tenido que ampliar también el tema central a riesgo de anular toda comparación, por la rápida integración del Valle al mundo exterior. A mediados del siglo xix la apertura de mejores vías de comunicación y la respuesta a estímulos productivos, sociales y políticos nuevos terminaron con la originalidad del comportamiento colectivo de los habitantes del Valle.

Desde otro ángulo, los límites cronológicos del estudio tuvieron en cuenta también el aparecimiento de una ruptura en lo que antes era un cierto equilibrio entre población y recursos. El crecimiento de la población aparece como un elemento incuestionable que, hasta donde nos fue posible, intentamos medir y cuantificar. Durante todo el período estudiado la producción pareció responder a las exigencias mínimas de este equilibrio. Sin embargo, a partir de un cierto momento -que intuimos más que precisamos- a mediados del siglo xix, la especialización o la ausencia de formas nuevas de producción agrícola parecen haber creado las bases de una ruptura de tal equilibrio.

Pero quizás el motivo más importante, que nos decidió a mantenernos dentro de los límites cronológicos ya señalados, fue que a lo largo de la investigación nos dimos cuenta de que estábamos elaborando un paisaje humano que tenía una perfecta unidad, la que comenzaba a desintegrarse tanto si nos remontábamos a épocas anteriores, como si nos adelantábamos a la actualidad. En otras palabras, y como el título del libro lo indica, descubríamos la etapa formativa del Chile de hoy. Antes del 1700 -aunque para los largos procesos históricos nunca las fechas resultan exactas- hablamos de una sociedad demasiado arcaica y después de 1850 de una demasiado moderna. Se trata, sin duda, de un tiempo formativo de lo actual.

Aclarado en general el problema de la longitud temporal de nuestro trabajo, nos parece importante volver a consideraciones sobre el marco espacial, ya que hemos definido nuestro trabajo como una monografía regional.

Comenzamos expresando dudas sobre si nuestras conclusiones son válidas para otros muchos valles y pueblos de Chile de aquella época; no lo sabemos simplemente porque no conocemos otras monografías realizadas con los mismos o parecidos métodos e intenciones que la nuestra. Entre algunos historiadores y cientistas sociales existe la falsa creencia que lo regional es la antítesis de lo global o nacional. Esta idea arranca de una errónea concepción que en el pasado inspiró a los estudios regionales. En ellas se explicó lo regional en y con categorías también regionales, de suerte que lo peculiar y original de cada región no pudo trascender a niveles de interpretación nacional, ni a comparaciones universales. Para nosotros resulta paradojal, por ejemplo, que podamos comparar algunos rasgos liguanos con lo que ocurría en Francia, Canadá o México, pero no con lo ocurrido en Maule, Colchagua o Copiapó.

Los estudios regionales se prestan admirablemente para dilucidar problemas universales. Estructuras económicas, sociales, demográficas y mentales son aspectos de más fácil estudio en regiones bien definidas, a través de un desarrollo que sólo es local en principio y en relación a la metodología de la recolección de datos. Cuando los resultados de estas indagaciones se traducen en categorías científicas globales, no sólo se alumbra la trayectoria histórica del lugar estudiado, sino también resaltan más nítidamente sus peculiaridades. Lisonjas aparte, creemos que si contásemos con 5 ó 6 monografías regionales como la que ahora presentamos podríamos dar respuestas ciertas a las interrogantes más vitales del pasado nacional. Creemos por ello, que la era de las monografías regionales no sólo debe seguir vigente en la historiografía chilena, sino tomar un renovado impulso.

La metodología empleada en la investigación ha sido suficientemente explicitada en el texto. Hemos señalado también nuestras dudas, debilidades y fallas. Vale la pena, sin embargo, anticipar aquí algunas generalidades explicativas. En lo fundamental hemos sido fieles a las directrices científicas indicadas por el demógrafo-historiador Louis Henry y por algunos de sus discípulos, mencionados todos ellos en la Bibliografía que cierra el presente volumen.

A esta metodología básica hemos quitado, agregado y adaptado los elementos indispensables para ser usada en un medio histórico-documental muy distinto al que la creó. En una mano teníamos un método teóricamente correcto, en la otra una masa empírica bastante irregular, llena de problemas e imperfecciones: hay, al juntarlas, fragilidades y aciertos. Entre las primeras anotamos todo lo que se refiere a niveles de mortalidad y expectativa de vida. Entre los segundos lo relativo a fecundidad y el método usado para evaluar el subregistro de nacimientos.

Mención aparte merece una gran laguna, concerniente a lo que podríamos denominar estructura y dinámica de la familia, especialmente cuando sus autores se han preocupado en otros trabajos sobre esta unidad básica de la sociedad. Esta ausencia se debe en alguna medida a la falta de documentación adecuada, pero también a que al seguir el método Henry sacrificamos la consideración de la familia como entidad independiente de examen. El método usado se denomina también comúnmente de "Reconstitución familiar", sin embargo se concentra en el empleo de la familia como indicador demográfico, tomando en cuenta solamente su expresión nuclear. Por ello nos alejamos también en parte de la rica vertiente de interpretación que se desprende de las relaciones ego-familia-comunidad, lo que a su vez ha redundado en una relativa pobreza y timidez de nuestra parte en lo que se refiere al estudio de la estructura mental del grupo observado. Esperamos, con todo, reparar esta falta en futuros trabajos.

La comunidad científica nacional e internacional, de iguales o parecidas preocupaciones que las nuestras, es generosa y entusiasta. En los últimos años hemos discutido con ella nuestros problemas y logros, de modo que a muchos de nuestros colegas investigadores debemos ayuda, comentarios y consejos. Su lista sería larguísima, la omitimos pero a todos ellos damos nuestros más sentidos agradecimientos. Estamos también muy comprometidos con la Dirección General de Investigaciones, Vicerrectoría Académica de la Universidad Católica de Valparaíso, así como con la Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación y el Comité de Publicaciones dependiente de la Prorrectoría de la Universidad de Chile. Gracias a estas instituciones hemos podido terminar y ofrecer a ustedes este pequeño aporte a la comprensión del proceso de formación nacional.

LOS AUTORES