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Fuentes Bibliográficas
Historia de la Universidad de Chile
Prólogo

LA PRESENTE HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE, más que un acto de homenaje al Sesquicentenario de la Corporación, es un aporte de valor inapreciable para el conocimiento de la evolución cultural del país, empleando el término "cultural" en su acepción más amplia.

En efecto, la presencia y los trabajos de esta Universidad han sido decisivos para el desarrollo social, económico y espiritual de Chile. Más aún, en cada período histórico la Universidad ha entregado respuestas válidas frente a los grandes problemas del momento; ha emprendido vastas obras transgeneracionales, como su aporte para la creación de la institucionalidad jurídica o el desarrollo de un sistema nacional de educación que se ha venido extendiendo y perfeccionando, y ha abierto caminos, señalando rumbos pioneros en las más diversas áreas de actividad. De esta forma ha creado las, bases para impulsar el progreso de la salud, la exploración de nuestro territorio y sus recursos, el afianzamiento de la soberanía nacional en puntos claves del país, la construcción de la infraestructura vial, productiva y energética, el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y la expresión del alma nacional a través de la creación artística.

En su propio campo de educación superior, ha generado los modelos o paradigmas que las demás instituciones similares han seguido. Las notables diferencias que en relación a estructura, orientación y formas de trabajo universitario existen entre Chile y otros países de la región se deben, pensamos, a que en nuestro país las instituciones de educación superior se han configurado siguiendo el ejemplo de la Universidad de Chile.

Es indudable que todas las instituciones, en mayor o menor medida, contribuyen al desarrollo de una nación en ciertas áreas específicas. Pero el aporte de la Universidad de Chile ha sido tan amplio, profundo, continuo y trascendente, que es imposible imaginar cuál sería la fisonomía del país de no haber existido esta Corporación. Es difícil, también, encontrar en la historia de otras naciones, un ejemplo de imbricación semejante entre sociedad y universidad. Así, la historia de la Universidad de Chile se confunde con la historia del país.

Resulta curioso, sin embargo, que la Universidad que prácticamente fundó la historiografía nacional en el siglo pasado, no se hubiera preocupado en forma sistemática, hasta ahora, de reunir las fuentes de su propia historia, de investigarla y escribirla.

Es cierto que existen meritorios estudios monográficos sobre la Universidad de San Felipe, el Instituto Nacional, el Instituto Pedagógico y sobre las facultades, escuelas y otras dependencias universitarias. También hay reseñas históricas generales, como la del profesor Alamiro de Ávila, con una interesante tesis que vincula el origen de nuestra Casa de Estudios con la primera universidad conventual que se funda en el país, en el siglo xvii. Se han publicado, además, trabajos con valiosos antecedentes históricos, como el que preparó en 1934 el profesor Luis Galdames, y en el que entrega una completísima descripción de lo que era la Universidad en ese momento.

No existía, sin embargo, hasta la fecha, un trabajo sistemático, que comprendiera un panorama completo del desarrollo de la Universidad, desde el inicio de los estudios superiores en el país, a principios del siglo xvii, hasta el fecundo rectorado del profesor Juan Gómez Millas, entre 1953 y 1963, considerando, además, la intensa interacción de la Corporación y la vida del país. Era necesaria, quizás, la perspectiva del Sesquicentenario para emprender una labor de este tipo.

Esta obra se inicia con las llamadas universidades conventuales, de jesuitas y dominicos, que en 1738 dejan lugar a la Universidad real, docente y de claustro, que llevó el nombre de San Felipe, y que cumplió un papel de primera importancia al impartir en Chile estudios regulares de teología, filosofía y leyes, y otorgar grados que habilitaban para la administración pública. Antes de esto, los jóvenes chilenos que deseaban cursar dichos estudios, debían hacerlo en Lima o Buenos Aires.

La obra revisa enseguida los sucesivos procesos de reorganización de la enseñanza superior, que se producen con la Independencia. Destaca entre ellos la creación del Instituto Nacional, que funciona regularmente desde 1819 y se ocupa de impartir enseñanza secundaria y superior.

De especial importancia es el examen de la ley orgánica de 1842 que organiza a la Universidad de Chile como un organismo no docente, que a través de su! cinco facultades-academias, deberá encargarse de diversas tareas destinadas al progreso del país y a su desarrollo cultural.

Con frecuencia se piensa que desde 1842 en adelante, las cinco facultades originales, que fueron de Leyes y Ciencias Políticas, Medicina, Filosofía y Humanidades, Ciencias Matemáticas y Físicas, y Teología, impartían docencia de la misma manera en que lo hacen las facultades actuales. En realidad no fue así, y esta obra aclara la relación compleja y bastante poco conocida entre la Universidad y el Instituto Nacional. Puntualiza que existían en el Instituto una serie de cursos de nivel superior y que fue en este establecimiento donde quedó radicada toda la enseñanza profesional. La Universidad sólo otorgaba los grados y títulos respectivos. Esta situación se prolongó hasta la promulgación de una nueva ley orgánica, en 1879. Reseña, asimismo, la creación de la llamada Delegación Universitaria en el Instituto, con la cual la Universidad adquiere mayor injerencia en los estudios superiores. Destaca también la fecunda labor de don Ignacio Domeyko que, como Delegado Universitario, impulsó la carrera de ingeniería, consolidó la de medicina, que en su primera época tuvo escasísima matrícula y se impartió en condiciones muy precarias, y aumentó considerablemente la matrícula en todos los cursos de la sección a su cargo.

Con el estatuto de 1879 la Universidad vuelve a ser docente. Esta nueva orientación se manifiesta en la creación de centros tan importantes como el Instituto Pedagógico, que le da una función de formación profesional a la Facultad de Filosofía, pero que además se convierte en un núcleo relevante de producción intelectual. Se crean también escuelas anexas a las facultades, como las de Obstetricia y Puericultura, Dental, y de Conductores de Obras, más tarde Construcción Civil. De esta forma, comienza a diversificarse el campo de la enseñanza superior antes limitado a las llamadas "profesiones liberales clásicas".

A continuación el libro aborda la crisis nacional de los años 20, época de agitación y de profundas transformaciones económicas y sociales, que afectan desde luego a la Universidad que es intervenida en 1927, por el gobierno de facto de la época.

Un nuevo estatuto orgánico, el de 1931, que propicia un adecuado equilibrio entre las funciones científica y docente, incorporando por primera vez la extensión, consigue restablecer la estabilidad.

La presente Historia dedica sendos capítulos a los rectorados de Juvenal Hernández jaque y de Juan Gómez Millas, durante los cuales la Universidad vive uno de sus períodos más fecundos. En el primero, aparecen los institutos especializados en diversas áreas, que debían dedicarse al desarrollo de la investigación en sus respectivas disciplinas, y adquieren auge las actividades de extensión artística y cultural. Es la época en la que la imagen exterior del país se ve realzada por la excelencia de sus conjuntos de música, teatro y danza.

Se destacan, finalmente, los grandes logros de la gestión rectoral del profesor Juan Gómez Millas, con menciones especiales a la profesionalización del trabajo académico, el desarrollo de la moderna investigación científica y la creación de colegios regionales que expanden la actividad universitaria hacia las provincias.

El conjunto de esta obra muestra cómo la Universidad de Chile, que ha realizado su labor a lo largo de gran parte del siglo XIX y en casi todo el siglo xx, ha sabido responder a los requerimientos específicos de cada momento, llegando a convertirse en una institución profundamente arraigada en el país y en el alma nacional.

El examen de esta historia honrosa, llena de realizaciones, y de la que han sido actores hombres y mujeres notables, descollantes algunos por sus méritos, su sabiduría o su dedicación desinteresada al trabajo científico 0 docente, es el sustrato de tradición necesario para emprender con entusiasmo y confianza las grandes tareas del presente y proyectar las del futuro.

JAIME LAVADOS MONTES

Rector

1990-1998