ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Fuentes Bibliográficas
Capítulo IV: La producción intelectual y la Universidad de Chile en la segunda mitad del siglo XIX.
3. Los Anales de la Universidad de Chile.

Fue el decreto supremo de 23 de abril de 1844, que reglamentó la funcionalidad del Consejo Universitario el que dispuso en su artículo 29 la publicación de los Anales universitarios, siendo esta la primera información que se registra sobre dicha revista periódica.

Allí se indicó, específicamente, de qué materias debía componerse. A saber:

"1. de todas las disposiciones que dictare el Gobierno, la Universidad o cualquiera de sus facultades relativas a la instrucción pública y al régimen de la misma Universidad; 2. de las memorias que se presentaren y cuya publicación se acordare; 3. un resumen del contenido de aquellas cuya publicación no se hubiere resuelto; 4. la cuenta anual que acerca del estado de la instrucción, debe darse al Gobierno por el Consejo; 5. una breve noticia de los miembros de la Universidad que hubieren fallecido en el curso del año; como también de aquellos empleados en la instrucción pública que hubieren prestado servicios de importancia, y también hubieren fallecido en él; 6. los programas que la Universidad dictare y las listas de libros que aprobare". También se incluiría la memoria con la que el rector de la Universidad debía concluir su mandato, al cabo de cinco años.

De esto se desprende que la revista tenía varios objetivos. En primer lugar –y en lo que se pone particular énfasis- concentraba la información relativa a la instrucción pública del país, en todos sus niveles, convirtiéndose en difusora de la gestión gubernativa y universitaria. Por otra parte, daba cuenta del trabajo científico desarrollado mediante la publicación de las memorias más calificadas presentadas a la Universidad en el año y, finalmente, era el órgano de difusión de los asuntos universitarios.

Sin embargo hasta 1849, los Anales no reunieron toda la información sobre educación. No aparecían aquí las actas del Consejo (sino sólo sus acuerdos), ni las de las facultades. Las primeras se reproducían. en extracto en la Gaceta de los Tribunales y de la Instrucción Pública, así como también leyes, decretos y oficios ministeriales. La Revista de Santiago -por su parte- publicaba las actas de sesiones de las facultades además de las del Consejo.

El 20 de octubre de 1849 se dictó un nuevo decreto supremo sobre los Anales. Allí se estableció que en este periódico debían refundirse todas las publicaciones que deseara hacer el cuerpo universitario quedando, por tanto, suprimida a contar de esa fecha, la sección Instrucción Pública de la Gaceta. Por otra parte, y en consideración a que uno de sus objetivos era dar a conocer los progresos que hacía la educación así como las deficiencias que urgía remediar, se cambió su periodicidad. Se sustituyó el volumen que debía aparecer anualmente por una entrega mensual, que diera a la publicidad en forma más inmediata las disposiciones del Ministerio de Instrucción Pública, de las facultades y del Consejo.

El volumen vii, correspondiente a 1850, apareció ya renovado, y encabezado por su nuevo "Programa", detallando en extenso las materias que debía contener. En líneas generales, se mantenían los planteamientos originales, pero con mayor claridad y especificidad. Se dividía en dos áreas: Parte oficial y Parte literaria, acentuándose un tanto esta última, en particular lo referente a las labores de las academias o facultades. Se proyectaba la inclusión de observaciones meteorológicas, tanto de Santiago como de provincias y de las estadísticas de los hospitales.

En 1866 (sesión del Consejo de 12 de mayo) fue aprobado otro reglamento, pero éste apuntó más bien a cuestiones vinculadas con su edición y a los encargados de ella, que a su contenido o estructura. Un cambio en este sentido, se produjo en 1869, fecha a partir de la cual los Anales circularon en dos publicaciones con paginación diferente, pero con formato semejante, cada una con su propia portada e índice. La primera sección se llamó Memorias científicas y literarias; y la segunda, Boletín de Instrucción Pública.

Respecto a la dirección del periódico, el decreto de su fundación estableció que ella correspondía al secretario general de la Universidad. El 21 de junio de 1843 se había designado en este cargo a Salvador Sanfuentes, quien desde mayo de 1845 fue reemplazado, interinamente por Manuel Talavera. Junto con la responsabilidad de preparar y leer las memorias anuales sobre la marcha de la Universidad éste debió también, por consiguiente, encargarse de la dirección de los Anales. Cumplió esta tarea por cuatro años durante los cuales aparecieron el tomo primero y segundo. Después de él fue, aparentemente, Andrés Bello, quien hasta 1858, se preocupó de su publicación, pues no hay pruebas que indiquen que el siguiente secretario Francisco Vargas Fontecilla, participara efectivamente en esta labor.

Desde la fecha señalada, fue Ramón Briseño, autor del primer índice de la revista, el elegido para su dirección, "para la corrección de pruebas, la coordinación de los artículos y la formación de los índices que debían ir al fin de cada tomo". Sin embargo, Andrés Bello conservó para sí la dirección superior.

Briseño permaneció largo tiempo en esta función, cumpliéndola admirablemente. Aun cuando después intervendrían otras personas -como Gaspar Toro en el Boletín de Instrucción- él mantuvo la responsabilidad de la misma hasta 1886.

En 1861 Barros Arana elogiaba su labor, diciendo que los Anales adquirían cada día más interés a causa de los trabajos incluidos y "merced al celo que en su dirección y publicación despliega el secretario de la Facultad de Humanidades Ramón Briseño. Su forma y corrección tipográfica han ganado considerablemente, y la distribución de sus materias, la puntualidad con que se recogen y publican los documentos y demás piezas de su dependencia han hecho de los Anales una publicación tan rica en trabajos como fácil para su consulta".

No mucho tiempo después del inicio de su publicación (1846) el público manifestó interés por contar con esta revista. Testimonio de ello fue la preocupación evidenciada por el Consejo al respecto; en su sesión de 13 de marzo de 1852, se anotó: "hay muchas personas de aquellas a quienes no se reparten los Anales universitarios que desearían adquirirlos, y no tienen dónde comprarlos, por no haberse adoptado aún, provisión alguna al respecto". Esto le llevó a proponer que de la cantidad que el Ministerio de Instrucción Pública guardaba en sus archivos se destinara un número de ejemplares a la venta, la que a un precio moderado, ayudaría a aminorar los costos de la edición. No sabemos la acogida que esta propuesta tuvo por parte del Gobierno.

La decisión de remitir mensualmente -a partir de 1854- un ejemplar de los Anales a cada uno de los ministros de las cortes de justicia, que no fueran miembros de la Corporación, así como a los intendentes, jueces de letras y gobernadores, para el uso de los archivos de sus respectivas oficinas, hizo que el número disponible de los Anales fuera aún más escaso. De tal forma que en 1858 se acordó aumentar su tiraje de 500 a 800 ejemplares.

Ayudó a esta decisión el hecho de que ya por esta fecha, los Anales habían tenido difusión fuera del país.

En 1852 había comenzado el canje de la revista gracias a la gestión personal de James Gillis, científico norteamericano, bajo cuya dirección se hizo la expedición astronómica al hemisferio sur entre 1849 y 1852. Junto con hacer importantes donaciones a la biblioteca universitaria ofreció llevar a Estados Unidos las principales publicaciones del país, entre ellas los Anales, para darlos a conocer en distintos centros científicos. Por intermedio suyo, además, la Universidad tomó contacto con la Smithsonian Institution de Washington, que tenía entre sus objetivos facilitar las comunicaciones científicas y literarias de las "naciones civilizadas".

De esta manera la Universidad pudo intercambiar los Anales por dos conductos: directamente, con tal o cual universidad interesada en ello, y a través del Instituto Smithsoniano. Gracias a este último amplió significativamente su cobertura, pues según lo indicara. el secretario general, en 1861, éste mantenía correspondencia "con setecientos setenta y dos institutos científicos o literarios en Europa, dieciocho en Asia, siete en África, siete en Oceanía y veinticinco en América, de los cuales cinco pertenecían a Chile".

Esto tenía una doble compensación. Por un lado, el enriquecimiento de la biblioteca universitaria con obras de buen nivel y reciente publicación, lo que posibilitaba el conocimiento, por parte de los académicos y estudiantes de cursos superiores, del trabajo desarrollado fuera del país. De otro lado, la circulación de los Anales permitió la consiguiente difusión de la producción intelectual chilena. Prueba de lo que decimos es que el catálogo de dicha biblioteca, publicado en 1859, registró más de 1.000 obras científicas y literarias y 25 colecciones de revistas europeas de relevancia, si bien algunas de ellas eran enviadas por suscripción, la mayoría ingresaba por el canje de la revista universitaria.

En corto tiempo la Universidad quedó vinculada a través de las publicaciones a diversos organismos culturales y académicos. Entre ellos se contaban la Universidad de Lovaina, la Sociedad Real Geográfica de Londres, la Sociedad de Anticuarios del Norte (Copenhague), el Instituto de Bolonia, la Universidad de Christiana, la Academia de Ciencias de Madrid, la Academia Imperial de Ciencias, Artes y Bellas Letras de Dijón, la Sociedad de Historia Natural y de Medicina de Guiseen y la Academia de Ciencias de San Petersburgo.

Entretanto la revista se enriquecía con nuevas materias (los datos entregados por el Observatorio, el listado mensual de las adquisiciones y movimiento de lectores de la Biblioteca Nacional) y se enviaba a nuevos destinatarios. Entre éstos a los liceos provinciales, pues como hemos dicho, compilaba decretos y documentos oficiales, que debían ser conocidos por los directores de colegios.

Prueba de que había logrado un cierto prestigio era la recomendación que de su lectura hizo Humboldt en Cosmos y el interés del Consejo por mantener la publicación, a pesar de que el Gobierno había suspendido temporalmente su financiamiento.

En 1872, anexo a la Biblioteca Nacional, y bajo la tuición de su director, se creó la Oficina de Canje de Publicaciones Nacionales. Ella se encargaría de enviar las publicaciones chilenas a todos los países que hubiesen celebrado convenios con el Gobierno sobre esta materia.

Las relaciones entre la Universidad y la biblioteca eran muy estrechas, pues, desde 1852, correspondía al decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades la tuición de la misma como función anexa a su cargo y desde 1861 sometida a la inspección del Consejo de Instrucción Pública. Por otro lado, el director de la biblioteca por esta fecha era Ramón Briseño, quien como vimos tenía a su cargo la dirección de los Anales. Por tanto, no era extraño que se abriera para el periódico un nuevo cauce de circulación.

En 1873 una colección de Anales, de 1852 a 1872, fue enviada a Perú, Bolivia, Ecuador, Honduras, Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Colombia, como parte de un convenio cultural firmado por Chile con estos países, confirmando lo antes dicho.

En síntesis, sabemos que aparte de los miembros de la Universidad y sus autoridades, los Anales llegaban a distintos estratos de la sociedad chilena. Se le enviaba una cantidad al Poder judicial, a la administración pública y al sector educacional. El público en general lo tenía a su disposición en librerías, y el resto era guardado en los archivos del Ministerio de Instrucción Pública. Era recibido por las instituciones extranjeras a través del Instituto Smithsoniano o por contactos directos de la propia Universidad y, finalmente, por intermedio de la Oficina de Canje de Publicaciones Nacionales.

En 1892, la Universidad publicó un trabajo titulado Reparto de los Anales de la Universidad de Chiles, en donde da una visión de su distribución y de las cantidades remitidas. Reproducimos parte de esta información, aunque va más allá del período reseñado, porque confirma lo que se había venido configurando en los años anteriores.

EN CHILE

Miembros de la Universidad, por Facultades:

Filosofía : 23 ejemplares
Matemáticas . 36 ejemplares
Medicina : 31 ejemplares
Teología : 14 ejemplares
Leyes : ?
Consejo de Instrucción Pública : 11 ejemplares
Instituto Nacional : 29 ejemplares
Administración Pública : 11 ejemplares
Seminario Pontificio : 7 ejemplares
Instrucción Primaria : 9 ejemplares
Instrucción Secundaria : 29 ejemplares
Varios, educadores, administración : 33 ejemplares
Varios particulares : 18 ejemplares
Diarios y revistas : 11 ejemplares
Cónsules de Chile : 39 ejemplares

 

EN EL EXTRANJERO

Universidades y colleges de EE.UU. : 85 ejemplares
Universidades hispanoamericanas : 19 ejemplares
Universidades de Brasil . 18 ejemplares
Universidades, academias, revistas de España y Portugal : 16 ejemplares
Academias y Universidades francesas : 16 ejemplares
Universidades italianas : 17 ejemplares
Universidades inglesas : 11 ejemplares
Universidades alemanas : 19 ejemplares
Universidades suizas : 8 ejemplares
Universidades belgas : 6 ejemplares
Otras universidades de Europa : 6 ejemplares
Varios particulares extranjero : 7 ejemplares
TOTAL . . . . . .  : 519 ejemplares