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Crónicas
Historia de Todas las Cosas que han Acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado (1536-1575)
LIII. De cómo el gobernador Rodrigo de Quiroga hizo consulta de guerra con todos los capitanes que llevaba en su campo por dónde se entraría a hacer la guerra a Arauco y a Tucapel, y de lo que se acordó

Juntos que fueron los dos campos, el gobernador mandó al maestro de campo que tomase reseña de toda la gente para saber el número que había de hombres que tomasen armas; halló eran por todos cuatrocientos, en que había doscientos y sesenta arcabuceros. Luego mandó juntar los capitanes antiguos que venían en su campo, y por honrar algunos hombres principales de los que habían venido con el capitán Costilla, mandó se hallasen presentes. Después de haber hecho compañías de toda la gente de a pie y de a caballo, y señalado los capitanes y el número que cada compañía había de tener, juntos en consulta de guerra trataron algunos que en el fuerte de Catiray, donde habían los indios desbaratado al licenciado Altamirano y muerto a Pedro de Villagra, había mucha junta de gente que los estaban esperando, y que pues tenía el gobernador tanta gente y tan buena con tantos arcabuces, no era bien pasara delante sin desbaratarlo, pues era cierto los indios en su religión tenían aquel lugar por adoratorio y cosa invencible por haberles ido siempre allí bien, y que habían de entender que para cristianos no había cosa dificultosa, sino todo llano, y que ahora tenía el gobernador aparejo para dárselo a entender, y que un campo tan grande como el que tenía no se juntaba en Chile tan fácilmente; que no se debía perder tan buena ocasión: éstos eran algunos de los capitanes antiguos, y el que más insistía en ello era el capitán Francisco de Ulloa. Otros que más atentamente medían las cosas, decían que no se debía de pelear en fuerte alguno, sino después de bien reconocido, viendo que estaba puesto en parte cómoda, o a lo menos con el menos riesgo, ya que no con conocida ventaja, y no torpemente aventurarlo a cosa incierta; y que no era de capitanes prudentes juzgar las cosas al más o menos, sino pesadas con gran cordura, pues era cierto que si desbarataban a los indios en el fuerte que tenían no aventuraban a ganar cosa alguna sino maderos y piedras, detrás de las cuales estaban metidos, porque tenían las espaldas una quebrada grande, y junto a ella otras muchas, que si les decía mal se echaban por ellas, sin perder más gente de la que al primer ímpetu les podían matar, que serían bien pocos por respeto de la defensa grande que tenían. Después de haber tratado el pro y contra sin que se resumiesen en cosa alguna, el maestre de campo fué con cincuenta soldados a reconocer el fuerte, o de la manera que estaban, y llevó por delante una mujer india con una carta que diese a un mestizo que decían estaba con los indios. Llegó cerca del fuerte sin ver indio alguno; desde allí envió la india con la carta no pasando adelante. Los indios de guerra desde lo alto estaban mirando el camino que llevaba, y no parecieron por dejarlo llegar hasta el fuerte sin salir a él; mas desde que vieron había parado y no pasaba adelante, salieron de las emboscadas donde estaban metidos más de diez mil indios, y muy desvergonzadamente se vinieron a los cristianos. El maestre de campo mandó se retirasen la cuesta abajo; los indios vinieron tras de él un poco, y viendo que no esperaba, se pararon.

El gobernador volvió a tratar el camino que se llevaría para entrar en Arauco; decíanle que desbaratando aquel fuerte cualquier camino era bueno. El maestro de campo afirmaba no era de tratar en aquello, sino dejarlos en su fuerte e irse por la montaña de Talcamavida, que era desembarazada, porque los indios que en el fuerte estaban, viendo que los despreciaban, habían de salir y venirlos a buscar, y que él entonces pelearía con ellos de la manera que quisiese; y que si todavía el señor gobernador era de parecer, porque estaba indeterminable, se fuese a combatir, que él se desistía del cargo y pelearía como soldado: decía estas palabras con tanta determinación, por experiencia que tenía, que movía a los oyentes. El gobernador, como prudente, entendiendo que aquello era lo mejor, mandó se fuese por el camino de Talcamavida.

Los indios de guerra, como eran muchos convocados de todo el reino, viendo que los dejaba, salen del fuerte y se le van a poner delante en una loma por donde había de pasar, y hacen luego un fuerte de poca defensa: puestos en él y al derredor, esperaron. El maestro de campo llevaba el avanguardia con cincuenta hombres; llegado donde los indios estaban, reconoció eran perdidos. Salieron a escaramuzar con él y peleó un rato al principio: luego salió tanta gente en favor de los que escaramuzaban, que le convino retirarse una loma abajo, y tan sin orden, que algunos cayeron de los caballos envueltos con los indios. Despojaron de las armas a Gabriel de Zúñiga, el cual, por el buen socorro que tuvo y buen ánimo para defenderse, no murió. Tomás Pastene cayó el caballo con él, y por el socorro que tuvo del maestro de campo no fué muerto, aunque él se defendió con buen ánimo; el campo se alojó en un llano junto a los indios, lugar conveniente. Luego otro día el maestro de campo con trescientos hombres volvió a combatir con los indios, creyendo los hallara en el fuerte; mas ellos, como hombres de guerra, conociendo su perdición en la parte que estaban, desmampararon el sitio que tenían: cuando llegó, ya se habían ido. Tuvo algunos émulos que decían lo había hecho no acertadamente, pues como hombre de guerra y tan ejercitado, conociendo que los indios estaban en parte que se les podía hacer mucho daño, no los había de dejar, sino entrenarlos y enviar por gente, porque en aquel suceso bueno se castigaba toda la provincia. El maestro de campo se descargaba diciendo: "Indios que habían tenido ánimo para desamparar el fuerte en donde primero estaban, y se les habían venido a poner delante, no era de entender habían de huir, sino pelear, pues con él habían escaramuzado y le habían hecho volver las espaldas, que era más acrecentamiento de ánimo para no irse hasta probar su fortuna".