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Relación que de la Conducta Observada por los Padres Misioneros del Colegio de Propaganda Fide, de la Ciudad de Chillán, Desde el año 1808 Hasta Fines del Pasado de 1814, Hace su Prelado el Reverendo Padre...
11. Oficio del Señor General don Juan Francisco Sánchez en que pide al Rvdo. P. Guardián le haga relación de los auxilios franqueados por la Comunidad a beneficio del Ejército y de la relación que de ellos hace dicho Rvdo. Padre

Oficio del Señor General don Juan Francisco Sánchez en que pide al Rvdo. P. Guardián le haga relación de los auxilios franqueados por la Comunidad a beneficio del Ejército y de la relación que de ellos hace dicho Rvdo. padre

4 de noviembre de 1813.

Aunque me consta varios de los muchos auxilios de toda clase que ese apostólico colegio del mando de Vuestra Paternidad ha prestado a este Real Ejército desde que pasó la primera división para el Maule hasta el presente, ignoro no obstante muchos y no tengo presentes otros que necesito me recuerde V. P. haciéndome una relación de todos ellos para los fines que me he propuesto.

Dios guarde a v. P. muchos años. Chillán 4 de noviembre de 1813.

Juan Francisco Sánchez.

Rdo. Padre Fr. Domingo González, Guardián de Misioneros de Chillán.

Contestación

Señor General en Jefe:

En contestación al oficio que con fecha de 4 del que rige me dirige V. S. relativo a que exponga los auxilios que ha prestado y los sacrificios que ha sufrido esta comunidad apostólica en obsequio de la sagrada causa que sostenemos a favor de la Religión y del Rey, digo:

Que desentendiéndome de dar por menor una relación de los padecimientos físicos y morales que este religioso y respetable cuerpo, tanto en su cabeza y miembros, como en los establecimientos piadosos que por disposiciones reales estaban consignados a su inspección y cuidado, ha sufrido desde la fatal época que los insurgentes, con capa de protectores amantes de la patria, sacudieron el yugo suave y dulce de la dominación española se llamaron independientes, como entre otros lo acreditan la suspensión del numerario consignado a los subsidios necesarios para la subsistencia de los alumnos y maestros del Colegio Carolino de Naturales, contiguo a este colegio.

La del sínodo consignado al hospicio de Santa Bárbara, mandando el retiro al colegio a los misioneros que ocupaban aquel puesto, golpe de que también estuvieron amenazadas las misiones de Arauco y Fucapén, la escandalosa intentona de obligarnos a romper calle divisoria entre el colegio y la huerta como lo demuestran los oficios que a estos fines me han dirigido, asociados de expresiones y términos escandalosos, impíos y denigrativos nacidos precisamente de su antipatía a las monarquías y monasterios.

Que esto sea así lo demuestran los repetidos informes que llenos de las más feas y negras calumnias y de términos los más insultantes se han dirigido ya a la capital de la provincia y a la del reino con sólo el designio, según parece, de hacernos odiosos a todos, inútiles para todos y sobre todo perjudiciales a la ejecución de sus depravados planes; llegando este punto hasta el extremo de querernos degradar de la buena opinión, alto concepto y subido crédito que teníamos bien afianzado en la sana y edificante conducta y religiosos procedimientos que nos han distinguido y distinguen a la faz de todo el reino en el concepto de los sensatos y bien intencionados: golpes todos que al paso que han sido sobre manera extraños y sensibles a los juiciosos y prudentes, para nosotros han sido extremadamente dolorosos y vergonzosos, pues conocemos que su intento fue despojarnos de aquellos bienes de que sólo pueden tener dominio los religiosos de San Francisco como son la buena fama, el honor y el buen nombre.

Pasando en silencio estas y otras vejaciones no de menor bulto, mirándolas como abortos monstruosos y concebidos en unos pechos animados de un espíritu de irreligión dejando a sólo Dios las venganzas, en consideración a los que Vuestra Señoría me ordena, no lo puedo hacer, así respecto de los auxilios y sacrificios activos y pasivos que este apostólico colegio ha suministrado y ofrecido en obsequio de ambas majestades, desde el feliz momento que llegaron a esta provincia las tropas del Rey al mando del señor Brigadier don Antonio Pareja y al presente V. S. tiene el honor de mandar.

Entre éstos merece el primer lugar haber ofrecido al Dios de los ejércitos veinte y ocho misas cantadas con la solemnidad posible implorando su protección a favor de las sagradas y justas causas que defendemos.

En segundo lugar, la gustosa, espontánea y personal oferta de todos y de cada uno de los individuos que integran este cuerpo a la ocupación y destino que los considerase útiles el Jefe con todos los demás auxilios a que la pobreza franciscana se puede entender como lo acreditan en particular los que ya expongo y son:

Que el Padre Presidente fray Antonio Banciella acompañase al ejército en calidad de capellán, suministrando de paso los conocimientos más útiles respecto del terreno y de los sujetos adictos o contrarios a la justa causa, como lo verificó hasta las riberas del Maule, y regreso a ésta; el auxilio de sesenta y dos quintales de galleta y otros comestibles conducidos hasta el Maule a nuestro costo y al resguardo de otro religioso lego.

La asistencia de un sacerdote que diariamente por mañana y tarde ha ido por turno al Hospital Real con objeto de suministrar los auxilios espirituales a los enfermos, desde el momento que llegó a ésta el ejército.

El auxilio de más de noventa caballos en diferentes ocasiones que se necesitaron para las expediciones.

El de más de veinte resmas de papel para cartuchos en libros impresos y manuscritos del uso de la comunidad y de religiosos particulares. La hospitalidad y asistencia de varios enfermos hasta su total restablecimiento.

 

La mantención diaria de treinta, cuarenta y muchos más soldados destinados con sus respectivos oficiales para custodia de este colegio y de los presos y prisioneros que de orden de Vuestra Señoría se han depositado, ya en el Colegio de Naturales, ya en otros cuantos sin tocar a lo interior de los claustros; como igualmente la de varios religiosos y otros eclesiásticos y seglares que libres de las prisiones en que los tenían los enemigos como reos de Estado, se acogieron al amparo de este colegio.

Que en el caso de hallarse esta comunidad escasísima de religiosos y en la mayor parte postrada por la enfermedad actual de unos y habitual de otros, se hizo la liberal y graciosa oferta de un religioso para que con la mayor prontitud y actividad fuese a la plaza de Valdivia distante de ésta más de ciento y cincuenta leguas andadas, en solicitud de numerario para pagamentos de la tropa en el caso de la mayor urgencia, como por orden mía lo ha verificado el padre fray Gregorio Eguiluz, dirigiendo su derrotero por medio de los indios infieles en las críticas circunstancias de hallarse en gran parte sublevadas en fuerza de las seductoras promesas con que los insurgentes los habían fascinado: cuyos resultados V. S. está bien orientado cuán proficuos han sido a aquel pueblo, que se hallaba sumamente consternado por las noticias ilusorias de los patriotas, como por la escasez de las verídicas, como igualmente al Ejército de su mando.

Por último, el haber exhortado pública y privadamente con energía apostólica el valor y la constancia a las tropas; suministrando asimismo a los respectivos jefes aquellos conocimientos que hemos considerado útiles y necesarios a la subsistencia y prosecución del feliz éxito de la ardua empresa que teníamos entre manos.

A éstos, que entre otros de no corta entidad, han sido los sacrificios activos que ha prestado esta apostólica comunidad se añaden los pasivos que voy a exponer, y han consistido en que algunos de mis súbditos han sufrido el deshonor de verse presos por los insurgentes y tratados como reos de Estado; faltándoles en sus tratamientos a la inmunidad que las leyes eclesiásticas conceden a personas de este carácter; llegando su insolente atrevimiento a tratarlos de palabra con las expresiones más insultantes e indecorosas; y de obra hasta el extremo de abocarles al pecho una pistola y amenazarlos con la muerte, si no gritaban: Muera el Rey y viva la Patria.

El haber sido todos sin excepción amenazados de ser pasados a cuchillo, sin otro delito que favorecer y proteger a cara descubierta las sagradas causas de la religión católica apostólica romana y la del Rey nuestro señor y declamar altamente contra su execrable sistema como Vuestra Señoría está plenamente orientado.

El haber quedado sin un bocado de carne por haberse llevado el enemigo en el último asalto que dio a la ciudad la corta cantidad de carneros que restaba a su rapacidad.

En fin, el haber llevado a bien que unos edificios compuestos de una casa, capilla, cocina y otros adherentes, que con arreglo a nuestro instituto e indigencia del país gozábamos de capellanía en el territorio titulado “Los Guindos”, fuesen incendiados y demolidos por orden de V. S. a fin de obviar que alguna división enemiga se posesionase, como lo tenía proyectado, de este punto para ellos tan interesante y ventajoso, como en el caso de suceder perjudicial para nosotros.

Estos son, señor General, algunos de los sacrificios y auxilios que tengo presentes, que en obsequio de ambas majestades ha prestado esta apostólica comunidad para sostener y promover la defensa de la sagrada causa que defiende ese ejército que tiene el honor de mandar: los mismos que en virtud de su oficio pongo en las manos de V. S. por este papel para que en consideración a su mérito, haga el uso que sea de su superior agrado.

Dios nuestro Señor prospere la interesante salud y vida de V. S. por muchos años. Chillán y noviembre 8 de 1813.

Fray Domingo González.

Señor General en jefe Don Juan Francisco Sánchez.

 

Certificación

En virtud de la comisión que se nos dio por los padres, etc.