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La Aurora de Chile
Número 21. Jueves, 2 de Julio de 1812. Tomo I.
Continuación de los procedimientos del Consejo de Guerra del Batallón de Valdivia... Documentos relativos a la extinción de la Junta de Gobierno de Valdivia. (Véase Tomo I, Nº 20, Jueves 25 de Junio de 1812).

Su Presidente, Coronel graduado don Ventura Carvallo; Vicepresidente, el cura don Isidoro Pineda; presbítero don Pedro José Eleyzegui; don Vicente Gómez, y don Jaime de la Guarda.

Teniendo la referida Junta dispersa la oficialidad y la tropa, armadas las milicias de su adhesión, y aún algunos de los oficiales, cadetes, sargentos y soldados del batallón por sus aliados, que cada uno de ellos era un Argos que observaba el menor movimiento de los opuestos a dicha Junta, tenían tomada la acción a los oficiales y demás vecinos, de forma que no podían combinar sus disposiciones para verificar la extinción que tanto se deseaba, hasta que el Capitán don Julián Pinuer, valido de la convalecencia de una enfermedad, pudo existir en la plaza, y unido con el Sargento Mayor interino, Ayudante Mayor don Lucas de Molina, se resolvieron a echarse sobre las guardias, cuarteles, parque de artillería y pólvora; combinándose con el Ministro interino de Real Hacienda de esta plaza don Juan Gallardo Navarro, y los subtenientes don Antonio Adriasola y don Juan de Dios González; y estando todo dispuesto al referido don Julián Pinuer y don Lucas de Molina, que fueron los autores, trataron con el Comandante de artillería Capitán don José Berganza comandante del puerto donde existe, que la seña de dos o tres cañonazos al aclarar el día sería aviso de haber dado el asalto esa noche, ofreciendo el referido Capitán de Artillería que en el momento que oyese los tiros se pondría en marcha a la plaza.

Unidos pues y armados los cinco oficiales referidos, y estando de comandante de la guardia el citado Subteniente González, que les ayudó y franqueó, se hicieron dueños de la plaza y sus principales puntos a las dos de la mañana de la noche del diez y seis del corriente, en cuya hora dieron aviso a los demás oficiales que abajo firman, que sin perder un instante ocurrieron al cuarto de banderas, en donde ya tenían tomado el mando el referido Capitán Pinuer y Sargento Mayor interino don Lucas de Molina; y formando el Consejo de Guerra que presidió el Capitán don José Ulloa, como más antiguo; determinaron que en el momento se les pusiese guardia a los vocales de la Junta para privarles salir de su casa, siendo la más doble al presbítero don Pedro José Eleyzegui, como cabeza de sus partidarios, quien dentro de seis horas marchó para Concepción. Del mismo modo, se le impuso arresto en su casa al Capitán de la segunda compañía, don Gregorio Henríquez, que como principal autor y agente de la instalación de dicha Junta se desvelaba en proteger su existencia, declarándose enemigo de los oficiales opuestos a su desleal idea. Bajo el mismo orden se tuvo a conveniente impedir desde aquella hora, que el Alcalde ordinario don José Lopetegui y el Alguacil Mayor don Santiago Vera como adictos y protectores de dicha Junta e íntimos del citado presbítero Eleyzegui pudiesen salir de sus casas hasta segunda orden. Asimismo  se privó que pudiera salir de su casa hasta otra providencia el presbítero don Laureano Díaz, como eficaz partidario de los juntistas; procediéndose a todo lo anexo de la mayor seguridad.

Llegada que fue la luz del día, se formó la tropa en la plaza y se mandó tocar generala e inmediatamente se hizo la seña convenida de los cañonazos, sacándose las reales banderas, todo con arreglo a las reales ordenanzas; en cuya respetable posición no se atrevieron los partidarios de la Junta a respirar. A poco concurrió mucha parte del pueblo, y a su presencia se ratificó el batallón en el juramento a las reales banderas a que acompañó el pueblo lleno de alegría a gritar: Viva el rey Fernando séptimo; Viva la Suprema Regencia española; Viva el Excelentísimo señor Presidente de la capital, don José Miguel Carrera; y mueran los desleales. En el mismo acto, se publicó al batallón y al pueblo la extinción de la Junta, declarando por Gobernador interino de esta plaza y su jurisdicción al señor Coronel graduado de Infantería don Ventura Carvallo, a quien por su mayor graduación y antigüedad le corresponde según lo mandado por S.M. y última orden de la capital.

A las ocho de la mañana, compareció al cuarto de banderas el referido Coronel, a quien se le había dado noticia de todo a las cuatro de la mañana, y volviendo a juntarse el Consejo de Guerra, que ya presidió él mismo, se reiteró todo lo referido, decretándose sobre los demás artículos anexos el proceder de la extinguida Junta.

Los oficiales tuvieron a bien mantenerse en el cuarto de banderas, hasta ver cumplido todo lo mandado.

Inmediatamente se dio providencia, a [para] recoger las armas dadas por la Junta a las milicias. En esta hora se presentó don José Berganza, que emprendió su viaje en la misma que oyó los tiros de cañón, acompañado del Capitán de Infantería don Dionisio Martínez y el Subteniente don Manuel Lorca, y reforzando nuestra tropa se unieron al Consejo de Guerra, el que ha tenido motivos para no disolverse hasta hoy veinte; y según varias novedades aunque leves no se disolverá hasta no dejar al pueblo en su debida tranquilidad. A cuyo efecto se publicó el correspondiente bando.

Ventura Carvallo.- Lucas Ambrosio de Molina.- José Ulloa.- José Berganza.- Juan Gallardo.- Dionisio Martínez.- Julián Pinuer.- Diego Adriasola.- Teodoro Negrón.- Manuel de Lorca.- Juan de Dios González.- Antonio Adriasola. Ante mí, José Antonio Martínez, Secretario del Consejo de Guerra.

Excelentísimo señor:

Por el acta del Consejo de Guerra y relación que acompañamos, se impondrá V.E. de lo [que] sucedió en esta plaza y de los motivos que nos estimularon. Ha sido un hecho que hemos creído absolutamente necesario para vindicar nuestro honor. Resta pues, Excelentísimo Señor, se sirva V.E. aprobarlo seguro de que en esta confianza hemos obrado.

Luego que la provincia de Concepción tuvo la osadía de armarse contra esa capital, recelamos no nos llegarían las ordenes de V.E., o por lo menos aquellas que pudieran imponernos de su voluntad. Que el gobierno de Concepción quería hacer creer que esta plaza era de su desleal partido; y aún [aunque] en esta tesorería no alcanzan a siete mil pesos los que tenemos, nos hemos resuelto a entregarnos a los mayores trabajos y escaseses antes de ser de otros que de nuestra capital de Santiago, donde tenemos la fortuna mande V.E.

Esté pues V.E. persuadido que esta plaza, y todos los que componemos este Consejo de Guerra, esperamos con ansia sus ordenes. Sería esto excusado, sino tuviéramos fundados motivos para inferir que el gobierno de Concepción ha de interpretar a otros principios nuestro hecho.

Basta lo dicho para que V.E. conozca nuestro objeto. Nos conceptuamos aislados y con la comunicación cortada con el resto de nuestro ejército, que está a las ordenes de V.E. En esta situación esperamos que V.E. dará las ordenes convenientes a fin de que a toda costa se nos remita el Situado, porque de lo contrario sin duda pereceremos. Pereceremos, Excelentísimo Señor, pero será por no separarnos de nuestra capital, ni de V.E., lo que hemos hecho punto de honor. Por lo mismo, nada tenemos que decir a V.E., pues lo esperamos todo de sus conocimientos militares.

Hemos ofrecido ciento y cincuenta pesos a un paisano para que disfrazado pase por la provincia de Concepción, y ponga este pliego en manos del comandante general de las tropas de esa capital, a quien también escribimos para que se esfuerce a dirigirlo cuanto antes a V.E. Repetiremos los medios, hasta que sepamos quedar V.E. enterado, en cuyo caso nos tranquilizaremos.

Dios guarde a V.E. muchos años. Cuarto de Banderas de la Guardia General y Prevención de Valdivia. 22 de Marzo de 1812.

P.D. También incluimos, para conocimiento de V.E., lo acordado ayer en este Consejo de Guerra, cuya providencia juzgamos de todo necesaria para evitar cualquiera desgracia y tranquilizar la plaza.

Ventura Carvallo.- Lucas Ambrosio de Molina.- José Ulloa.- José Berganza.- Juan Gallardo.- Dionisio Martínez.- Julián Pinuer.- Diego Adriasola.- Teodoro Negrón.- Manuel de Lorca.- Juan de Dios González.- Antonio Adriasola. Ante mí, José Antonio Martínez, Secretario del Consejo de Guerra.

Excelentísimo Señor Presidente don José Miguel Carrera.